27 Dic Los jóvenes vascos no abandonan el nido hasta los 30: «Sin estabilidad laboral es imposible»
Todos ellos tienen entre 24 y 26 años, edad de sobra para estar emancipados, si comparasen la suya con la vida de sus padres. Sin embargo, tan solo un 6,7% de los vascos de entre 18 y 24 años logra independizarse, un 35,7% si la edad sube de entre 25 y 29 años
Maialen Ferreira
Fueron al mismo instituto, pero al acabar, sus caminos se separaron. Mireia, Dani y June han dejado atrás Euskadi –al menos por un tiempo- para hacer su vida en distintos puntos de España. Aitor, Olatz y Aitor, en cambio, siguen en casa de sus padres. Todos ellos tienen entre 24 y 26 años, edad de sobra para estar emancipados, si comparasen la suya con la vida de sus padres. Sin embargo, según el último estudio del Observatorio Vasco de la Juventud, publicado este lunes, la edad media de emancipación en Euskadi está en 29,6 años, tan solo un 6,7% de los vascos de entre 18 y 24 años logra independizarse y la cifra sube hasta un 35,7% en jóvenes de entre 25 y 29 años. De los seis amigos, tan solo dos pueden decir que, al menos por ahora, lo han logrado.
Una de ellas es Mireia Tena, que a sus 25 años reside y trabaja en Granada gracias a una beca para la formación de profesorado universitario (FPU) con la que investiga en la Facultad de Farmacia de la Universidad de Granada. Mireia dentro de cinco años espera tener su tesis doctoral finalizada y, una vez acabada, seguirá su carrera investigadora realizando un postdoctorado, probablemente en el extranjero.
«Si me quedo sin trabajo volveré a casa de mis padres «
“Pretendo volver a Euskadi, pero para dedicarme a lo mío allí, en una universidad pública, necesito tener un buen currículum y contar con años de experiencia fuera, por eso supongo que iré a hacer el postdoc al extranjero. Ahora, se podría decir que estoy emancipada, aunque hay meses que llego justa porque el sueldo de becario es de 1000 euros y con el alquiler y todo a veces no da. Si me quedo sin trabajo volveré a casa de mis padres porque si me gastara mis ahorros en un piso tendría que acabar pidiendo dinero tarde o temprano para poder comer. Eso sí, una vez en casa movería cielo y tierra para buscar lo que sea donde sea”, ha indicado Mireia a este diario.
A unos 400km de donde vive Mireia, también lejos de su Euskadi natal, Dani Sánchez trabaja como Desarrollador Software en una compañía relacionada con el espacio y la defensa. Dani terminó la carrera de Ingeniería Electrónica en la Universidad de Mondragón y se marchó a Madrid a estudiar un máster en Robótica. Tras terminar el máster comenzó a trabajar y decidió quedarse en Madrid, donde lleva más de tres años.
«Si volviera a Euskadi buscaría un piso o me quedaría en casa»
“Aunque he pasado 3 años increíbles en Madrid creo que en realidad me veo viviendo en Euskadi porque me apetece volver a casa. Mis condiciones en Madrid al principio eran complicadas como estudiante pero mejoraron mucho cuando me contrataron y ahora puedo vivir con mayor comodidad. Si vuelvo a Euskadi seguramente volvería a casa de mi madre y en función de la ubicación de mi trabajo buscaría un piso o me quedaría en casa un tiempo para ahorrar, ya que en Madrid ahorro muy poco”, ha apuntado Dani.
June Ortiz de Landaluce también es una vasca de 25 años viviendo fuera, pero como sigue estudiando y aún no tiene ingresos, vive en Burgos gracias a la ayuda que le da su padre al mes. Tras haber estudiado un grado en Historia en la Universiad Pública Vasca, se ha mudado a Burgos para estudiar un máster en profesorado.
