05 Abr Más del 40 por ciento de los enfermos de párkinson sufre depresión
Entre el 40 y el 60 por ciento de los enfermos de párkinson sufre trastornos psicológicos que pueden derivar en depresión en algún momento de su enfermedad, según los datos que ha hecho públicos la Federación Española de Párkinson.
Ante la celebración, mañana, del Día Mundial del Párkinson, la directora del Foro Español de Pacientes, Joana Gabriele, ha afirmado que los síntomas a nivel motor de la enfermedad inciden «negativamente en una fatiga física, pero también mental, que conlleva muchas veces estados emocionales de tristeza».
El párkinson es una enfermedad neurológica, crónica y degenerativa que afecta al sistema nervioso ocasionando problemas de equilibrio, coordiación, movilidad y trastornos en la capacidad para comunicarse y hablar con los demás.
Esta enfermedad afecta a dos de cada mil personas en el mundo y se caracteriza por temblor en las articulaciones, bradicinesia o lentitud de movimientos y rigidez creciente en los músculos.
Con motivo del Día Mundial del Parkinson, que se celebra bajo el lema «Párkinson: Mejor todos juntos», Joana Grabiele ha insistido en la importancia de generar «un clima de sensibilización a todos los niveles, médico, clínico, social, científico, psicológico y emocional».
Los portavoces de la FEP han señalado que «la depresión es una parte integral o intrínseca de la enfermedad del párkinson, sin relación con el grado o la duración de los síntomas físicos».
La impresión que recibe la persona a la que se diagnostica la enfermedad puede ser «la de haber caído en una fatalidad insuperable» y las emociones van desde dudar o negar el diagnóstico a caer en una sensación de vulnerablidad, ansiedad, tristeza o depresión.
La neuróloga María José Catalán, del Hospital Clínico de Madrid, ha explicado que «en muchos casos el paciente achaca la lentitud a la edad, se acomoda, y no es consciente de lo afectado que está por la enfermdad».
El propio diagnóstico es, en sí mismo, terapéutico porque el enfermo descubre qué le sucede, pero «la angustia es suplantada por la preocupación y el sentimiento de culpa» causado por la sensación de convertirse en una «carga» para la familia, han comentado los expertos.
Además, entre el 10 y el 20 por ciento de los afectados de edad avanzada experimenta algún tipo de demencia y por eso «hay una línea de investigación que estudia la posible interconexión entre párkinson y demencia», ha añadido Joana Grabiele.
Los expertos recomiendan hablar abiertamente con otros sobre los cambios que supone la enfermedad y mantener una actitud positiva, porque el hecho de disponer de medicamentos para tratar eficazmente los síntomas «y que la enfermedad progrese lentamente, constituye una esperanza».
«La vida de un enfermo de párkinson es como una vida a cámara lenta», ha apuntado Joana Gabriele, por lo que toda acción que aumente la capacidad funcional del paciente no sólo mejorará su calidad de vida sino de su contexto, fundamentalmente la figura del cuidador.
Joana Gabriele ha resaltado la necesidad de inversión económica en la mejora de la atención integral del párkinson que beneficia al paciente y a los familiares, porque «si diagnosticamos precozmente e invertimos en personal especializado, la discapacidad total, que es la que genera un alto coste económico y social, estará muy lejana».
Una dieta equilibrada que no abuse de las proteínas y hacer ejercicio contribuye a mejorar la movilidad, la flexibilidad y la coordinación, y a mantener durante más tiempo la autonomía del paciente, «lo que produce una sensación de éxito y control sobre la enfermedad».
Las asociaciones de apoyo al párkinson recuerdan que las terapias complementarias como la fisioterapia, la logopedia, la terapia ocupacional, el yoga, el tai chi, la musicoterapia y la acupuntura pueden ayudar física y emocionalmente a los pacientes de párkinson.