Los mayores ya no son viejos

Los mayores ya no son viejos

La prolongación de la vida ha convertido a los pensionistas en un grupo muy heterogéneo – La jubilación ya no es la línea de entrada a la vejez – El potencial humano que pueden aportar no acaba de tener cabida en la sociedad

EL PAIS.- CARMEN MORÁN 18/12/2009.

– En números. Los mayores de 65 años representan el 17,7% de la población española. Entre 65 y 70 años hay 2.349.517 personas. De 71 a 80 algunos más: 3.431.381; y de 81 en adelante suman 1.932.702, según datos del Instituto Nacional de Estadística. 7.282 personas tienen 100 o más años.

– Pueblos. En el mundo rural (municipios de menos de 10.00o habitantes) el 18% de la población supera los 70 años. El envejecimiento es mayor y la oferta de ocio, menor.

– Salud. El 83% de los que tienen entre 65 y 74 años no necesitan ayuda para la vida diaria. Son, por tanto, personas con autonomía. Como lo son también el 60% de los que tienen entre 75 y 84 años.

– Ocio. Un 25% de los mayores de 65 años no sabe qué contestar cuando se les pregunta por la oferta de ocio que tienen a su alcance. Entre los más mayores, la televisión es la reina de la casa.

– Vacaciones. Un 33% de los mayores sale de vacaciones unos días al año. Normalmente, van con la familia, pero un 6,9% va solo, el doble que a cualquier otra edad. Y un 3,4% sale con amigos.

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-¿Qué son mil dientes y dos ojos?

– Un cocodrilo

-¿Y dos dientes y mil ojos?

-El autobús del Imserso.

Ese autobús del Imserso ha llevado de vacaciones en sus casi 25 años de vida a más de 10 millones de personas, pero aquellos viejillos que veían por primera vez el mar -muchos de ellos desdentados, de ahí el chiste- no tienen nada que ver con los que están llegando ahora a esas edades. Ha cambiado el perfil, han cambiado los gustos, el nivel de vida, las preferencias. Ha cambiado la vejez.

El Imserso oferta ahora viajes al extranjero, culturales y de naturaleza, y estos son los que han experimentado una mayor demanda. «Tienen otro nivel cultural y adquisitivo, otras inquietudes. Hace años iban a ver la playa o entraban en un hotel por primera vez, ahora se interesan por conocer otros países, por el arte», dice la directora del Imserso, Pilar Rodríguez. Y está iniciándose un plan para que estas personas aprendan nuevas tecnologías en esos días de turismo. «Se trata de que se conozcan, se intercambien correos electrónicos, se envíen las fotos, mensajes», añade Rodríguez.

¿Tiene todo esto algo que ver con su abuelo? Pues depende, si el abuelo tiene 65 años o algunos más, seguro que sí, por qué no. Pero si tiene 90 o 100 quizá no tanto. Si las estadísticas se obstinan en colocar el umbral de la vejez a los 65 años, habrá entonces que pensar que no sólo ha cambiado la vejez sino que hay varias y distintas. Las normas de higiene y una mejor nutrición han traído más salud y una vida más larga.

«No es lo mismo un niño de 5 años que una persona de 25. Y, por tanto, tampoco alguien con 65 es igual que quien ya cumplió 90. La prolongación de la vida ha propiciado cambios que no afectan sólo a la pirámide demográfica, son económicos, políticos, culturales, sociales. Los límites de edad se han desdibujado. Hoy llamamos niños a los de 18 años, cuando antes ya llevaban años trabajando a esa edad y tenían muchas responsabilidades», dice María Teresa Bazo, catedrática de Sociología de la Universidad del País Vasco, autora de numerosas publicaciones sobre la vejez. «¿Es mayor el de 60? ¿Es viejo el de 65? En la universidad, por ejemplo, se puede ser profesor emérito con 70 años. Se ha prolongado la infancia, la adultez y la ancianidad», añade Bazo.

El deterioro de la salud es lo que la mayoría considera la entrada en la vejez, muy por encima de la edad, según una encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS). Y entre los mayores de 65 son más todavía los que opinan que ser viejo depende de ese deterioro de la salud. Pero, quizá, lo más llamativo de este barómetro del CIS es que la jubilación aparece como la razón menos citada. Si nadie cree que estar jubilado supone entrar en la vejez ¿por qué se toma siempre el corte de los 65 años para las estadísticas sobre mayores?

«Los tramos más interesantes para analizar la vejez son los de 80 u 85 en adelante, es donde se acumulan características propias de lo que llamamos vejez. Y además es el subgrupo cuyo ritmo de crecimiento es más alto demográficamente», dice Bazo.

Pero los 65 años siguen siendo un mito que persiste, sobre todo, en el ámbito político. Se van adaptado los servicios sociales, los bancos ofrecen productos exclusivos para esa tercera edad, las empresas fabrican aparatos de uso sencillo. Todo lo relacionado con el negocio que esas edades proporcionan está adaptándose. Pero, ¿qué pasa con la participación?, se pregunta Bazo, coautora con Benjamín García de Envejecimiento y Sociedad, una perspectiva internacional (Editorial Panamericana).

«Se han apartado sus opiniones del ámbito público y se les ha sacado del mercado laboral. La jubilación, que es un derecho, se ha convertido en una obligación. Por eso es difícil establecer quién es viejo y quién no». «Al inicio de la industrialización y aún a comienzos del siglo XX, la gente se jubilaba cuando ya no podía seguir trabajando, pero cuando se empezó a planificar la producción se tuvo en cuenta también la mano de obra y la jubilación, que, finalmente, se ha convertido en un instrumento para sacar a los trabajadores del mercado laboral cuando conviene. Y no es cierto que los sustituyan por jóvenes, simplemente se amortizan esos puestos», critica esta socióloga.

