05 Dic Mujeres mayores maltratadas, invisibles en los datos: «Falta información específica para ayudarlas».
Expertos critican el escaso foco en estadísticas, campañas y recursos para mujeres mayores de 65.
2024. 65Ymás
Marta Jurado
Aquello de lo que no se habla no existe. Y si de lo que hablamos es de problemas que conciernen a personas mayores, la invisibilización suele ser aún mayor. Por eso, trazar un perfil sobre mujeres mayores de 65 años que sufren violencia de género en España, primer paso para que tanto los profesionales, como ellas mismas la identifiquen y denuncien, es una tarea titánica, debido a que «apenas hay datos datos estadísticos actualizados y desglosados disponibles». Una escasez de información que denuncian varios expertos consultados que aseguran que el problema radica en que la violencia de género en mujeres mayores es un «problema silenciado», «oculto tras una cortina de edadismo» y que «adolece de falta de información específica sobre ellas».
Y es que la violencia física, psicológica y sexual contra las mujeres mayores, sobre todo en el caso de que superan los 80 años «acontece bajo varias capas de invisibilidad, exclusión e infravaloración por parte de la sociedad y de las administraciones», insiste Mónica Ramos Toro, geroantropóloga feminista. «Las mujeres mayores que sobreviven a las diferentes formas de violencia de género la sufren durante periodos muy prolongados – el 40% durante más de 40 años– y ni los recursos públicos, ni la sociedad han generado mecanismos para apoyarlas y acompañarlas«, añade la también coordinadora de la Universidad UNATE (@UnateCantabria) y de la Fundación Patronato Europeo de Mayores (PEM).
Sin datos sobre la edad de las mujeres denunciantes (a no ser que hayan fallecido)
Por poner un ejemplo, a pesar de la ingente cantidad de información estadística que emite mensualmente la Delegación del Gobierno contra la Violencia de Género del Ministerio de Igualdad en sus informes y boletines, los datos más actualizados desglosados por edad se limitan en la mayoría de los casos a las víctimas mortales (y víctimas menores de edad fruto de la violencia vicaria, así como la edad de los agresores). Hasta la fecha, casi entrados en 2025, la referencia sigue siendo el macroestudio Mujeres mayores de 65 años víctimas de violencia de género del Observatorio Estatal de Violencia sobre la Mujer, publicado con datos del año 2019, previos a la pandemia, lo que dificulta la detección de tendencias.
Algo similar a lo que ocurre en el caso de las denuncias. «No tenemos estadísticas que reflejen el tramo de edad de todas las víctimas de violencia de género que denuncian«, nos confirman desde el Consejo General del Poder Judicial. «Sí disponemos de datos por franjas de edad sobre las víctimas mortales y, entre ellas, sobre las que presentaron denuncias previas contra sus agresores antes de ser asesinadas en nuestro observatorio, pero no disponemos de la evolución de las denuncias por edad de las que no han fallecido», aseguran fuentes del organismo. Tampoco hemos encontrado esta información en el Instituto Nacional de Estadística (INE).
A la conclusión de que «no hay datos sistematizados y actualizados de mujeres mayores de 65 años que sufren violencia de género» también llegaron desde la Universidad de Santiago de Compostela (@UniversidadeUSC), quienes iniciaron un Mapa de localización de las mujeres mayores de 65 años víctimas de violencia de género por parte de su pareja actual o pasada, presentado en octubre de 2024. «No hay apenas datos oficiales, lo único era la Macroencuesta del Gobierno de 2019, así que tuvimos que ir al censo de mayores de 65 años y casi casa por casa», nos confirma el catedrático de Geografía Humana de la USC Carlos Ferrás Sexto. El estudio revela que la tasa de mujeres mayores víctimas de violencia de género se da principalmente en núcleos rurales y con una mayor incidencia en el noroeste peninsular, en las comunidades de Galicia, Asturias, Castilla y León y norte de Extremadura.
