Los mayores que ayudan a sus familias, candidatos al Premio Princesa de Asturias de la Concordia.

Los mayores que ayudan a sus familias, candidatos al Premio Princesa de Asturias de la Concordia.

La organización Seniors Leading propone galardonar el apoyo económico que jubilados y pensionistas otorgan a sus familias y reconocer su liderazgo en la sociedad.

Juan L Férnandez-Soto

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Cuando estalló la crisis del 2008, muchas familias tuvieron que acudir a sus mayores ya jubilados para salir adelante económicamente. Desgraciadamente, en épocas de destrucción de empleo y aumento del paro, las pensiones han supuesto en algunos casos un bastión para superar los momentos de vacas flacas. Según un estudio publicado el año pasado por la asociación Mayores UDP, más de cuatro de cada diez jubilados ayudan con su pensión a sus hijos. Desde el año 2012, esta cifra siempre se ha situado por encima del 40%.

Esta labor, en muchos casos imprescindible, puede verse recompensada ahora con el Premio Princesa de Asturias de la Concordia de este año. La organización Seniors Leading ha propuesto a los mayores de 65 años como candidatos a obtener el galardón, que se fallará el próximo 30 de junio. Su presidente, Luis Castillo, defiende que las personas mayores tienen un papel protagonista en la sociedad y que, por tanto, son merecedores de tan alta distinción.

Objetivo: no ver a los jubilados solo como gasto

La intención de esta candidatura no es solo la de reconocer el pilar fundamental que suponen estos mayores de 65 años a sus familias. También quieren, según relata Castillo, que se deje de asociar a los jubilados únicamente con el gasto: «Cuando cobran su pensión, la retiran para consumir, gastar en ocio, en cultura y ayudar a sus familias». Así, defiende que muchas veces se olvida su contribución como «generadores de riqueza» y el «impacto social» que tienen en la sociedad.

El apoyo que han recibido ha sido enorme: más de cien cartas de adhesión han sido enviadas a la Fundación Princesa de Asturias. Por ejemplo, la ONCE y Mensajeros de la Paz, ya galardonadas con este Premio, han apoyado esta candidatura. También se han adherido nueve de las principales organizaciones de mayores, como la ya citada Mayores UDP o las asociaciones de jubilados de CCOO y de la Policía Nacional. También muchas empresas y particulares se han sumado a la iniciativa —como la Cámara de Comercio Americana en España o el Clúster Madrid Capital Fintech—, así como han recibido el apoyo institucional del Ayuntamiento de Madrid.

Además, según cuenta Castillo, muchos otros no han podido enviar su apoyo a esta candidatura por enterarse después del cierre del plazo el pasado marzo. En cualquier caso, le han trasladado que, si finalmente en esta edición no puede ser, cuenten con su apoyo para la siguiente.

Un homenaje en el año del coronavirus

Aunque Castillo cree que este debe ser el año. La pandemia ha tenido una especial virulencia entre los mayores de 65 años. Pero lo duro ha sido la cantidad de ancianos que, por las circunstancias del confinamiento del 2020, han tenido que morir en soledad. «Son muchos los familiares que no han podido rendir ese último homenaje a una generación que en momentos duros sacaron adelante España», destaca Castillo. «Si el Princesa de Asturias sirve para contribuir, bienvenido sea», concluye.

De fallarse favorablemente, el acto de entrega del Premio por parte de Doña Leonor a finales de octubre sería especialmente simbólico: «La Princesa, como nieta, otorgando un premio a los mayores». Serviría también como reconocimiento de esa labor de cuidados que los abuelos ofrecen a sus nietos. Un estudio de 2019 cifró en más de 52.000 millones ese trabajo silencioso, que supondría un cuatro por ciento del PIB.

El Princesa de Asturias serviría para reconocer todo lo que han aportado y siguen aportando los mayores a la sociedad española. Como generadores de riqueza y con su apoyo directo a sus propias familias. Además, este último tiene una importante carga emocional: una ayuda que permite a sus hijos salir adelante en los momentos difíciles, con el beneficio psicológico que tiene el poder mantener las opciones vitales. Todo, con el objetivo de dejar de ver a los pensionistas y jubilados únicamente como algo en lo que «gastar», sino destacando su protagonismo y liderazgo en la sociedad.



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