¿Qué se puede recomendar entonces a esos familiares?

-Hay cosas muy sencillas. La primera es que tienen que ser conscientes de lo importante que es adoptar las medidas de prevención. Evitar el contagio es su seguro de vida. Hay que darles confianza de que se va a salir, escuchar, hablar. Podemos llamar, preguntar qué tal el día, qué han comido, si han hecho ejercicio, si han hablado con los vecinos. En caso de que tengan nietos, hacer una videollamada con ellos o grabar vídeos caseros saludando.

-El problema llega cuando la tecnología no está al alcance.

-Efectivamente. Hay problemas con la falta de conexión digital. Se necesita y es urgente que se invierta tanto para tener red con solvencia y rapidez, como para facilitar el aprendizaje a todas las personas del medio rural sobre el uso de los dispositivos más básicos que les permite estar conectados con la sociedad las 24 horas del día. Eso evitaría problemas graves de soledad.

-¿Hay algún otro problema acuciante al que se enfrente la sociedad rural en esta crisis?

-Los problemas de confinamiento son iguales para todas las personas que no se encuadren dentro de los servicios esenciales. El medio rural, en general, dedica una parte importante de su población activa a la agricultura y la ganadería. Estos sectores están viéndose afectados, especialmente los ganaderos que tienen que seguir alimentando cuando el producto no sale al mercado con fluidez. No obstante, las tiendas de comestibles que existen, o pequeños supermercados, o bien los camiones ambulantes que suministran los productos alimentarios y no alimentarios más básicos, siguen funcionando y la población no tiene graves dificultades.

-En vuestra web tenéis un buscador de ayudas a nivel municipal. También tenéis convenios con un millar de ayuntamientos de la España Rural que os ponen al día sobre su población. ¿Cómo está la situación?

– Los ayuntamientos pequeños, que son los que tenemos mayoritariamente en el medio rural , tienen pocos recursos, básicamente los que tengan dependen de la motivación de alcaldes y concejales. Recursos públicos no los tienen. Es más la voluntad propia del ayuntamiento. Ellos están dispuestos, si ven que hay gente que está sola o tienen problemas de salud mental, ellos intenta ayudar y nos facilitan el contacto para que podamos llamar y estar pendientes. También intentamos hacer, en la medida de lo posible, grupos de Whatsapp para mantenernos en contacto con todos ellos.

-¿Beneficia de alguna manera estar en el mundo rural durante el virus? Parece que la gente está empezando a prestar más atención a la España Vaciada.

-Creo que este es el empujón definitivo y que depende de la inversión que se decida hacer en el futuro. Si al medio rural se le aportan los medios para que cualquier persona desde cualquier lugar pueda teletrabajar desde el medio rural, la gente optará por mudarse. Eso va unido al desarrollo de la economía verde, que va a generar otro tipo de empleos. El virus está demostrando que el entorno rural puede aportar más seguridad, más calidad de vida. Creo que tienen que crearse sistemas mixtos que permitan que haya gente que pueda llenar de vida los pueblos. Jóvenes, medianos y mayores. El teletrabajo nos va a permitir trabajar desde el medio rural y eso es fantástico: reducimos contaminación y despoblación. Si hay internet, claro.

-¿Está la política dando la talla en la gestión social de la crisis del coronavirus?

-Creo que se equivocaron en esperar a que viéramos la realidad, porque España es un país abierto al mundo y su economía en parte depende de ello y cerrar fronteras es solo para valientes. Ello ha causado un mayor impacto en nuestro país provocando más dolor y muchas más muertes que en otros países que les afectó más tarde. En este caso ser de los primeros no nos ha beneficiado. Pero el problema, incluso hoy con el estado de alarma, es la descentralización de algunas políticas como la sanitaria. Cada Comunidad Autónoma hace lo que cree que es mejor. Lo mismo ocurre con los Servicios Sociales.

-Precisamente las residencias son el principal foco de preocupación ahora en Zamora.

-Es evidente que las residencias, tal y como están planteadas en nuestro país, son un fracaso. El 80% de las personas que van a una residencia lo hacen porque no tienen otra opción. Habrá residencias de calidad, pero son muy caras para la mayoría de la complicación. Necesitamos un servicio de asistencia a domicilio fuerte que quite peso a las residencias, con gente preparada para dar un servicio de calidad, horarios amplios y menores ratios. Para ello, las administraciones tienen que reducir límites burocráticos como, por ejemplo, requerir la ESO. Hay muchísima gente que puede aportar a los cuidados y que lo tienen imposible, precisamente, por no tener esta titulación. No obstante, Castilla y León es un buen modelo a seguir en la atención a la dependencia.

-¿Ayudaría en Zamora la Renta Mínima Vital, especialmente ahora? Actualmente, hay más de 10.000 familias que no perciben más de 416 euros.

-Por supuesto. Son 10.000 familias con ingresos mensuales de 416 euros que, pagando los gastos mínimos de luz, gas, teléfono, wifi, ya no les va llegar para hacer la cesta de la compra. La pobreza no beneficia el buen estado de salud, ya que la alimentación con productos baratos como son los ultraprocesados son los más consumidos.

-¿Cómo podemos asegurar una buena alimentación? El confinamiento está llevando a cocinar dulces sin parar.

-Los nutricionistas proponen cosas muy sencillas. Lo fundamental es que hay que comer comida de verdad: verduras, frutas, hortalizas, legumbres y patatas. En todas las comidas del día deberían mezclarse verduras con proteínas (carne, pescado, huevos y leche) e hidratos de carbono, es decir, todo lo que nazca de la tierra y sus derivados. El principal problema es la cantidad de productos de supermercado que llevan azúcar. El tomate frito la lleva, los guisantes en conserva igual. Lo más insospechado tiene azúcar. Y es adictivo. Se puede comprobar fácilmente: si te comes un chocolate del clásico, no puedes parar; pero si te comes una pastilla de chocolate negro, te sacias con esa sola pastilla.

-Digamos que hay que enfocarse en lo natural.

-A mí me gusta decir: no comas lo que tu abuela no sabría que es. También es fundamental hacer ejercicio, moverse todo lo que sea posible por casa. Es cierto que en el medio rural esto es más fácil porque hay patio o jardín. En las ciudades, o te organizas de verdad o no puedes. Solamente con media hora de movimiento al día es más que suficiente para mantener una buena salud.

-¿Aislado significa solo?

-Claro que no. En el fondo, lo que hay es miedo. Yo lo veo cada día. Hay gente que mantiene la distancia de seguridad pero con mucho miedo. Sales a la calle y parece que, más que un estado de alarma, es un estado de excepción. Eso no puede ser. El miedo aisla. Yo creo que los medios, el Gobierno y las autoridades hacen bien en meter presión para que cumplamos las medidas de confinamiento, por el bien de todos. No obstante, una cosa es eso y otra caer en la obsesión.

-¿Cómo nos tomamos esta crisis de forma positiva?

-Hay que pensar que, si China tardó dos meses y medio, en ese tiempo estamos fuera. Si piensas y dominas un pensamiento negativo, el sentimiento que produce ese pensamiento queda controlado, la emoción queda controlada y todo se calma. Cada día es un día menos. Por eso hay que ocupar la cabeza. Lo que más funciona son las cosas creativas, hacer algo que te cueste esfuerzo poderlo crear. Además, eso se puede hacer con solidaridad: enviar cartas a hospitales o grabar vídeos de ánimo. Lo importante es saber que estamos viendo la luz al final de túnel, que estamos todos aprendiendo a hacerlo bien y que nos cuidamos unos a otros.