21 Jun «Los profesores son el fonendoscopio de la realidad de los alumnos».
Diversos expertos en educación, psicología y psiquiatría participaron en la presentación de la I Encuesta sobre la Salud Mental de los Alumnos y analizaron el papel fundamental de los docentes en el bienestar mental de los estudiantes.
2024. ABC
Pilar Ponce, presidenta del Consejo Escolar de la Comunidad de Madrid, reconoce que una de sus mayores preocupaciones son los docentes y los padres «porque si ambos están bien, los alumnos también lo estarán». Al menos así lo señaló al inicio de la presentación del Observatorio de la Salud Mental en la Escuela de Aula Siena, que reunió a profesionales de la psiquiatría, la educación y la pedagogía para analizar posibles abordajes de los motivos por los que el 60% de los estudiantes han visto deteriorada su salud mental en los últimos años.
Durante el acto, celebrado en la Universidad Camilo José Cela, el doctor en Psicología Javier Urra aseguró que el papel de los docentes es fundamental «puesto que los profesores son el fonendoscopio de la realidad, son los que van a recomendar que esos niños acudan al psicólogo, al psiquiatra. Los docentes conocen muy bien a sus alumnos, saben perfectamente quién de ellos no va a quedar con ningún amigo y estará solo cuando llega el fin de semana, quién es el que tienen pensamientos extraños o de ideación suicida, quién va en manga larga en pleno mes de julio para esconder las señales de sus autolesiones…».
Y es que, tal y como señalan los datos del Observatorio, como resultado de la encuesta realizada a profesores de centros privados, públicos y concertados de enseñanza no universitaria en España, los aspectos que más afectan a la salud mental de los alumnos son: la conflictividad en el entorno familiar (51%), el uso excesivo de móviles y redes sociales(47%), la conflictividad en el entorno de amistades (45%), el acceso a contenidos inapropiados (41%), el consumo de sustancias(35%), el uso excesivo de videojuegos y juegos online, (38%).
Respecto a los contenidos que más influyen al bienestar emocional de los alumnos, los docentes encuestados destacaron tres fundamentales: la violencia explícita (44%), la pornografía y los juegos online y videojuegos.
El análisis también solicitó de los docentes que manifestaran qué canal o red consideran más nocivo para el desarrollo emocional de los estudiantes. La respuesta fue muy significativa: TikTok (56%), Instagram (36%), Twich (34%) y X (30%).
Igualmente se puntualizó que las situaciones que hacen sospechar a los profesores de que el alumno pueda padecer un problema de salud mental son, en primer lugar, la conducta violenta o desafiante (48%), el bajón repentino del rendimiento académico sin motivo aparente (48%), la falta de motivación y tristeza (47%), el aislamiento del grupo (47%), el nerviosismo excesivo, constante y evidente (43%) y la falta de higiene o sueño continuados (35%). Entre las situaciones que más se han encontrado a los alumnos destacan la adicción a la pornografía (34%), la ludopatía (33%), la ideación suicida (24%) y la depresión encubierta (23%). «Los profesores están cada vez más acostumbrados a ser testigos de la depresión encubierta de sus alumnos. El 15% de los adolescentes en España padece una depresión grave, lo que es un porcentaje muy significativo; uno de cada siete es diagnosticado con un problema de salud mental y las chicas tienen una percepción superior de la enfermedad mental en comparación con los chicos», matizó Javier Urra.
Cuando los docentes se encuentran un posible problema de salud mental, deciden que el alumno acuda al orientador del centro. Al menos así lo declaran el 65% de los encuestados. «El problema -advirtió Urra- es que en España hay 10.000 orientadores, cuando debería haber 30.000. Es decir, hay uno por cada 700 alumnos, cuando según la Unesco, serían necesarios uno para cada 250 alumnos.
Durante el coloquio posterior a la presentación de estos datos, Raquel Sánchez Nieto, Primary Spanish Coordinator del El Limonar International School Murcia, reconoció que ella da clases a niños de Primaria en los que no detecta problemas de salud mental, «pero me quedo muy sorprendida cuando les oigo decir ‘tengo una crisis de ansiedad o una depresión’. ¿Dé dónde sacan estas palabras? Creo que los adultos debemos tener cuidado al respecto porque en la infancia aprenden y asumen muy rápido lo que escuchan en su entorno».
Carmen Sánchez, decana del Área de Educación de la Universidad Camilo José Cela, se manifestó muy rotunda al advertir que los docentes «no estamos preparados ni formados para dar una respuesta a los alumnos con problemas de salud mental». En su opinión «hay en la actualidad una visión muy instrumentalizada de la función del docente. Somos instrumentos para comunicar conocimientos y entrenar en habilidades, pero nos olvidamos de lo fundamental: enseñamos a personas. Es decir, somos personas y enseñamos a personas. Los profesores cubrimos por nuestra experiencia o por la información que nos hemos preocupado de buscar, la atención emocional del alumnado. Estamos forzados a hacerlo porque nos encontramos con niños con ideaciones suicidas, ansiedad… Vemos de todo. Nos hace falta una formación profunda y transversal en este asunto porque vamos a la estela en forma reactiva y no de forma activa. Es decir, tenemos que compensar extracurricularmente lo que curricularmente no recibimos. Por eso está teniendo tan buena acogida y éxito entre los docentes el máster online en Salud Mental Infanto-juvenil que aporta las claves para abordar todas estas cuestiones».
Coincidió con este punto de vista Ricardo Muñoz, profesor licenciado en Geografía por la UCM, al apuntar que «hay que tener en cuenta también que el aula es actualmente muy diversa, con variedad de genero, razas… Hace falta más formación y también más vocación porque, al final, la docencia no se basa solo en enseñar, sino que sirve para acompañar al alumnado. También hay algo muy importante que debemos hacer: individualizar. Tendemos a pensar que el grupo que tenemos frente a nosotros es homogéneo y no es así, cada uno lleva su ritmo y debemos atenderles mejor porque el alumnado es diverso.
Rosa Martínez, médico especialista en Psiquiatría, recordó que la escuela es un elemento clave en la salud mental de los hijos. «Es en ella donde los alumnos pasan muchas horas y donde su comportamiento suele ser muy diferente al que tienen en sus casas y, por ello, los docentes podemos ver signos claros de alerta y motivar intervenciones rápidas para limar las consecuencias. Por ello, identificar problemas de riesgo es muy importante, pero es que, además, podemos colaborar en la tarea de implementación de tratamientos que pueden favorecer a mejorar su estado emocional, sus relaciones sociales, desarrollo de estrategias de dificultades… Considero que para hacer un diagnóstico más acertado los psicólogos y psiquiatras deben consultar a los profesores. No hacerlo es perder mucha información. Es decir, nuestra labor es clave no solo para detectar problemas en el alumnado, sino para prevenirlos y para implementar el trabajo terapéutico».
Pepa Domingo, pedagoga y coordinadora del Departamento de Proyectos en Siena Educación, consideró que para lograr todo este tipo de mejoras resulta esencial «mejorar la generación del vínculo. Hay docentes que nos transmiten que han notado cierto bajón en el rendimiento académico de un alumno o cierto aislamiento, y todo eso pasa por algo. Resulta fundamental escucharles, mirarles a los ojos directamente, que sientan que no son uno más, que son importantes y nos importan. Cuando trabajamos con alumnos que han abandonado el sistema educativo nos confiesan ‘es que en mi centro no me han atendido, no me han escuchado, no me he sentido valorado, no me han hecho caso’. Mirarles a los ojos y escucharles hace que podamos ayudarles, aunque entiendo que los profesores tenemos mil cosas que atender».