Luna, la perra terapeuta

Luna, la perra terapeuta

Luna, una perra sin pedigrí, es terapeuta. Su primer trabajo lo hizo con un grupo de personas con enfermedad mental y discapacidad intelectual de Laciana. Su próximo reto, pacientes con párkinson. Luna fomenta la autoestima, la comunicación y el movimient

ANA GAITERO / VILLABLINO

La caninoterapia es una experiencia novedosa en León. Y Luna es la primera perra de terapia entrenada para esta misión en la provincia. Ainhoa González Pinteño, una joven lacianiega, se ha formado para impartir terapia asistida con animales y ha escogido a su perra mestiza, de seis años, para emprender la tarea de ayudar a personas con dificultades de diferente índole.

A primeros de año comenzó su andadura con un grupo de personas con enfermedad mental de la asociación Alfaem Feafes León de Villablino. «En pacientes con enfermedad mental se ha comprobado que la terapia asistida con perros y gatos mejora la comunicación y la realización de tareas cotidianas como la higiene, la movilidad, el bienestar general y la sociabilización».

Con estos objetivos comenzó su trabajo terapéutico con Luna y una docena de personas. La joven, que es peluquera canina, obtuvo su titulación en la Fundación Bocalán, la entidad de mayor trayectoria y prestigio en el ámbito de la terapia asistida con animales en el mundo que hace dos décadas hizo realidad un sueño antiguo.

«Después de muchos años de experiencia podemos asegurar que los animales nos dan la oportunidad de mejorar la calidad de vida de cualquier persona y que manifiesta diariamente beneficios en el ámbito de la motivación, sociabilización y por supuesto, en el campo terapéutico», apunta esta organización sin ánimo de lucro.

En León la caninoterapia es La Segunda Oportunidad, nombre de la asociación creada para desarrollar los programas terapéuticos que dirige Ainhoa González Pinteño. Es una entidad de ámbito estatal que inicia su actividad con programas locales, lo más cercano que tiene a su alcance. «Es muy conocida la terapia con caballos, pero mucho menos el uso de perros, gatos, burros y otros animales, incluso jirafas, para ayudar a las personas», explica.

Luna es una perra muy sociable a la que «le gustan las personas y, particularmente los niños, pero era muy nerviosa». No es una perra con pedigrí, es un cruce con ojos de lobo, lo cual no impide que pueda ejercer como perra de terapia. «No sólo son útiles los labradores o los golden para este trabajo», aclara.

En octubre Luna cumplirá seis años, toda una adulta en el mundo canino. Con el entrenamiento diario a que es sometida «admite el trabajo diario para poder impartir terapia». Un perro que va a dedicarse a estas tareas requiere como mínimo de un año de entrenamiento específico y después un mantenimiento diario.

Los resultados del programa con Alfaem Feafes León fueron «muy satisfactorios» hasta el punto de que la experiencia fue presentada en el encuentro sobre terapias alternativas para abordar la enfermedad mental que celebró Feafes Castilla y León en la capital leonesa.

«El perro actúa como facilitador de la comunicación, lubricante emocional carente de prejuicios, incitador al juego, modelador de comportamientos y vector que mejora la capacidad de relacionarse», explica Ainhoa González.

A lo largo de la experiencia de la caninoterapia en el campo de la salud mental se ha comprobado, añade la terapeuta, que «la terapia asistida con perros mejora el síntoma de la esquizofrenia y trastornos mentales como la anhedonia o incapacidad de sentir placer, satisfacción o bienestar ante los estímulos tenidos por placenteros».

La primera sesión con Luna fue a través de una foto de la perra. Con esta imagen se la introdujo en el grupo. Sólo era un aperitivo. Pronto empezaron las clases presenciales. En la primera, Luna hizo el reloj. Las personas participantes se pusieron en corro y la perra se presenta a cada una y les saluda. «Fue el punto de partida para empezar a preparar una obra de teatro», aclara.

En sesiones sucesivas, la perra colaboró en juegos y se prestó para ser la ‘mascota’ particular de cada usuario. Se les enseña el manejo del perro, órdenes sobre la marcha, cómo llevar la correa y otras tareas básicas a la hora de tratar con un perro. Luna se convirtió, poco a poco, en partícipe activa de los juegos del grupo —Memory Animal, Pasapalabra— eligiendo las tarjetas de cada jugador.