Hasta hace poco ni se las contabilizaba como violencia de género
Pero tal como nos relata Jesús Goyenechea, educador social e interventor social, que lleva más de 30 años trabajando con víctimas de violencia de género mayores, la situación actual fue mucho peor en el pasado. «Hasta hace pocos años las mujeres mayores de 65 años no se contabilizaban como víctimas de violencia de género», revela Gooyen. «Las estadísticas se acababan en los 65 años por puro edadismo y si acaso se las metía en los datos de violencia doméstica, porque en muchos casos no habían denunciado y se producían en el seno del hogar, en silencio». A pesar del cambio a sí incluirlas en las estadísticas oficiales de asesinadas, el experto asegura que sigue habiendo una falta de foco, centrado en cohortes más jóvenes.
De esta manera, es muy difícil que mujeres mayores identifiquen que ellas también están sufriendo maltrato, porque no todo son golpes, ni víctimas mortales, nos cuentan. «Años de convivencia con el maltratador, la normalización de la violencia dentro de la pareja y una socialización en roles de género rígidos de épocas franquistas dificultan la verbalización del problema», apunta el sociólogo Carlos Pereda, miembro del Colectivo Ioé-Intervención Sociológica y coautor del Barómetro Social de España y varios estudios sobre Violencia de Género en España.
Invisibilidad que se traduce en falta de recursos y prestaciones económicas
Aseguran que se necesita más información fiable y detallada. «En las macroencuestas no nos dan ninguna información fiable de mujeres mayores que reflejen la realidad, porque entre otras cosas, no segmentan entre mayores de 65 y 80, por ejemplo, y han tardado mucho en incorporarlas. Con datos objetivos sabemos muy poco de ellas porque son las que menos denuncian, las que menos órdenes de alejamiento piden, las que menos están representadas, las que menos llaman al teléfono de ayuda y son asesinadas en un 13% aproximadamente…», recuerda Mónica Ramos.
Los expertos señalan que tampoco hay apenas campañas dirigidas a esta población. «Si tú eres una persona mayor que ves en una campaña a una adolescente a la que su novio la acosa por redes sociales, seguramente no te sientas identificada«, señala Goyenechea quien apunta a que están mucho más focalizadas en mujeres jóvenes, de entre 30 y 45 años. Los expertos también denuncian la escasez de personal sanitario y social formado para la detección de violencia de género en personas mayores, así como falta de espacios adaptados a sus necesidades, conclusión a la que también llega el Análisis de la atención en los servicios sociales a las mujeres mayores de 65 años víctimas de violencia de género elaborado por la Universidad de Santiago. Los expertos recuerdan que «tampoco existe una prestación económica dirigida a ellas, ni grupos de apoyo específicos, ni recursos habitacionales. En ocasiones se las saca de su casa con su marido para llevarlas a una residencia y así es normal que no denuncien», explican.
«Es hora de que el feminismo también se centre en las mujeres mayores»
Finalmente Mónica Ramos hace un llamamiento a la acción para visibilizar la problemática, formar a profesionales, crear recursos específicos y, sobre todo, incluir a las mujeres mayores en la agenda feminista. «Hemos dado por perdidas a las víctimas mayores y esto es urgente cambiarlo. Es hora de que el feminismo también se centre en las mujeres mayores. Quizás nos hemos olvidado de ellas porque las de mayo del 68 hemos descubierto esta etapa solo cuando hemos llegado a la menopausia, pero hay que poner a estas mujeres en el centro. Se lo debemos». De ahí que la última campaña de UNATE para este Día Internacional de la Violencia contra la Mujer se haya centrado precisamente en un Violentódromo para mujeres mayores de 65 años para que ellas identifiquen los diferentes tipo de maltrato a través de frases que pueden recibir de sus parejas.
También desde Helpage (@HelpAgeEspana) llaman a «trabajar desde una perspectiva interseccional hacia las mujeres mayores» y recomiendan en su informe sobre Violencia en Mujeres Mayores (2021) «más estudios que se centren en la interrelación del edadismo y el machismo», así como campañas «accesibles a las mujeres mayores y que, para ello, se tengan en cuenta posibles barreras añadidas, como discapacidades o el menor acceso a nuevas tecnologías». «Tanto el entorno cercano a las mujeres mayores como el conjunto de la sociedad e instituciones públicas tienen un papel fundamental», sugieren.