30 Jun «Me condenan a la silla de ruedas»
El hospital de Granollers suspende la intervención a un paciente de 71 años que necesita una prótesis para volver a andar – «Ya no hacen operaciones», protesta
FERRAN BALSELLS – Barcelona
Tras una vida caminando con una sola pierna, la cadera buena de Edelmiro del Río le falló en el peor momento: cuando la Generalitat ha aplicado recortes en la sanidad pública que están demorando la intervención quirúrgica en el Hospital General de Granollers (Vallès Oriental) para implantarle una prótesis. «Es injusto, si hubiera ido al médico hace un año ya estaría andando. Ahora dicen que solo hacen operaciones urgentes, que podrían atenderme si me rompiera la cadera», lamenta este jubilado de 71 años mientras se desplaza por casa armado de muletas y recostado en una silla de oficina provista de ruedas.
Los problemas en la cadera izquierda de Del Río vienen de la infancia: un accidente de tráfico le dejó sin pierna derecha a los nueve años y la cadera izquierda se ha ido sobrecargando durante décadas, hasta que la artrosis y el dolor le han impedido moverse. «Mi cuerpo solo se apoya sobre la pierna izquierda. La otra es de decoración», bromea acerca de su pierna ortopédica.
El pasado diciembre, cuando ya no podía soportar el dolor, acudió al médico. «El especialista me avisó de que necesitaba una operación urgente», explica. Tras acudir al hospital y someterse a los análisis necesarios para el preoperatorio, nadie del hospital ha vuelto a comunicarle nada. «Oficialmente nadie ha dado la cara para decirme qué ocurre», lamenta. En tono informal, sin embargo, el personal sanitario le ha dado un consejo. «No hay operaciones a la vista», recuerda que le comentaron, «Si tienes alguna forma de acelerar los trámites, utilízala». Edelmiro, que agradece el trato y la profesionalidad del equipo médico, carece de enchufes. «Me están condenando a la silla de ruedas», lamenta frotándose el muñón de la pierna derecha.
El hospital admite que los recortes de la Generalitat están obligando a retrasar algunas operaciones, pero se niega a llamar suspensión el caso de Edelmiro y niega que se hayan paralizado todas las operaciones. «Ha habido modificaciones del calendario», señaló un portavoz del centro, que no detalló por qué realizaron al paciente los análisis preoperatorios para no operarle después. «Se trata de un paciente que está en el plazo normal de las listas de espera y se le operará lo antes posible», añadió.
Hasta entonces, Del Río solo puede esforzarse en no obsesionarse con la invalidez. «Paso muchas tardes frente al ordenador, me ayuda a no agobiarme», explica. También evaluó la posibilidad de recurrir a la sanidad privada: solo el ingreso le suponía un coste de unos 3.000 euros, sin incluir el precio de la operación. «Me querían chupar hasta la sangre», dice. «Podría gastarme los ahorros, pero no lo consentiré», protesta. «Tengo derecho a la sanidad pública, he cotizado 40 años a la Seguridad Social», señala mientras enseña orgulloso su silla de oficina con ruedas.
«No quiere otra silla porque le deprime, siempre ha hecho vida normal pese a su invalidez», aclara su esposa. «Pero así no puede seguir». Y Edelmiro, orgulloso de haber logrado vivir con una sola pierna, baja la mirada para admitir que necesita una silla de ruedas.
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