15 Sep Más de la mitad de los niños ve adecuado prohibir el móvil en colegio para evitar el acoso y las distracciones.
Según el informe «La opinión de los estudiantes» el acoso escolar se ha reducido significativamente en el curso 20-21 respecto a las cifras de 2016.
Laura Peraita
Con la vuelta al cole en ciernes, no son pocas las familias que opinan que hay una asignatura pendiente que arrastran los centros escolares desde hace años: el acoso escolar. Miles de alumnos vuelven a clase con temor a revivir esta pesadilla, tras la tregua que quizá concedió el verano y el confinamiento, a pesar de que este tipo de violencia se ha subido al tren de las nuevas tecnologías y las redes sociales se encargan de extender hasta cualquier rincón.
La nota positiva en este asunto es que el acoso escolar ha descendido, puesto que en 2020 y 2021 se alcanzan los niveles más bajos, pasando de un 50,1% de casos de bullying en 2016 al 15,2% actual. El motivo está en que desde que se decretó el estado de alarma los escolares se vieron privados de ir a clase, lo que redujo significativamente la interacción física entre ellos y, por tanto, la probabilidad de que se pudiese producir el acoso presencial.
Posteriormente, con la vuelta al colegio, las medidas sanitarias de distancia fomentaron un control por parte del profesorado mucho mayor, puesto que la ratio docente-alumno se redujo. Al menos así lo señala el estudio “La opinión de los estudiantes. III Informe de Prevención del Acoso Escolar en Centros Educativos en Tiempos de Pandemia 2020/21», elaborado por Fundación Mutua Madrileña y Fundación Anar.
Lorenzo Cooklin, director general de Fundación Mutua Madrileña, explica que aunque este resultado era «algo esperado por las circunstancias de la pandemia», se muestra optimista como resultado de la eficacia de las campañas de concienciación realizadas en los últimos años sobre este asunto. «Bien es cierto –matiza– que el acoso físico cede terreno al ciberacoso, no solo mediante WhastApp, sino sobre todo a través plataformas más recientes como son Instagram, TikTok e, incluso, a través de juegos en línea».
Según este informe –en el que han participado 18.510 alumnos y casi 500 docentes–, el acoso más frecuente es aquel que afecta a una sola persona del aula y, sin embargo, aumentan las agresiones en grupo, suponiendo el 72,4% de los casos detectados en 2020 y 2021 (43,7% en 2018 y 2019). Además, entre los diferentes tipos de agresiones aumentan los insultos, motes y burlas (86,3% de los casos), la difusión de rumores (46,9%), así como los empujones y las collejas (45,3%). «Pero no olvidemos —recalca Cooklin— que también existe un acoso muy dañino: el aislamiento hacia los estudiantes en WhatsApp o en otras redes sociales».
En cuanto a los motivos para acosar a un compañero destaca, en primer lugar, el aspecto físico (52,5%), seguido de ser diferente(46,4%), las cosas que dice o hace (39,1%), que no se relaciona bien (34,2%)…, ocupando como una de las razones últimas tener mucho o poco dinero (14,2%).
Actuar sin conocimiento
No obstante, para Benjamín Ballesteros, director de programas de Fundación Anar, resulta muy llamativo que el 21,8% de los niños reconocen haber participado en alguna situación de bullying sin darse cuenta, «y el 96% aseguran que, de haberlo sabido, no lo hubiera hecho. El problema es que hay muchos chicos que no son conscientes de que determinadas acciones son acoso. Para ellos, poner un mote, por ejemplo, puede resultar gracioso porque no saben medir el impacto negativo que puede producir en quien lo recibe. De ahí la importancia de sensibilizar sobre qué es el acoso y sus consecuencias».
También incide en mejorar la formación de los profesores, «ya que son ellos quienes la demandan» para tener mecanismos que les permitan detectar y afrontar una situación de riesgo. «Curiosamente –matiza Ballesteros–, los docentes apuntan que las medidas punitivas en los agresores, como castigos o la expulsión del centro, no son tan eficaces como las charlas informativas».
Del chivato al héroe
Lorenzo Cooklin también coincide al señalar que las campañas de concienciación que se realizan desde hace años están dotando de mejores herramientas tanto a alumnos como a profesores para saber cómo hacer frente a estas situaciones de acoso. «Además, las consejerías de educación de cada comunidad autónoma han creado protocolos para que se pongan en marcha en los colegios. Protocolos que deben activarse a la mayor celeridad posible con el fin de evitar el más mínimo sufrimiento en los escolares y que pueda provocar situaciones dramáticas. El acoso no puede robar la infancia ni adolescencia a ningún estudiante».
Ballesteros considera también muy importante que con esta labor se está logrando dotar de cada vez más valor al testigo del acoso, «puesto que pasa de tener el rol de chivato a desempeñar un papel de héroe que salva a una víctima. De hecho, los alumnos encuestados creen que la forma de resolver un suceso de estas características es avisar al profesor y a la familia».
Polémico uso del móvil en el colegio
Por último, al director de la Fundación Anar le resulta muy llamativo que la mitad de los niños valora positivamente la prohibición de los teléfonos móviles en los colegios. «Tan solo un 23% lo perciben como una medida inadecuada –matiza, no sin negar su asombro–. El 18,6% consideran que esta medida ayuda a evitar la tentación de hacer fotos o vídeos con intención de dañar a los demás y las distracciones (16,5%)».
A finales de 2019 la comunidad de Madrid prohibió el uso de móviles en las aulas. Era la tercera comunidad que lo hacía tras Galicia y Castilla-La Mancha. Los profesores se suman a esta tendencia, puesto que el 78,8% consideran que el teléfono móvil no es necesario para el aprendizaje, y su prohibición en los centros escolares ayudaría a detener el acoso.