07 Abr MARGARITAS, ANTONIAS, CELESTINAS: ALCEMOS LA VOZ POR LAS CUIDADORAS
ANA ISABEL ESTEBAN MARTÍNEZ
Recientemente ha publicado el Instituto Nacional de Estadística las defunciones en España, que ascienden a 395.830 y las clasifica según la causa de muerte en 2014. Los medios de comunicación han llamado la atención sobre las causas no naturales, es decir las causas externas y especialmente sobre el suicidio, que se mantiene como primera causa de muerte, sustituyendo a los accidentes de tráfico desde la entrada en vigor del carnet de conducir por puntos.
Llaman la atención sobre 3.910 personas, que según los expertos en el 80% de las ocasiones sufren enfermedades mentales graves, depresión, etc. Es difícil para las 3910 familias digerir esta experiencia dramática a la que no estamos acostumbrados los países mediterráneos, por nuestra cultura, religión, valores, por un clima más cálido, por el tipo relaciones sociales, familiares que mantenemos, etc. Al suicidio lo consideramos una autoagresión, no un derecho a decidir sobre la propia vida. Está mal visto socialmente, sigue siendo tabú. Pero para hacerle frente a un problema, lo primero es conocerlo, reconocerlo, hacer introspección, analizar las causas, las consecuencias y las propuestas de cambio para combatirlo.
Del total de suicidios apuntados anteriormente el 31% corresponde a personas mayores de 65 años. Siempre y en todas las edades y en todas las épocas estudiadas son más los hombres que finalizan así con su vida. 920 con más de 65 años en 2014, de un total de 1215 personas mayores. Un 0,015 de los más de 8.000.000 de personas mayores que viven en España es mucho, porque cualquier muerte infringida es un fracaso social y nos debería obligar a buscar las causas estructurales y las soluciones necesarias para que morir no merezca la pena.
La realidad social está en permanente evolución y para sobrevivir hay que aprender a adaptarse. Ahora vivimos en una sociedad con una gran espereza media de vida que supera los 82 años, esta circunstancia que nos alegra, provoca que más de 1,7 millones de personas mayores vivan solas, especialmente mujeres, 1,2 millones, unas eligiendo vivir así, y otras obligadas por las circunstancias. El vivir muchos años, al menos por ahora, tiene la desventaja de sufrir enfermedades incapacitantes en numerosas ocasiones, que obligan a necesitar servicios y cuidados de larga duración para seguir viviendo. Son más de 1,5 millones las personas dependientes en España. Unas están atendidas por servicios profesionales, en el domicilio y fuera de él, otros cuentan con servicios privados y apoyos públicos, unos pocos tienen servicios públicos y finalmente y no por ser menos numerosos están los cuidados familiares con apoyo suficiente o no, sin olvidarnos de los que no cuentan con nada, ni con nadie.
Los cuidadores familiares, mayoritariamente mujeres de mediana edad, son trabajadoras sin derechos laborales, (no cotizan para tener una pensión, ni derecho al desempleo, ni vacaciones, ni días festivos), con jornadas laborales extensas, hasta las 24 horas del día, durante los 365 días del año dedicadas al cuidado de una persona dependiente) a cambio de una contraprestación mísera o incluso nada, porque es un familiar directo. En Castilla y León por un trabajo así, fuera de las leyes, la Junta de Castilla y León puede contribuir desde 40 € hasta 280€ si se es pobre de solemnidad. Este tipo de trabajo no se sabe cuánto puede durar, pueden ser unos meses, o unos años, la medía está en más de 6 años. A las mujeres de la familia, especialmente, se les indica el camino para que concilien profesional, personal y familiarmente. Siempre hay quien se ha de sacrificar más.
Los costes profesionales del cuidado a la dependencia son altos, porque si son legales, emplean mucha mano de obra y muchas familias no se lo pueden permitir. Por ello se usa, y a veces se abusa del cuidado solidario familiar. La precariedad del trabajo de las cuidadoras familiares unida a la carga del cuidado desemboca en situaciones de las que se habla poco, pero que existen y cada vez son más numerosas. Se estima que entre 1 y 10 % son personas mayores maltratadas.
La Organización Mundial de la Salud, define como maltrato a los mayores, “como un acto único o repetido que causa daño o sufrimiento a una persona de edad, o la falta de medidas apropiadas para evitarlo, que se produce en una relación basada en la confianza.”
El maltrato a las personas mayores es un problema universal, se da en todos los países, y desde la antigüedad. Pero aunque el problema sea viejo, no es menos problema, sino más, porque cada día el número de personas mayores se está incrementando y así seguirá en las próximas décadas, y el número de cuidadores irá disminuyendo. El/la maltratador suele ser conocido de la víctima, y es dentro del contexto familiar y/o en la unidad donde se proveen los cuidados, donde ocurren la mayoría de los casos de maltrato”.
En España hay 60.000 personas mayores que sufren o han sufrido maltrato a lo largo de la vida. Según la Red internacional para la prevención del maltrato a la Personas Mayores (INPEA) el maltrato está afectando entre el 3% y el 5% de los mayores que residen en sus domicilios y entre el 10% y el 15% de los mayores que viven en instituciones. Se sabe que el 81% de las víctimas de maltrato son MUJERES y quienes causan el daño también.
Podemos mirar para otro lado, porque esto no nos gusta, pero el silencio, de las víctimas, los profesionales, la familia, y la sociedad, estos silencios son cómplices de estos malos tratos y de la poca consideración que tenemos como sociedad hacia la carga de cuidados a la que sometemos a las cuidadoras familiares. No es disculpable el maltrato, aunque sea de baja intensidad, pero socialmente deberíamos de reaccionar y evitar estas situaciones límite.
El riesgo de maltrato aumenta cuando los cuidadores soportan largos periodos de estrés, de penuria, cuando se sienten sobrepasados por una situación en la que reciben escaso soporto público y de su propio entorno familiar o afectivo.
Se sabe que la mayoría de los maltratos no se denuncian, que suceden dentro del ámbito domestico, y que al maltrato se suma el chantaje emocional y económico.
Además de este maltrato que afecta a un gran número de personas que viven en el domicilio, está la denominada violencia de género (27.087 intervenciones en España en 2014, 557 son mujeres mayores) y también la violencia doméstica (violencia ejercicio contra miembros de la familia: que ascienden a 7084, siendo mujeres el 61%). Estas violencias tienen en común el ámbito doméstico, y la principal víctima es la mujer.
Mejorar la sensibilización de la sociedad, de los profesionales y de las propias personas mayores, de los cuidadores del entorno familiar, respecto a los riesgos, características y consecuencias de la violencia (mal trato) es una de las mejores herramientas para su prevención.
Nos puede preocupar mucho como ponen fin a la vida algunas personas, pero al menos a mí, me preocupa bastante más como viven el día a día miles de personas que puedan llegar a decidir, que así no merece la pena vivir. No solo miremos, pongamos el hombro, las manos, la cabeza y la sonrisa, además de la economía para cuidar de los mayores y de l@s cuidador@s. Alcemos la voz y que el eco sea ensordecedor.