Los servicios de atención a domicilio, residencias y escuelas infantiles asisten a la España vacía.

Los servicios de atención a domicilio, residencias y escuelas infantiles asisten a la España vacía.

Clece realiza estos servicios que favorecen la formación y empleo en entornos rurales.

E. García

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Desde 1975 hasta 2021, se ha pasado de un país con 34,2 millones de habitantes a otro de alrededor de 47,3 millones, pero este aumento de la población no se nota en todas las zonas por igual. Estas son las últimas cifras de un informe publicado este mes de mayo por el Instituto Nacional de Estadística (INE)..

Durante estos 46 años de revolución económica que ha afectado a todos los sectores, “amplias regiones del país se han visto afectadas por movimientos migratorios de gran calado desde las zonas rurales hasta las grandes ciudades”, y es así cómo provincias como Zamora han visto que su población se reducía en este periodo más de un 31%, seguida por Lugo, Soria, Teruel, León, Salamanca, Jaén, Burgos y Ciudad Real.

De acuerdo con el Mapa 174 realizado por los geógrafos José Antonio Guillén, técnico de la Red SSPA, y María Zúñiga, profesora de la Universidad de Zaragoza, Grupo CEOT, IUCA del Departamento de Geografía y Ordenación del Territorio de la Universidad de Zaragoza, 3.589 municipios, que vienen a ser el 44,2% del total de España, ocupan el 37% del territorio (185.734 km2), pese a lo cual, en ellos solo viven 1,11 millones (el 2,4% de la población).

Las más perjudicadas son las tres provincias de la SSPA (Áreas Escasamente Pobladas del Sur de Europa), Soria, Cuenca y Teruel, seguidas por Castilla y León, el norte de Castilla-La Mancha, el este de Galicia, el sur de Asturias, Aragón norte y sur. Tampoco están mejor en el norte de Cataluña, Extremadura este, Albacete sur, la mitad oriental de Andalucía y ciertos municipios de la Comunidad Valenciana.

A estas áreas se les ha dado en llamar la España vacía y los efectos de esta despoblación para los habitantes que siguen no son fáciles sobre todo en aspectos tan básicos como la atención sanitaria, la educación, el transporte o el cuidado de los ancianos y personas dependientes.

La buena noticia es que la gran mayoría de las personas en situación de dependencia en estas áreas más despobladas está ya cubierta por la Ley de Dependencia y, justamente en esas comunidades, las listas de espera son de las menos numerosas.

Eso es en parte gracias a la labor de Clece, empresa que contribuye con el cumplimiento de determinados servicios como el de ayuda a domicilio (SAD) y los prestados por residencias de mayores y escuelas infantiles a la vertebración socioeconómica de la España vacía.

Dadas las características de las zonas incluidas en el concepto de España vacía, los servicios se tienen que adaptar a las circunstancias y el entorno, presentando ciertas diferencias con aquellos otros que se realizan en lugares más poblados. Por ejemplo, María Belén García Fernández, directora de la Residencia Nuestra Sra. de la Magdalena, situada en la localidad de Villaornate, en León, señala que, además de las largas distancias y la escasez de transporte, «no hay mucho ‘donde elegir’, aspecto que tiene una gran repercusión de casi todos los departamentos y servicios, pero quizá el más reseñado es la dificultad de encontrar personal cualificado y con experiencia ya que la mayoría ha emigrado a ciudades».

Algo que no siempre es negativo para José Manuel Millán, gerente de la zona noroeste, que compara que «en las zonas urbanas, los auxiliares tienen jornadas más altas, acumulan casos y hay muchas personas que viven del mismo sueldo».

En cambio, prosigue, el perfil de la auxiliar del SAD rural es el de una mujer que trabaja unas horas como complemento a la renta familiar, que no tienen estudios superiores, así que en Clece consideran que «hay que facilitar su formación y acreditación, porque la cercanía es un valor, facilita una vinculación y una atención más personalizada, una mayor calidad». Aunque también hay riesgos, admite Millán: «el servicio debe cumplirse con rigor (horario, tareas…)», y por eso hay que ocuparse de la profesionalización.

