21 Feb Médicos de EE UU anuncian la primera curación de una mujer con VIH.
Un trasplante de células madre para tratar la leucemia elimina el virus del sida de una paciente en un caso difícilmente extrapolable a infectados que no sufran tumores.
Nuño Domínguez
Un equipo de médicos de EE UU ha anunciado la posible curación de la primera mujer con VIH gracias a un trasplante de sangre de cordón umbilical. La paciente recibió el tratamiento para intentar acabar con la leucemia que sufría. La intervención contra ese cáncer sanguíneo parece haber barrido el virus de su organismo, según han anunciado hoy sus médicos en un congreso sobre retrovirus celebrado en Denver (EE UU) cuyas conclusiones ha adelantado The New York Times.
Este caso se une a otros dos pacientes “en remisión” —los investigadores se resisten a hablar de curación—. El primero fue el llamado paciente de Berlín, Timothy Brown, que pasó 12 años sin VIH tras un trasplante de células madre —finalmente murió en 2019 por cáncer—. El segundo, también un hombre, se anunció en 2019. Un consorcio internacional en el que participó el centro de investigación IrsiCaixa de Barcelona identificó otro paciente que tras un trasplante de células madre dejó de tomar los antirretrovirales y lleva 3 años y medio sin VIH detectable.
En el caso de la mujer, los médicos retiraron el tratamiento antiviral convencional 37 meses después del trasplante. Un año y dos meses después, no muestra rastros de VIH en sangre ni anticuerpos contra el virus.
Lo más llamativo de esta remisión es que la paciente, de la que no se ha publicado la edad ni el nombre, recibió un trasplante diferente al de los dos casos anteriores. Ambos hombres se sometieron a un trasplante de médula ósea de donantes adultos totalmente compatibles con sus perfiles inmunológicos. En ambos casos los donantes tenían una mutación en el gen CCR5 que confiere resistencia ante la infección por VIH. Las células madre sanguíneas de la médula ósea del donante acaban reemplazando a las del paciente, lo que reduce su tumor hematológico y le confiere resistencia contra el VIH. La tercera paciente, en cambio, ha recibido sangre de cordón umbilical de un donante que también tenía la mutación beneficiosa. La mecánica de reemplazo de células madre es la misma, pero en este caso la compatibilidad con el donante era menor.
Este tipo de intervención puede tardar meses en hacer efecto, así que los médicos recurrieron también a una transfusión de células madre de la sangre extraídas de un pariente cercano de la paciente para mejorar las posibilidades de éxito. Esto probablemente reforzó el sistema inmune de la enferma hasta que el trasplante de sangre de cordón umbilical hizo su efecto, lo que a la vez redujo el riesgo de la intervención, según ha explicado Marshall Glesby, médico de la Universidad Cornell de Nueva York y miembro del equipo médico al periódico estadounidense. Los dos casos anteriores sufrieron importantes complicaciones tras el trasplante, pero esta mujer pudo abandonar el hospital 17 días después de la intervención.
Este hito también es importante por tratarse de una mujer. Algunos estudios han detectado una progresión de la infección diferente en hombres que en mujeres, pero a pesar de ello las féminas son minoría en ensayos clínicos de nuevos tratamientos contra esta infección.
José Alcamí, director de la Unidad de Inmunopatología del sida del Centro Nacional de Microbiología del Instituto de Salud Carlos III, explica la importancia de este nuevo caso. “Aquí se han utilizado células del cordón umbilical que se extraen después del nacimiento y se almacenan congeladas en biobancos”, expone. “En los trasplantes de médula ósea los donantes son adultos y por ello debe haber una compatibilidad total entre donante y receptor. Si a eso le sumamos la necesidad de tener la mutación en el gen CCR5 tenemos que la compatibilidad sucede solo en un caso entre seis millones. Con la sangre de cordón umbilical, en cambio, la compatibilidad puede ser menor, del 50%, lo que aumenta las posibilidades de encontrar un donante apto”, detalla.
En cualquier caso será difícil ampliar el alcance de este tratamiento a muchos infectados con VIH, pues solo es ético aplicar este tipo de trasplantes a personas que sufren cánceres hematológicos, como la leucemia, advierte Alcamí. “Tenemos que recordar que la mortalidad asociada a este tipo de trasplantes es del 30% con lo que exclusivamente se debe aplicar a personas con tumores hematológicos. Otra cosa es que se reserven las muestras de cordón con la mutación en el gen CCR5 por si en el futuro puede servir para otro enfermo que además tenga VIH. Este es un caso muy espectacular, pero puntual”, resalta.