29 Jul NO VA A SER FÁCIL, PERO TAMBIÉN PASARA
Ana Isabel Esteban
Presidenta de Solidaridad Intergeneracional
2020 será recordado siempre como hacemos ahora con 1918 por una pandemia de similares consecuencias devastadoras. La de ahora ataca de forma más agresiva a las personas mayores, personas enfermas, personas que no llevan un estilo de vida saludable (obesidad, sedentarismo, alimentación industrial, tóxicos, etc.) y la de hace 100 años atacaba masivamente a la juventud, llevándose por delante entre 50 y 100 millones de vidas.
El verano, aunque caluroso, no ha espantado al coronavirus, y los datos de la pandemia en España anuncian que volvemos a la casilla de salida, pero con la experiencia acumulada de los meses pasados y enfrentándonos a situaciones cada día más adversas, porque se van acumulando los problemas y las secuelas físicas, sociales, psicológicas, económicas, tecnológicas, etc.
Un brote en una rama es vida que se expande. Un brote en 2020 es una mala noticia, porque siendo vida que se expande lleva aparejada la muerte, el sufrimiento, el dolor, las secuelas, la hecatombe socio-económica, el desempleo, la pobreza, la mala salud, la vida congelada.
La pandemia de 1918 tardó años en recorrer todos los países del mundo porque viajaba en barcos que transportaban mercancías. Ahora el SARS-COV2 viaja en avión y el contagio en el mundo se ha producido en unos meses. Mientras haya movilidad y no exista vacuna o tratamiento, el virus se seguirá expandiendo.
Sabemos cada día un poco más de la manera de proceder de este coronavirus y cómo protegernos de él. Pero aunque parece fácil no lo está siendo, porque las manos las usamos siempre, la cara, que es el espejo del alma, alberga los orificios por donde el virus se sabe colar (ojos, nariz y boca) y la llevamos siempre puesta. Somos seres sociales, hablamos porque necesitamos comunicarnos, compartir, disfrutar con el otro; nos tocamos porque es nuestra manera humana de reconocernos, de dar nuestra aprobación, de manifestar el aprecio, el saludo a otra persona…nos gusta la proximidad del otro, las confidencias nos las decimos al oído o en voz baja, y para ello hay que estar cerca.
Si se confirman los pronósticos y vamos a convivir en esta pandemia hasta finales de 2021, cambiaremos, pero desconozco si va a ser para mejor. Cambiar hábitos propios y sociales lleva su tiempo, no se produce de un día para otro. Pero casi dos años viviendo en estas condiciones que limitan el contacto familiar y social, que facilitan el distanciamiento físico, como es el teletrabajo, donde el contagio, aunque invisible, cada día es más conocido; en el que los niños y jóvenes no socializan con libertad, donde el sistema educativo obligatorio a distancia no es de calidad, y dos años con los niños en casa, transformarán los hogares y a sus miembros.
Hay personas que piensan que no se puede volver al confinamiento, y al que le toque, le toca, como si fuese una lotería. Si dejamos que esto suceda, morirán en España millones de personas, la mayoría personas mayores, o personas enfermas, personas obesas, personas que no se pueden aislar porque necesiten trabajar para pagar deudas, para vivir, y se exponen al virus para evitar el hambre y la pobreza, o simplemente porque es su trabajo.
El equilibrio entre la economía y la protección de la salud está siendo dramático. Si los recursos económicos fuesen ilimitados, el mundo habría parado hasta acabar con el virus. Pero todo tiene límite y los países que mejor gestionen esta crisis saldrán airosos, en mejores condiciones y más rápido y sus economías y sociedades se recuperarán pronto. Se habrá aprendido que somos vulnerables, que tal vez tengamos que cambiar nuestra manera de vivir, sabiendo que tiempos pasados no siempre son mejores. Este tiempo también pasará.