12 Ago «Lo digital no puede sustituir una mirada directa y honesta o un abrazo sincero».
Miguel Ángel de Santiago, director del Departamento de Comunicación Audiovisual y Publicidad de la Universidad CEU San Pablo, hace un homenaje en este artículo a la memoria de los que ya no están por el Covid-19.
S.F
Sartori contaba en «Homo videns. La sociedad teledirigida el cambio del homo sapiens», producto de la cultura escrita, hacia un homo videns como resultado de una revolución impuesta por la televisión. En pleno confinamiento por el Covid-19, la nueva catarsis ha sido la permanente presencia de las pantallas.
Sin embargo, como paradoja y a pesar del aumento del consumo de medios y redes sociales, lo que ha cobrado más sentido ha sido la unión de las personas en torno al hogar. Señalando, una vez más, a las familias como eje vertebrador de la sociedad. También apareció una ausencia difícil de llevar, la del resto de familiares queridos. Especialmente los abuelos. Y, por extensión, la de los buenos amigos: siempre la segunda familia. Y es que lo digital no puede sustituir una mirada directa y honesta o un abrazo sincero. Lo que es un medio -la tecnología- no puede entenderse como un fin.
Pero, de algún modo, las imágenes tienen vida propia. La que les confieren sus dueños. Buena o mala. Según el uso que les den. Desde luego, buena si hablamos de su cualidad para constituirse como memoria visible de la historia o de la cotidianeidad. Y mirando la foto de Carmen, una de tantos que nos han dejado en estos tiempos inciertos, hace imperar el pensamiento de que una sociedad se mide por el respeto que tiene -que debería tener- a sus mayores. Carmen ha dejado esa imagen, y otras muchas. Memoria de quien se fue sin epitafio ni esquela, pero con viático para su alma. Sin compañía en sus últimos instantes, pero la necesaria en su responso. DEP.