Es la introductora de experiencias de interrelación y comunicación y autoestima como comentar en público algo positivo de cada una de las personas. Al mismo tiempo, se avanza en el adiestramiento. Los pacientes cogen confianza y mejoran su concentración pues el manejo de la perra requiere de esta actitud. También entrenan la memoria para recordar las señales que hay que hacer a la perra para que obedezca sus órdenes y todo ello reporta «satisfacción».

El contacto con la perra también relaja, lo que contribuye a disminuir la impulsividad. «La autoestima se vio muy mejorada al sentirse útiles y cada vez más motivadas», explica la terapeuta.

Después de la experiencia con los pacientes con enfermedad mental, Luna se prepara para su próximo reto. En septiembre iniciará un módulo terapéutico con personas afectadas de párkinson una enfermedad neurológica de tipo degenerativo que todo el mundo conoce por sus característicos temblores pero que tiene otros muchos síntomas muy desconocidos.

Los objetivos son específicos para las características de este grupo y el programa se realiza en esta ocasión en colaboración con la Asociación Párkinson Babia-Laciana. En Carrasconte, donde el colectivo celebró su fiesta anual a finales de junio, Luna realizó su sesión de presentación a las personas, familiares y el voluntariado que colabora con la asociación.

«En pacientes con párkinson, las neuronas que producen dopamina no funcionan correctamente o se van muriendo por lo que les cuesta mucho coordinar los movimientos musculares e iniciar la marcha», señala.

Los objetivos de la terapia asistida con perros son «mejorar la calidad de vida de los usuarios a través del desarrollo de habilidades relacionadas con el manejo de su enfermedad, mediante la introducción de animales en sus espacios de vida diarios».

Si el perro es el mejor amigo de las personas, la caninoterapia viene a demostrar que su amistad bien aprovechada procura beneficios que siendo aparentamente pequeños pueden ser grandes para personas que sufren enfermedades mentales, neurológicas, discapacidades de otro tipo o atraviesan por momentos difíciles. Ya lo dice el famoso educador de perros César Millán: «Hay que utilizar la psicología canina para que los humanos se ayuden a sí mismos, no para educar a los perros».

La Fundación Bocalán, entidad de más trayectoria y prestigio en la terapia asistida con animales en España, subraya que «después de muchos años de experiencia podemos asegurar que los animales nos dan la oportunidad de mejorar la calidad de vida de cualquier persona y que manifiesta diariamente beneficios en el ámbito de la motivación, sociabilización y por supuesto, en el campo terapéutico».

En la exhibición de Carrasconte Luna mostró sus trucos a las personas con párkinson y, por parejas, caminaron a su lado. Todo un logro para personas como Joaquín, de 54 años, que padece la enfermedad desde hace una década y apenas tiene relaciones sociales desde entonces. Hace ocho años fue operado y le introdujeron unos electrodos en el cerebro para su estímulo, una de las terapias para el párkinson más novedosas en los últimos 30 años para reducir el uso de medicación y sus efectos adversos.

Luna se convertirá a partir de septiembre en el ‘electrodo’ externo del grupo y de cada persona en particular. Los objetivos son trabajar la memoria a corto y largo plazo, la concentración, la motricidad fina y gruesa y ejercitar y mejorar la deambulación, el inicio de la marcha y la coordinación de movimientos.

El juego de premios es ideal para que los pacientes ejerciten sus movimientos de piernas y brazos. Luna se coloca en el centro y a la derecha un montón de premios. Cada paciente tiene que lanzarle uno. Y Luna lo recoge. Otro de los juegos consiste en que los usuarios imiten los movimientos de la perra. «Trabajamos así la rotación del tronco, la propiocepción, el agarre y la motricidad fina y los movimientos», explica Ainhoa González Pinteño.

No es un experimento. Ya se ha llevado a cabo en la Fundación Bocalán con buenos resultados. Las personas con párkinson no sólo tiemblan, también pueden sufrir rigidez en las extremidades, padecen trastornos del sueño y depresión, dificultades en el equilibrio, es característico su movimiento de ‘muñecas de famosa’, con pasos cortos y rápidos como impulsados por una pila.

El párkinson afecta a 120.000 /150.000 personas en España. La mayoría son mayores de 65 años, pero al menos un 10% son diagnosticadas en la cuarentena o cincuentena de su vida, cuando no antes.

www.diariodeleon.es/noticias/afondo/luna-perra-terapeuta_809979.html