En todo caso, el servicio de ayuda a domicilio es un sector que está contribuyendo a fomentar el empleo, partiendo de la premisa de que desplazar auxiliares que viajen decenas de kilómetros encarece el servicio es poco ecológico, pone en riesgo al personal en la carretera. Por eso Millán aprecia que «crear puestos de trabajo locales ayuda a mantener y fijar la población, tanto al mayor que se siente más seguro como a la vecina que se gana el sueldo. Tiene un impacto importantísimo».

Por lo que respecta a las escuelas infantiles, Verónica Plata, quien gestiona principalmente escuelas infantiles en la zona sur de España, sugiere que, para que nuestros pueblos no queden abandonados, es fundamental que se creen empleo y soluciones de conciliación familiar y laboral en los municipios de pertenencia, que es justo lo que consiguen desde Koala con las escuelas infantiles en los pueblos pequeños: «además de los puestos directos, como son las maestras de educación infantil, las técnicos de educación infantil, cocineras y personal de limpieza y mantenimiento de las propias escuelas, creamos puestos indirectos, ya que, dentro de nuestra gestión, se intenta facilitar que nuestros proveedores sean locales, siempre y cuando se adapten a nuestros requisitos de calidad».

Cuando no hay profesionales suficientes en el propio municipio para dar un servicio de calidad, van abriendo la oferta a los municipios cercanos, pero también en algunas ocasiones han recurrido a personas que tenían que hacer un largo recorrido hasta la escuela. «En estos casos, nuestro departamento de selección busca no solo requisitos formativos y profesionales con vocación, sino personas que muestren compromiso con cada uno de los proyectos», apunta Plata.

En las residencias, intentan encontrar personal lo más cercano posible y también buscan personal que esté interesado en mudarse a la zona con un puesto de trabajo, como puede ser el de los auxiliares que se desplazan para cuidar a los mayores que viven en las poblaciones más aisladas sin transporte. Incluso hay muchas familias emigrantes extranjeras en esos pueblos en trabajos agrícolas, albañilería y en el SAD, que se ocupa de la atención personal (aseo) y doméstica (limpieza, comida, toma de medicación…)

A donde no llegan los profesionales personalmente, llega la telemedicina, que se está usando en las residencias rurales, donde la escasez de personal sanitario es enorme y afecta también a los centros de salud. Millán comenta que «con esos servicios médicos centralizados, tenemos 16h/día de atención médica por videoconferencia, para lo que se ha invertido en los centros en equipos y en asegurar la conectividad, que no es fácil».

El servicio tiene dos vertientes: consulta inmediata por una duda o una emergencia de cualquier profesional (sea teléfono o vídeo) y consultas programadas por agenda para seguimiento de los usuarios. Los médicos remotos acceden online al expediente sanitario del residente y ven, escriben y pautan como si estuvieran allí.

El SAD y las residencias fijan población, tanto mayores como población activa 

Los servicios sociales rurales (SAD, residencias) son de las pocas actividades económicas que se pueden hacer en local siendo más competitivas, sin deslocalizar, con mayor calidad y a menor precio. Por eso Millán opina que «deberíamos apostar por ellas, porque necesitamos vertebrar el territorio, es una necesidad de país. Si nuestras zonas rurales acaban siendo desiertos demográficos, además de la pérdida social y cultural, tendrá un coste mantenerlas. De momento empieza a haber conciencia y visibilidad en el problema, pero no hay esa apuesta.

García Fernández remata argumentando que «la mayoría de las personas se mudan a la gran ciudad por falta de trabajo, y en las residencias damos esa oportunidad de poder quedarse en el pueblo o la zona donde se han criado. A todos los niveles, porque se necesitan auxiliares, limpiadores, mantenimiento, etc».

En conclusión de la directora: «si no fuera por estos servicios, los pueblos de la España vacía acabarían despoblados totalmente, ya que los familiares de los residentes se verían obligados al traslado de sus mayores a la ciudad con ellos».



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