28 Sep Mercé Boada, neuróloga: «Ahora podemos detectar el alzhéimer a los 55 años y eso es un gran avance».
La reputada directora de la Fundación ACE repasa los hitos fundamentales de la enfermedad.
Marta Jurado
La doctora Mercè Boada (Barcelona, 1948, cofundadora y directora de la Fundación Alzheimer Center Barcelona (@AceAlzheimer), es una de las neurólogas más reputadas de nuestro país, reconocida con la Cruz de Sant Jordi del Gobierno de Cataluña en el 2016. Con más de 30 años de carrera dedicada a las enfermedades neurodegenerativas, sus más de 200 estudios sobre alzhéimer han marcado la pauta de la investigación, diagnóstico y tratamiento de la enfermedad en nuestro país. Por lo que nadie mejor que ella para analizar en qué situación se encuentra la enfermedad en el Día Mundial del Alzhéimer que se celebra este miércoles, enfermedad que se calcula sufren más de 800.000 personas en España.
«Se ha avanzado mucho en investigación, detección precoz y diagnóstico, pero no lo suficiente. Si en el alzhéimer tuviésemos los mismos recursos que otras enfermedades como el cáncer, éste ya sería historia», denuncia la doctora en esta entrevista con 65YMÁS. Además, invita a que los ciudadanos se revisen la memoria. «¿Por qué si tenemos una arritmia pedimos hora al cardiólogo y, en cambio, si vemos que tenemos despistes o pérdida de memoria no le damos importancia? Esto debe cambiar, porque las pérdidas de memoria no son una cosa menor», advierte.
«Cualquier paso adelante es un triunfo»
Aún así reconoce que se han dado logros espectaculares en los últimos años. «Debido a su complejidad, en la enfermedad de alzhéimer cualquier pequeño paso adelante ya es un triunfo y en estos últimos años se han dado varios saltos. En cuestión de investigación, gracias a nuevos descubrimientos de genes implicados en la enfermedad, podemos acercarnos un poco más al conocimiento cuáles son sus factores de riesgo y, gracias a ello, seguir investigando para encontrar un fármaco eficaz que modifique el curso de la enfermedad de alzhéimer, que creemos no tardará en llegar».
También se ha avanzado en el diagnóstico precoz. «Con pruebas diagnósticas cada vez más eficaces que nos permiten saber si existe un deterioro cognitivo en fases muy incipientes. De esta manera, podemos trabajar para retrasar la aparición de la demencia. Y finalmente, diría que hay algunos estudios clínicos muy prometedores, que previsiblemente nos permitirán modificar el transcurso de la enfermedad, y el tratamiento de recambio plasmático con albúmina, que frena el desarrollo del alzhéimer leve y moderado».
Señales de alerta para detectar el alzhéimer
Por eso señala que la clave para frenar sus efectos está en la detección desde fases tempranas. «Ahora atendemos a pacientes de menos de 65 o incluso de 55 años, derivados de la Atención Primaria. Hemos bajado en más de 10 años el tiempo de diagnóstico. Esto es un avance sociosanitario espectacular respecto a la realidad que veíamos en los 90, cuando el promedio era de 80 años. Esto se ha conseguido gracias a décadas de trabajo en difusión, concienciación e implicación de profesionales».
Los cambios de criterio en las políticas de detección de la enfermedad han sido claves. «Antes nos llegaban los casos cuando la persona no podía valerse por sí misma, pero la alerta debería saltar mucho antes, cuando “se deja de hacer aquello que se hacía tan bien». Y señala como uno de los retos clave para el futuro el conseguir que haya biomarcadores más precisos, baratos y accesibles. «Pronto, con un simple análisis de sangre, podremos ver si hay indicadores de deterioro cognitivo», apunta.
El Covid lo cambió todo
Un mantra que ha defendido toda su carrera es que «cada individuo es él y sus circunstancias». De ahí que señala que resulta básico definir bien el perfil del paciente, no solo desde el punto de vista médico, sino más bien sociosanitario. «Hay que tener en cuenta el perfil social del paciente, sus ingresos o su red de familiar o cuidadores, porque la enfermedad no solo afecta a una persona sino a todo su entorno. Por eso al margen de la detección en Atención Primaria, es básico que se le derive a instituciones como la nuestra con neuropsicólogos o trabajadores sociales especializados», apunta Boada, quien resalta también la necesidad de más gerontólogos en el sistema, ya que son los que más saben de las enfermedades relacionadas con la edad.
«La Sanidad no tiene en cuenta todo esto, por eso hace el que el concepto global de diagnóstico se quede sin suficiente rigor», apunta Boada. También señala que el impacto del Covid en los pacientes de alzhéimer ha sido «brutal». Boada recuerda que el cierre de centros durante el confinamiento provocó que muchos enfermos sufriesen mayor deterioro y apatía. «En nuestro caso concreto nos obligó a replantearnos la asistencia, apostar por la telemedicina y el servicio a pacientes desde el domicilio porque no queríamos interrumpir los servicios. El apoyo y los cuidados son básicos en esta enfermedad».
El futuro de la enfermedad
Otra de las patas punteras de la Fundación ACE es la investigación, habiéndose constituido como un importante hub de ensayos clínicos con más de 200 papers. Prepararse para el futuro es uno de sus objetivos y es que se estima que para 2030 habrá unos 76 millones de personas con demencia en el mundo. «Para estar preparados para ello deberíamos acelerar los estudios clínicos, ya que muchas veces son a muy largo plazo y muchos pacientes no lo aceptan». Y recuerda que su institución acaba de publicar un estudio sobre la construcción de una variable de riesgo poligénico para llegar a detectar qué personas pueden tener mayor riesgo genético de desarrollar la enfermedad de alzhéimer.
Según Boada en la investigación habría que separar entre la parte básica y clínica, que está avanzando en la detección de biomarcadores y algoritmos de riesgo y la parte genética. «Pero no para enfermedades hereditarias sino para las esporádicas, que podrían ser determinantes en cuanto a encontrar genes de riesgo, genes que indican una mayor neuroinflamación o riesgo cardiovascular. Y no solo los de riesgo sino también los que podrían ser protectores. Esto sería básico para que la industria farmacéutica encontrase fármacos adecuados», señala la neuróloga, quien recuerda que actualmente hay cuatro fármacos que permiten tratar el alzhéimer, pero no curarlo.
Test online gratuito para detectarlo
Los genes, el estilo de vida, el nivel socioeconómico… Todo puede influir en el desarrollo del alzhéimer, por lo que la doctora recomienda «revisar la memoria» ante cualquier signo. En este sentido, destaca el test FACEmemory, un cuestionario interactivo online gratuito de 45 minutos de duración desarollado por la Fundación ACE que permite detectar de forma precoz y sencilla la enfermedad. «Igual que nos medimos el colesterol, o el azúcar deberíamos mirarnos la memoria», insiste Boada.
«El test FACEmemory permite detectar el deterioro congnitivo leve. Lo puede pasar todo el mundo, no hace falta ser profesional y es una herramienta muy útil para adelantar el diagnóstico. Ya lo han pasado más de 3.000 usuarios desde nuestra web y el 17% ha obtenido resultados que podrían indicar que tienen algún tipo de deterioro, por lo que deberían acudir a un especialista». Así, la doctora recomienda a todos los mayores de 50 años, realizar este test.