08 Ago No tomar vacaciones perjudica seriamente tu salud
Si encadenamos períodos muy largos de trabajo vamos acumulando ansiedad. Los primeros síntomas son preocupación constante, irritabilidad y dificultad para dormir.
CRISTINA CASTRO
Hay gente, como Cristina Cifuentes, que cree que no necesita vacaciones. La presidenta de la Comunidad de Madrid decía hace unos días que este verano, por segundo año consecutivo, no las tomará y que, además, deberían ser voluntarias. Unas declaraciones que no sólo han indignado a miles de trabajadores en la red. Los profesionales de la salud se echan las manos a la cabeza y la evidencia científica es clara: todo el mundo necesita vacaciones.
Es una cuestión de salud. “Para los médicos de atención primaria, éste es un tema de mucha magnitud y trascendencia, porque afecta a muchas personas y en muchos sentidos”, dice Silvia López, médico del Grupo de Salud Mental de la Sociedad de Médicos de Atención Primaria (Semergen), que recibe en consulta a muchos pacientes con fatiga emocional achacable, en parte, a la falta de descansos.
“Si encadenamos períodos muy largos de trabajo vamos acumulando ansiedad. Los primeros síntomas son preocupación constante, irritabilidad y dificultad para dormir”, explica Josep Ramón Domenech, psiquiatra y secretario de la Asociación Española de Psiquiatría Privada. “Tarde o temprano el cuerpo dice basta y pasa la factura”.
Los riesgos del trabajo sin descanso
Distintas investigaciones asocian la falta de vacaciones con problemas cardiovasculares, con un mayor índice de presión arterial, malas digestiones, problemas de sueño y síndrome depresivo. Según un estudio de la Universidad de Uppsala (Suecia), el índice de infartos baja durante los periodos vacacionales y se acentúa los lunes.
“Las vacaciones contribuyen a minimizar y ralentizar el estrés y la ansiedad del día a día. Es como llevar nuestra máquina a revisión”, compara Alfonso Merino, experto en recursos humanos y profesor de la Universidad a distancia de Madrid (Udima).
Como Cifuentes, otros empresarios y directivos con puestos de responsabilidad eligen no tomarse vacaciones. “Son personas que tienen la sensación de que llevando el timón del barco están disfrutando, su cuerpo activa felicidad en ese poder, pero esa sensación tiene caducidad. Tarde o temprano el organismo dice basta y pasa la factura”, dice Merino.
En otros casos, el problema de quienes no cogen vacaciones es que no saben qué hacer. “Directivos y trabajadores con un alto volumen de trabajo prefieren no parar porque no saben hacer otra cosa, para ellos parar es pasarlo peor. Y continúan hasta que explotan”, cuenta Domenech.
Tu entorno necesita que te cojas vacaciones
Hay además otro motivo fundamental por el que todo el mundo tiene que coger vacaciones. Porque les afecta no solo a ellos. Otro estudio de la universidad sueca de Uppsala dirigido por el psicólogo ambiental Terry Hartig concluyó que las vacaciones provocan un “efecto contagio” en los trabajadores.
El investigador dijo en The Washington Post que los trabajadores se vuelven más relajados y felices y provocan “una pandemia viral de felicidad”. Más allá de las reflexiones, también establecieron una relación inversamente proporcional entre las visitas a consulta por depresión y la cantidad de personas de vacaciones.
La duración ideal
Aunque nadie ha encontrado aún la fórmula perfecta, la tendencia es sustituir los permisos tradicionales de un mes por dos o tres períodos más cortos. En concreto, un equipo de investigadores finlandeses estableció que en ocho días se alcanzaba el pico máximo de bienestar y felicidad antes de empezar a declinar, como relató a The Wall Street Journal la responsable del estudio, Jessica Bloom: “Podríamos decir que la duración ideal para obtener todos los beneficios de unas vacaciones son ocho días”.
Para Merino, “dividir las vacaciones en dos o tres períodos sienta mejor. Disminuye el síndrome postvacacional y, al ser varias al año, permite jugar con las expectativas y el beneficio que supone ya la planificación misma de las vacaciones. Además, está demostrado que el impacto de las vacaciones dura entre una semana y un mes, por lo que si las dividimos también disfrutaremos de sus efectos beneficiosos varias veces al año”, explica el profesor experto en liderazgo.
Pero más allá de la duración, lo importante es la “desconexión emocional”. Es decir, hay que decir adiós al teléfono móvil y al email de la empresa. “Si no se desconecta, a la vuelta estaremos igual de cansados que cuando nos fuimos, al menos emocionalmente”, señala Merino.
A este problema han contribuido de forma perversa los smartphones que, según una reciente encuesta realizada por la empresa de viajes Pangea, son los responsables de que seis de cada 10 españoles no desconecte en sus vacaciones.
Tres “D”: descansar, desconectar y disfrutar
Desconectar es precisamente una de las tres “D” que resumen lo que debemos hacer cuando nos vamos de vacaciones para que éstas cumplan su verdadera función. En un mundo en el que cada vez vivimos más conectados al trabajo, es importante que las empresas respeten esa negociación, algo que ya está empezando a verse en iniciativas como la de Axa que regula por primera vez en su convenio colectivo el derecho a no contestar al email o teléfono desde fuera del trabajo.
Descansar es el principal objetivo de muchos, aunque psiquiatras como Domenech defienden que no hay que darle importancia al descanso: “Decir que las vacaciones son para descansar es darle demasiada importancia al trabajo, que debe tener la justa. El descanso debe buscarse cada día y durante todo el año, no enfocarlo en las vacaciones”.
En cuanto a la tercera “D”, los expertos coinciden en que es clave, lo que realmente perdura. “Las vacaciones deben ser para pasarlo bien, aprender y estar en contacto con otros”, dice Merino. “El problema de quienes no saben disfrutar de las vacaciones es que no saben qué hacer. Tienen que buscar actividades que les ayuden a llenar los huecos que les deja el trabajo”, añade. En eso coincide López, que recalca que cuando alguien acude a la consulta con fatiga emocional lo que le recomiendan “no es descansar, sino emprender otras acciones, aprender un idioma o aficionarse a algo”.
Y algo más, que destaca el experto en recursos humanos: “Las vacaciones ayudan a tener un momento para pensar en uno mismo, tanto a nivel personal como laboral. No se puede crecer como persona y estar satisfecho con uno mismo si no hay estos momentos de reflexión”.
Las vacaciones, necesarias para mantener el rendimiento
No solo para la salud, los períodos vacacionales son necesarios para conseguir mantener el rendimiento posterior. “La falta de períodos de descanso afecta a competencias como la creatividad, la capacidad de análisis o la relación con los compañeros”, afirma Merino.
Para optimizar la vuelta al trabajo lo ideal es, según los expertos, realizar una vuelta gradual. De ello dependerá, además, el tiempo que las vacaciones consigan extender sus efectos. “Es fundamental no someterse a una gran carga de trabajo los primeros días, aunque también influirá el ambiente de trabajo y lo que el trabajador disfrute de su puesto”, concluye Merino. Y pronto, a pensar en las próximas vacaciones.
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