Mateo, el joven de 14 años que nunca ha tenido tele en casa ni pantallas: «soy feliz».

Mateo, el joven de 14 años que nunca ha tenido tele en casa ni pantallas: «soy feliz».

Sus padres no le han entregado un móvil y un ordenador hasta que no lo necesitó el pasado curso para hacer los deberes. Reconoce que le ha dado tiempo a hacer muchas cosas, incluso a iniciar su nuevo proyecto: unainfanciafeliz.es.

Laura Peraita

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Mateo tiene 14 años. Y es un adolescente muy peculiar. «Nunca he tenido televisión en casa. Ahora, tampoco». Reconoce que en su infancia no la echaba de menos, pero cuando cumplió los 8 años y sus amigos iban a su casa se sorprendían un montón. «Me daba un poco de vergüenza que les llamara tanto la atención: ¿Pero de verdad no hay tele en tu casa?», me preguntaban fascinados una y otra vez.. Me sentía obligado a dar excusas y confesar que me gustaba mucho la lectura. Me pasaba horas leyendo. Ellos lo valoraban como algo muy bueno, mientras yo me sentía como raro cuando lo descubrían. Más tarde, con 13 años, ya no me daba corte decir que me gustaba leer y confesar que estaba muy contento en mi casa porque me daba tiempo a hacer muchas cosas».

Lo cierto es que en el hogar de Mateo nunca le faltaron alternativas para divertirse. Su madre es asesora de familias para que las relaciones entre padres e hijos mejoren, y su padre trabaja en Naciones Unidas. Ambos han educado a sus tres hijos, Mateo es el mayor, para compartir tiempo de calidad en familia. «Tengo un recuerdo muy feliz de mi infancia porque hemos estado sin pantallas y nos ha permitido pasar mucho tiempo juntos haciendo cosas creativas. Nunca han faltado materiales para hacer manualidades. Con cajas de cartón construíamos máquinas que jamás funcionaban bien, incluso, hemos hecho muebles que quedaban más o menos chulos. Como dice mi madre, lo importante no es el resultado, sino el proceso, la habilidad, el aprendizaje y la resolución de problemas, la imaginación, la paciencia… y estar entretenidos».

Mateo nació en Madrid, donde vivió hasta los tres años, pero después se trasladó con su familia a Estados Unidos, Inglaterra y ahora vive en Italia. El hueco de la tele lo ocupaban estanterías llenas de libros. Su pasión por la lectura, ahora que tiene 14 años, no ha decaído; tampoco la que siente por la ajedrez que empezó con 7 años.

Confiesa que el verano pasado, antes de empezar el curso, le dejaron tener un ordenador y un móvil para hacer las tareas escolares. «A partir de entonces he tenido acceso limitado bajo control parental. Uso la pantallas para los deberes, aunque también para jugar online a la ajedrez y ver fútbol. El móvil solo para mandar whastApp y hablar con mis amigos. A mí no me parece mal tener el tiempo de consumo limitado. Cuando me entregaron el dispositivo, mis padres me alertaron de que querían que yo siguiera siendo libre y con capacidad de continuar haciendo aquello que hacía antes y me gustaba».

Asegura que él ya tenía amigos con móvil. «Yo era consciente de que me podía volver adicto porque les veía a ellos siempre pendientes de las notificaciones, de cómo sufrían si se quedaban sin batería… No podían hacer una actividad más de 20 minutos seguidos; si jugábamos al fútbol, paraban para mirar el móvil… Me he dado cuenta de que no estar mucho tiempo con el móvil cada día me ha ayudado a no tener sólo un interés, las pantallas, sino a interesarme por muchas más cosas».

A su corta edad, Mateo también se ha percatado de que muchos de sus compañeros no tienen una buena relación con sus padres y que «si se alejaran un poco más de las pantallas, se hablaran o discutieran, se conocerían mejor y disfrutarían de otra manera del tiempo juntos».

Bajo esta idea de mejorar las relaciones familiares, a este joven se le ocurrió crear un kit de manualidades para que los padres pudieran crear junto a sus hijos unos muñecos caracterizados como cada miembro de la familia en forma de gnomos. «He disfrutado tanto haciendo manualidades y nos ha unido tanto a mi familia que creo que es una estupenda idea para que otras familias se alejen de las pantallas y se lo pasen muy bien recortando los fieltros, haciendo los patrones, pegando las maderas, colocando los adornos, personalizando los gnomos… Así cuando los coloquen sobre una estantería y los miren, verán a su familia representada y recordarán el buen rato que pasaron juntos».

Para ello, este joven ha creado la web unafamiliafeliz.es y en una semana ya ha vendido 70 unidades (los gnomos hijos cuestan 5,60 euros y los padres 7,30 cada uno, aunque quiere empezar con una promoción de verano del 15% de descuento). «En breve intentaré hacer publicidad porque, como soy muy ahorrador, tengo un dinerillo guardado de mis cumpleaños y navidades que quiero emplear para esto».

Con tan solo 14 años le gustaría decir a los jóvenes de su edad «que busquen su verdadera motivación, que la sigan sin descanso y que, aunque usen pantallas, que no sean lo único a lo que se dediquen. Hay muchas actividades emocionantes y divertidas por hacer y descubrir», concluye este joven.