10 Sep Ni leer los labios, ni acercarse para entender los mensajes: el doble aislamiento que sufren las personas con discapacidad auditiva a raíz del coronavirus.
Las mascarillas transparentes homologadas y los equipos FM se presentan como las soluciones más fiables. Son situaciones excepcionales que agravan más si cabe la vulnerabilidad de las personas con discapacidad auditiva.
Pablo Alvira Fuertes
Con la obligación de llevar mascarilla para evitar el contagio por coronavirus, las personas con discapacidad auditiva no pueden leer los labios, tampoco pueden acercarse a su interlocutor para entender de forma más nítida los mensajes porque deben mantener la distancia de seguridad. Esta población vive ahora una especie de segundo aislamiento tras el confinamiento, en situaciones cotidianas en las que no se pueden comunicar. Las mascarillas transparentes homologadas son la principal solución, pero no estarán disponibles hasta noviembre.
La asociación San Francisco de Sales de Hipoacúsicos de Huesca ha tenido que trabajar más para ofrecer apoyo a las demandas de las personas con problemas auditivos durante estos meses: «Solamente en Aragón, según el INE de 2016, el 34% de la población sufría problemas auditivos. Teniendo en cuenta que más del 97% de estas personas se comunican en lengua oral es un grandísimo problema. Por ejemplo, cuando iban a la agencia tributaria, tenían una distancia de dos metros hasta la mesa, separados por una mampara de plástico y con mascarilla. No había manera de entenderse», explica María Ángeles López, directora y gerente de la asociación.
Ir a la compra o a hacer algún trámite se ha convertido en una «angustia» para las personas con discapacidad auditiva, ya que no pueden conversar de forma clara. López también destaca la situación de «pacientes que estaban en el hospital o que pedían ayuda desde casa, y no podían comunicarse. No entendían absolutamente nada de que lo que les estaban diciendo», añade la directora, consciente de que es «una discapacidad invisible» y esto está creando «bastantes problemas psicológicos a los afectados, no deja de ser un aislamiento y una incomunicación».
«Es como volver a mi infancia»
José Manuel Cebollero es sordo desde que nació. A la edad que un niño o niña aprende a hablar, con tres años, comenzó a llevar audífonos. Y a los seis dijo sus primeras palabras. «Esta situación de las mascarillas me es familiar. Cuando era crío pasaba esta sensación de aislamiento porque estás aprendiendo a hablar y te ponías aparatos nuevos, es como volver a mí infancia», confiesa. Durante el confinamiento fue personal esencial ya que trabaja en una empresa de limpieza y tenía que desarrollar su actividad laboral «como cualquier día».
Para hablar por teléfono, José Manuel se comunica a través de unos auriculares y en la calle se apoya en la lectura labial. «Ahora es muy complicado con las mascarillas y el ruido del exterior. Cuando voy a comprar es muy fácil que el dependiente me repita lo que cuesta un producto o preguntar por alguna característica y me lo tengan que aclarar. Se me presentan dos obstáculos; la mascarilla y la distancia de seguridad. Muchos son comprensivos y me ayudan, quitándosela detrás de una mampara y así lo entiendo mejor. Pero no puedo mantener una conversación larga y fluida», asegura Cebollero.
Su vida social se ha reducido drásticamente, el teléfono y el Whastapp le salvan un poco, dice. Aun así, necesitan el apoyo de la asociación para acceder a los servicios principales. «Nos facilitan mucha información. Necesitamos esta ayuda para no sentirnos aislados. Llevamos luchando mucho por la barrera de la comunicación. Poco a poco se van implantando más letreros para facilitar la integración porque a través del audio no podemos percibir nada», concluye.
Mascarillas transparentes y equipos FM para escolares
En el caso de los más jóvenes, durante el confinamiento siguieron con la escuela online y los problemas surgieron cuando las clases eran conjuntas. «Muchas cosas no las entendían. En Huesca y provincia hemos ido a reforzar los apoyos escolares. Ha habido muy buena combinación con los centros educativos», indica la directora. Además, han ayudado en tareas de cambio de audífonos, sesiones de apoyo curricular, intervención logopédica o de atención a las familias.
«Ahora se habla de que la principal solución son las mascarillas transparentes pero no son homologadas. Una empresa formada por un oscense y varios italianos han ideado una con la parte central así, pero no nos las pueden facilitar hasta noviembre. Por parte del gobierno de Aragón y de educación hay colaboración y se están buscando las soluciones precisas», señala López. Asegura también que lo ideal a nivel educativo sería que se fomentase la instalación de los equipos FM, un dispositivo que se transmite por un micrófono colgado del cuello del profesor. El alumno tiene un receptor personal y cuando hable el profesor lo oye directamente en su aparato, sin ninguna interferencia.
«Son más necesarios que nunca, ya se estaban utilizando provistos desde la dirección general a todo Aragón. Y estos equipos tienen que estar al día. No pueden quedarse obsoletos, hay que renovarlos y es imprescindible que lo tengan todos los alumnos que lo necesiten porque entonces no hay manera de que sigan las clases», insiste López. Solicitan también que los centros que cubran las necesidades básicas de las personas tengan un número de contacto con WhatsApp. Para que las personas con discapacidad auditiva se comuniquen fácilmente a través de mensajes. Al igual que hacer más amplio el uso de bucles con el mismo sistema que los equipos FM, por el cual pueden ser atendidos y recibir la información directamente en las prótesis auditivas.