La jubilación, un invento moderno, ha configurado la línea imaginaria de la vejez, pero, en los tiempos que corren, llamar viejos a los mayores de 65 es un sarcasmo. Sus condiciones físicas y mentales llevan a muchos a renegar de ese descanso prematuro. «Esas edades son tan heterogéneas que algunos estarán deseando jubilarse y otros para nada», dice el catedrático de Sociología de la Universidad de Murcia Pedro Sánchez Vera. Y lo mismo opina María Teresa Bazo: «Hay personas que no llegan a los 60 y sufren terribles dolencias y no hay manera de que les concedan la jubilación y otros que no quieren salir del mercado laboral a los 65 se ven expulsados».

«La jubilación es fastidiada porque muchos se quedan sin saber qué hacer, por eso hay que planificarla. Con lo que se ha incrementado la esperanza de vida, a partir de los 65 años quedan muchos para disfrutar. Las universidades para mayores están llenas de gente que quiere seguir estudiando, por ejemplo», dice Sánchez Vera.

Este sociólogo mira los mayores de otros países que veranean en España, «que vienen con sus bicicletas, sus caravanas, que andan por las playas. A eso vamos», dice sin dudas. «Porque se da esta paradoja demográfica: a partir de los 84 las probabilidades de supervivencia se incrementan. Con 84 hay más posibilidad de llegar a 100 que si se tienen aún 82».

Elvira García lee cada mañana el periódico sin gafas, para envidia de los que rondan el medio siglo. No se pierde un sólo ensayo de teatro en la residencia municipal Casa de Amparo de Zaragoza y recita las poesías que ella misma escribe con voz firme. Hoy cumple 104 años. «No quiero tenerlos, pero los tengo. Te tienen que lavar, que peinar, y luego me cargan en la silla de ruedas, no es bonito esto. Pero a ver, así son las cosas», dice. «Estuve cosiendo más de media vida y cuando cerraron la fábrica seguí cosiendo para particulares, hasta que no puede más. Ahora me gustaría, pero no me dejan ni pegar un botón». A cambio no se pierde una sesión de teatro: «Yo de joven ya hice algo de los Álvarez Quintero y se estrenó en El Principal. Aquí en la residencia, con el Juan Tenorio, hice el papel más fuerte, yo era quien tenía que salvar a Don Juan, precisamente yo, la más vieja de todos», se ríe.

La residencia va a celebrar su cumpleaños por todo lo alto: «Les había pedido que me dejaran comprar unas botellicas, pero dicen que no, pues nada, así me lo ahorro», bromea otra vez.

Elvira no se casó nunca, pero siempre ha sido coqueta. «Me hubiera casado, pero no encontré a nadie y ahora ya, con 104… Pero estoy muy maja, eh, no los represento, tengo el genio alegre y la voz joven, no tengo arrugas. Te lo digo de chufla, eh», avisa, con marcado acento aragonés.

Para comprender en qué medida se han desplazado las distintas edades, incluida la vejez, hay que tener en cuenta los cambios que han operado en la actitud de las personas, los estereotipos que han caído. «Y los que faltan por caer, porque aún hay ciertas discriminaciones, por ejemplo en el amor. A edades avanzadas la sociedad no comprende que alguien se pueda enamorar, sólo entienden eso de la compañía y el apoyo, y los mayores reprimen sus sentimientos», explica Sánchez Vera. «Se trata de prejuicios sociales. Qué dirán, qué pensarán mis hijos, hay una fuerte represión del enamoramiento», añade Vera, que es coautor junto a Marcos Bote de Los mayores y el amor. Una perspectiva sociológica, editado por Nau Llibres.

Prejuicios aparte, los mayores se han hecho visibles, salen, tienen lugares de encuentro. Pero el ámbito político, la participación, que también citaba Bazo, se les resiste. «En algunos países nórdicos están organizados y exigen cuotas en las listas electorales», recuerda Sánchez Vera.

Las sociedades, coinciden los expertos, no pueden perder a la ligera todo este potencial humano y las grandes aportaciones que aún pueden hacer. Y que están haciendo. El 27,6% de los que superan los 65 años estarían dispuestos a ejercer algunas tareas de voluntariado, según una encuesta de La Unión Democrática de Jubilados y Pensionistas (UDP). Lo sabe la directora del Imserso, Pilar Rodríguez: «Estamos ante una transformación social de enorme calado. El perfil de los jubilados está totalmente rejuvenecido. Ellos demandan servicios, pero también dan».

Sin embargo, aún se desperdicia incluso el gran yacimiento de negocio que puede suponer esta población. Una de cada cuatro personas mayores de 65 años aún no sabe qué contestar cuándo se le pregunta por las ofertas de ocio a su alcance. Y el placer por el ocio es precisamente uno de los grandes cambios que definen a esta vejez rejuvenecida. Ya no es sólo la televisión. Cientos de jubilados o prejubilados organizan su vida alrededor de actividades culturales o de ocio. Ellos han cambiado, pero el engranaje social va más lento, como acostumbra.

– Voluntariado. El 11% de los mayores ejerce tareas de voluntariado social de forma habitual. Y casi el 30% dice que no le importaría hacerlas.

http://www.elpais.com/articulo/sociedad/mayores/viejos/elpepisoc/20091218elpepisoc_1/Tes



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