«No tengo intención de volver a casa»
Cuando termine el máster, mi objetivo es trabajar en cualquier instituto, sea donde sea. Si pudiese elegir, volvería a Euskadi, concretamente a Vitoria, pero al no haber oposiciones todavía, va a ser complicado encontrar trabajo en mi campo nada más terminar de estudiar. De todas formas, aunque no pueda trabajar de lo mío, me gustaría independizarme ya. No tengo intención de volver a casa, así que priorizaré el encontrar cualquier trabajo que me permita mantenerme, antes de volver a Euskadi a casa de mi padre», ha señalado June.
Aitor Elorza estudió Ingeniería Mecánica y es uno de los pocos jóvenes que puede presumir de haber encontrado trabajo de lo suyo en el pueblo en el que nació, Aretxabaleta, un pueblo de menos de 7.000 habitantes de Gipuzkoa. Actualmente, vive con sus padres porque, aunque cuenta con trabajo, está esperando a que le hagan socio de la empresa para poder marcharse, algo que espera que sea “pronto”.
«Vivo con mis padres, pero me marcharé cuando me hagan fijo»
“Vivo con mis padres, pero tengo intención de marcharme de alquiler cuando me hagan fijo en la empresa. Dentro de cinco años me veo siendo socio de la empresa y viviendo en mi propio piso con hipotecón. Yo creo que en Euskadi no nos la jugamos hasta no tener un trabajo fijo, porque el alquiler es muy caro. Yo, por ejemplo, no me he ido hasta ahora más que nada por razones económicas porque, aunque trabaje, el alquiler es caro y no me apetece pagarlo en mi propio pueblo. Si me emancipase me marcharía a algún otro pueblo, tampoco me iría a una ciudad,” ha señalado Aitor a eldiarionorte.es.
El caso de Olatz Fernández es similar al de Aitor Elorza, ya que, el no contar con un contrato fijo y el hecho de que su trabajo y la casa de sus padres esté relativamente cerca, impiden que haya tomado la decisión de emanciparse del todo. Olatz, de 24 años, trabaja como contable en el departamento de administración de la facultad de empresariales de la Universidad de Mondragón, ubicada en Oñati (Gipuzkoa). Actualmente, está cubriendo una baja de maternidad y aunque se trate de algo temporal, por ahora “está contenta”, ya que aún tiene “mucho camino por recorrer”.
«Sin estabilidad laboral es imposible pensar en marcharse de casa”
“Si el puesto en el que trabajo fuera un puesto duradero no tendría problema en independizarme. Tengo intriga de saber lo que es vivir fuera de casa y tener mi propio espacio, pero sin saber lo que puede durar esta ‘estabilidad’ no me la juego a buscar nada. Sin estabilidad laboral es imposible pensar en marcharse de casa”, ha afirmado Olatz.
Por último, Aitor Horrillo de 26 años vive con sus padres y es el único de los seis que no está trabajando en algo de lo que ha estudiado. A pesar de que Horrillo estudió para ser higienista dental, actualmente trabaja como administrativo. No descarta en un futuro trabajar de lo suyo, pero es consciente de que las condiciones laborales de un administrativo son mejores.
«Me gustaría independizarme en mi mismo pueblo»
“El trabajo de administrador me da más oportunidad de tener tiempo libre, más ingresos y de evolucionar en el aprendizaje. Para ser higienista necesitas que un dentista deposite cierta confianza en ti, y eso a día de hoy es más complicado. Me gustaría dentro de unos años independizarme en mi mismo pueblo, Aretxabaleta. Me gusta conocer a mis vecinos, poder ir andando a cualquier sitio y que no haya tanto ruido en la calle”, ha indicado Horrillo.
Al verse a sí mismos dentro de cinco años, todos ellos se imaginan viviendo fuera de casa de sus padres, ya sea de alquiler o pagando una hipoteca. Sin embargo, todos coinciden en que a causa de los precios de la vivienda y de la falta de estabilidad en su trabajo, es muy complicado «lanzarse». Según el último estudio, siete de cada diez jóvenes ven como un problema la carestía del mercado libre a la hora de comprar o alquilar una casa, ya que tienen que destinar al menos un 54% de su sueldo mensual para poder vivir emancipados.
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