Lo esencial de la vida

Lo esencial de la vida

Ana Isabel Esteban
Presidenta de Solidaridad Intergeneracional

Vivimos en la actualidad una experiencia traumática que no habíamos previsto, posiblemente por andar entretenidos en elementos circunstanciales o colaterales y no centrarnos en lo principal de la vida, y más en concreto de la vida humana.

Creíamos que la evolución sanitaria y la esperanza de vida de la población sería favorable siempre. Ya habíamos superado las enfermedades contagiosas y solo teníamos que preocuparnos de las crónicas, las que podemos en parte controlar con nuestro estilo de vida. No llego a comprender como la educación básica no da a conocer los riesgos constantes que los virus nos pueden ocasionar en cualquier momento y en cualquier lugar, y tanto es así, que pocas personas son capaces de diferenciar la gripe que nos visita cada año, de un resfriado común. Pudiendo ser letal la primera y sin consecuencias el segundo.

Han transcurrido solo unos meses desde que se inició el estado de alarma en España por la pandemia Sars Cov-2 o Covid-19 y hemos ido pasando de ola en ola de contagios, de datos sobre incidencias acumuladas de 7 y 14 días que anuncian la muerte con antelación de miles de personas con salud frágil, o inmunología débil para hacer frente a esta enfermedad, y también va dejando un rastro de secuelas graves que se pueden cronificar  y que afectan a contagiados de cualquier edad. Son pocos meses, pero nos parecen una eternidad y aún no tenemos una vacuna segura, aunque todo anuncia que se logrará pronto, incluso más de una. Pero tendremos que vivir los próximos meses con las medidas de seguridad que ya todos conocemos bien, hasta lograr la inmunidad de grupo.

Estos meses de peligro constante para todos nos han hecho reflexionar sobre aspectos de la vida que han adquirido una mayor relevancia, debido al confinamiento en casa, o por la higiene y salubridad constantes, o por la distancia social y física que hemos de mantener para no contagiar/nos… Este peligro invisible nos impide celebrar la vida, los ritos, compartir las buenas noticias con familiares y amigos, disfrutar las fiestas, bailar, cantar, incluso gritar para expandir los pulmones y desahogar la presión contenida. ¡Como extrañamos los que somos de pueblo el campo abierto y movernos por él, sin mascarilla!

Este tiempo está favoreciendo volver a mirar al pueblo con añoranza, con ganas de disfrutar una casa con luz, con patio y flores efímeras, con cielos estrellados y aire limpio. Pero es imprescindible contar con trabajo, aunque sea remoto, para alcanzar una vida más llena de vida. Cuatro de cada diez personas lo están valorándolo, según indica un estudio de La Caixa.

Estas fiestas de navidad, reyes y fin de año van a ser bien distintas a las ya conocidas, y son una oportunidad para inventar otra manera de celebrarlas y de sentir que estás cerca de la gente a la que quieres sin estar a su lado, dando la confianza y la seguridad que estos tiempos de pandemia nos exigen a todos.

Antoine de Saint-Exupéry, indica en su libro El Principito, -que hay que leer estas Navidades, si aún no lo has hecho- “No se ve bien sino con el corazón. Lo esencial es invisible a los ojos”.

En estos tiempos en que todo es urgente, vivamos la vida con calma, sabiendo esperar un mensaje que nos llegue escrito a mano por correo postal, y enviemos esa carta pensada y sentida a esa persona que significa mucho para nosotros. El tiempo es lo único que tenemos  ¡¡¡ Feliz Vida!!!



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