20 Jul Los expertos advierten: el gel hidroalcohólico aumenta el riesgo de quemaduras solares.
Este producto irrita la piel y la hace más sensible a la radiación.
Manuela Sanoja
Cada vez que entramos en una tienda, un supermercado o cualquier tipo de establecimientos toca el mismo ritual: unas gotas de gel hidroalcohólico para desinfectarnos las manos. En muchos bares y restaurantes tienen un bote por cada mesa, y algunas personas incluso los llevan consigo mismas. Todo en pro de prevenir la expansión del coronavirus. Pero esta medida de higiene, alertan algunos expertos, podría tener una peligrosa letra pequeña si nos ponemos a tomar el sol.
“Nos podemos abrasar”, explica la jefa de la sección de Tumores de Pulmón, Cabeza y Cuello y Melanoma del MD Anderson Cancer Center en Madrid, Pilar López Criado. El principal problema está en su alto contenido de alcohol, que elimina el virus de la piel. “El producto tiene que tener una concentración de al menos el 70%, por debajo de esta cifra no acaba con el SARS-CoV-2”, según el decano del Colegio de Químicos de Madrid, Ricardo Díaz.
El problema no es que el gel vaya a empezar a arder en nuestras manos. De hecho, “el alcohol se evapora muy rápido por lo que es muy extraño que ocurra una reacción”, asegura el dermatólogo de la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV) Antonio Clemente Ruíz de Almirón. Lo que ocurre es que tanto este producto como el sol irritan la piel, aclara su colega de la AEDV Pedro Rodríguez Jiménez: “Juntos ejercen un efecto sumativo y, si la piel está dañada por el uso excesivo del gel y la exponemos, es más fácil que nos quememos”. Igual que al lavarlas demasiado, frotar constantemente las manos con el hidrogel no solo elimina la suciedad y los virus, también va mermando el manto lipídico que sirve de protección.
La solución fácil de los expertos
Dado que es aconsejable limpiarse las manos cada vez que se toca algo fuera de casa (es una de las medidas más importantes para evitar los rebrotes), hay que buscar una forma de contrarrestar el daño. “Es tan sencillo como ponernos crema hidratante después de usar el gel o de lavarnos, y mejor aún si es protector solar”, apunta Rodríguez Jiménez. Con la segunda opción mataremos dos pájaros de un tiro: primero, se evita que se resequen las manos, y segundo (aunque no menos importante), las protege de los daños del sol. Es algo que, dice este experto, “solemos olvidar”.
“Las manos —junto a la cara— son una de las partes más expuestas al sol a lo largo del año, pero nos solemos olvidar de ellas y no les echamos crema. De ahí, que sea una de las zonas del cuerpo donde más se nota la edad. La piel envejece y es muy habitual que salgan manchas”, explica Ruíz de Almirón. Lo peor no es esto, la exposición sin protección a los rayos UV-A y UV-B “favorece la aparición de cánceres de piel como el melanoma”, añade López Criado. Y no solo hay que usar la crema solar en verano: “Es necesario ponérsela todo el año y debe ser con un factor de protección mínimo de 30”, concluye Ruíz de Almirón.