18 Abr Los 4 trucos de dos hermanas de 100 años para mantener la agudeza mental con la edad.
Ruth Sweedler, con 103 años, y Shirley Hodes, con 106, aseguran que la lectura es una de sus grandes aliadas.
A.M
«No hablo como una anciana». Así de clara se muestra Ruth Sweedler al hablar de su estado de salud cuando le preguntan por su edad. «No me siento vieja, esa es la verdad», añade su hermana, Shirley Hodes. Ambas comparten mucha vitalidad y tienen una mente brillante a sus 103 y 106 años, respectivamente.
En un noticia publicada en la cadena CNBC, estas hermanas centenarias se muestran vitales y cabales. Quienes las conocen, señalan la memoria que tienen, pues son capaces de conversar sobre lo que ocurre en el mundo. Incluso los sanitarios se muestran sorprendidos de sus buenas facultades.
«A mi médico le encanta hablar conmigo», cuenta Sweedler. «Me decía: ‘Eres increíble’». Sweedler, que vive en una residencia de ancianos en Connecticut (Washington, EE.UU.) está muy orgullosa de cómo ha conservado sus facultades.
Su hermana Shirley, que vive en Carolina del Norte, asegura que le encanta «aprender cosas nuevas, sobre todo de los libros». Y reconoce: «Nunca hice crucigramas» pero «siempre leí mucho. Es lo mejor para la mente».
¿Cómo es posible que estas dos ancianas de más de 100 años sigan tan lúcidas? Estos son sus consejos para mantenerse alerta a pesar de la edad:
Según explica la cadena CNBC, a Ruth «le encantaba trabajar». Fue actriz aficionada al teatro y participaba a nivel local. También se mantuvo «muy activa» tanto en su sinagoga como en diversas organizaciones judías.
«No es que sea muy religiosa», dice. «Pero soy consciente de que soy judía y me gusta participar». De hecho, leyó toda la Biblia hebrea en seis meses.
Cuando sus dos hijos crecieron, consiguió un trabajo a tiempo completo como profesora de apoyo. Estuvo casi 20 años y no se jubiló hasta los 70 años. «Me encantaba trabajar en el instituto», cuenta.
También le habría encantado ser periodista, ya que «siempre me ha gustado entrevistar a la gente». Ahora aprovecha esas habilidades para conocer a los demás residentes de su residencia.
Por ello, a sus 103 años, dice: «Si tienes la suerte de tener un trabajo que te gusta, aprovéchalo. Estar absorto en lo que haces es muy importante». También recuerda la satisfacción que produce «aprovechar los talentos» que tiene cada uno.
Ambas hermanas hablan con entusiasmo de la importancia de la familia y, en especial, de un buen matrimonio. «No hay nada mejor», afirma Ruth Sweedler, viuda. «Es maravilloso amar y ser amado».
Su hermana reconoce también haber tenido mucha suerte en este aspecto. «Era fácil llevarse bien con mi marido». Hasta que murió, tuvieron «una relación maravillosa».
Shirley reseña, además, la importancia de las relaciones personales. «La gente de la que te rodeas: amigos, familia, etc. tiene un efecto enorme en uno mismo. Eso es lo que más recordarás». Su hermana coincide: «Me gusta tener amigos. Me encanta la gente».
Ambas señalan que la curiosidad mantiene la mente activa y estar en contacto con otra gente, relacionarse o escuchar sus historias es fundamental en la vida.
Ruth reconoce que casi no ve la televisión. «Salvo las noticias», puntualiza. Y «¡me encanta leer!«, dice. »Es mi pasión«.
Para Shirley, no centrarse en el dolor es vital, a pesar de que las personas mayores suelen hacerlo. «Eso puede dificultar tener una mente abierta», dice.
Por eso, ella fue a clases en la universidad local en cuanto se jubiló, lee muchos libros y se ha aficionado a los audiolibros. «¡Siempre hay mucho que aprender!», recuerda.
Shirley no tuvo la oportunidad de ir a la universidad cuando era joven. Es uno de sus pocos remordimientos. Ella y su hermana eran los más pequeños de ocho hermanos en una familia muy humilde.
«No se puede tener todo», dice. Y «cuando tienes las cosas importantes de la vida, tienes que darte cuenta». Por eso, es consciente de que a pesar de haber tenido enfermedades o problemas ya superados, «tengo una salud decente, disfruto de salud, estoy agradecida por una vida maravillosa. Eso me sostiene y me hace seguir adelante».
Sin embargo, su hermana Ruth no puede viajar. Aunque solía caminar varios kilómetros cada día, su movilidad es tan limitada que ni siquiera puede salir al exterior siempre. De hecho, le gustaría que su cuerpo fuera tan fuerte como su mente.