Las parejas con hijos solo conforman un tercio de los hogares del mundo

Las parejas con hijos solo conforman un tercio de los hogares del mundo

ONU Mujeres hace una radiografía de la composición de las familias y reclama políticas para lograr la igualdad de género en todos los modelos

ALEJANDRA AGUDO – MADRID

No existe un solo modelo de familia. Ni tampoco todas ellas son un espacio de amor, respeto e igualdad. Pero deberían. Es lo que dice ONU Mujeres en su informe Progresos en el mundo de las mujeres, publicado este martes. «Uno de los principales hallazgos es que la familia es un espacio para la realización de los derechos de las mujeres, incluso más importante que el mercado o la política», señala Constanza Tabbush, una de las autoras del estudio. Por eso, el organismo propone que las leyes, las políticas públicas y los fondos tengan en cuenta que lo que sucede en el hogar y en las relaciones familiares, influye en el logro de la equidad de género. Un objetivo que los 193 países de las Naciones Unidas se comprometieron a lograr en 2030 cuando aprobaron los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) en septiembre de 2015.

Las mujeres dedican de media tres veces más tiempo a tareas domésticas y de cuidado que los hombres. En algunos países no pueden heredar; concretamente, en 39, las hijas y los hijos no tienen los mismos derechos de herencia. En el mundo, 750 millones son o han sido víctimas del matrimonio infantil. Las hay que no tienen acceso a servicios de salud sexual y reproductiva, lo que les impide decidir sobre si ser madres y de cuántos hijos. Según datos de la ONU, solo el 52% de las casadas o en una unión, toman libremente sus propias decisiones sobre relaciones sexuales, uso de anticonceptivos y atención médica. Y no hay lugar en el mundo donde no existan víctimas de violencia de género y todavía en 49 países no existen leyes que protejan específicamente a las mujeres contra tal violencia. «3.000 viven en países que no contemplan la violación dentro del matrimonio», agrega Tabbush.

Estos son apenas un puñado de los ejemplos que cita el informe de las discriminaciones, dificultades y violaciones de sus derechos que sufre la población femenina en la esfera familiar. «Y lo que ocurre dentro de la casa afecta a su participación en la sociedad», anota la experta de ONU Mujeres. Así, por ejemplo, el matrimonio infantil y los embarazos tempranos impiden a millones de niñas continuar con sus estudios y tener, después, la oportunidad de conseguir un empleo formal remunerado con un salario digno.

En todo el mundo, además, se da en mayor o menor grado lo que ONU Mujeres llama la penalización de la maternidad, bien porque al ser madres no acceden a empleos, los abandonan si los tienen o reducen sus jornadas. «Para las mujeres, en todas las regiones, tanto el matrimonio como la maternidad las penaliza económicamente. Sin embargo, los hombres tienen premio por la paternidad», anota Tabbush. «A nivel mundial, un poco más de la mitad de las mujeres casadas de entre 25 y 54 años trabajan, en comparación con las dos terceras partes de las mujeres solteras», indica el informe. Por el contrario, los varones casados participan más en el mercado laboral (96%) que los solteros (86%). «Uno de los principales impulsores de estas desigualdades es el hecho de que las mujeres continúan realizando tres veces más la atención no remunerada y el trabajo doméstico que los hombres en ausencia de servicios de atención asequibles», advierten las autoras. Algo que se podría corregir con ayudas públicas como subsidios, guarderías o prestación por hijo a cargo.

El informe aporta, además, «datos novedosos», dice Tabbush, «sobre la diversidad de familias en el mundo». Según las estadísticas cruzadas de censos de todo el mundo, poco más de un tercio (38%) de los hogares están compuestos por padres e hijos de cualquier edad. Casi otro tercio (27%) son familias extensas —conviven progenitores, abuelos, tíos, primos…—. Un 13% son parejas sin niños y otro 13% una persona sola. Otro 8% son las llamadas familias monoparentales, de las que el 84% son monomarentales. Y finalmente, un 2% convive con gente que no son de su sangre. Estas categorías, además, no son homogéneas, hay hogares de parejas del mismo sexo y heterosexuales, las hay que se casan, otras que cohabitan sin enlazarse formalmente…

Toda esta evidencia, desde la influencia de la vida familiar en la participación de las mujeres en la sociedad hasta el reconocimiento de la diversidad en los modelos de familia, debe servir para que las leyes, las políticas públicas y los fondos se destinen adecuadamente para conseguir la plena igualdad entre hombre y mujeres, reclama ONU Mujeres.

«El informe propone un paquete de políticas integral para apoyar a las familias y los derechos de las mujeres». Esto tiene tres componentes, detalla Tabbush. «Reformular leyes para eliminar la discriminación en ellas», anota. De tal manera que normas que impiden a las mujeres divorciarse, decidir sobre su maternidad o las que no reconocen la violación dentro del matrimonio, entre tantas, «deben eliminarse o cambiar». Lo segundo, continua la experta, es que se implementen políticas públicas encaminadas a lograr una mayor igualdad dentro de las familias. «Por ejemplo, con apoyo al cuidado de las personas mayores y niños en el hogar». En este caso, Uruguay es un ejemplo a seguir. «Tiene un sistema de cuidados que provee servicios desde la cuna hasta la tumba», afirma la experta. Finalmente, Tabbush subraya la importancia de que los recursos públicos y privados tengan perspectiva de género. «Todo esto, independientemente del tipo de familia», subraya.

Avanzar en este sentido es posible. La prueba es que ya se han logrado progresos en muchos países. El informe aporta, de hecho, varios ejemplos de lo que, a juicio de ONU Mujeres, debería suceder en todas las regiones para lograr la plena igualdad. En el caso del acceso a servicios de salud sexual y reproductiva, las autoras destacan lo conseguido en Ruanda, donde el uso de métodos anticonceptivos modernos solo cubría el 0,2% de la demanda en 1970 y lo hará en un 78,2% en 2030, según sus proyecciones. La tasa de fertilidad ha caído de 8,3 a 3,8 nacimientos al año por mujer en las últimas cuatro décadas y también ha descendido drásticamente la mortalidad materna de 1.300 muertes por cada 100.000 nacidos vivos en 1990, a 290 fallecidas por cada 100.000 nacidos vivos en 2015. Estos éxitos se deben, en opinión de las autoras, a diversas medidas acertadas del gobierno ruandés en los últimos años. «Aunque todavía quedan muchos retos», matizan.

«Todo esto se ha producido gracias a los movimientos feministas», asegura Tabbush, que han convertido su agenda en una prioridad. No sin esfuerzo ni lucha. La reacción a estas conquistas ha provocado, de hecho, una reacción cuya máxima expresión es el ascenso de líderes por todo el mundo abiertamente machistas.

«En todo el mundo, estamos presenciando esfuerzos concertados para negar el derecho de las mujeres a tomar sus propias decisiones en nombre de la protección de los valores familiares. Sin embargo, a través de la investigación y la evidencia, sabemos que no existe una forma de familia estándar, ni la ha habido nunca», apunta la directora ejecutiva de ONU Mujeres, Phumzile Mlambo-Ngcuka, en un comunicado. «En un momento crítico de rechazo a los avances conseguidos con esfuerzo para las mujeres, este informe muestra que las familias pueden impulsar la igualdad de género si los encargados de tomar decisiones implementan políticas arraigadas en la realidad de cómo vive la gente hoy, con los derechos de las mujeres en su núcleo», agrega.

«Lo importante es que las políticas estén basadas en la realidad y no en lo que se cree que es o debería ser la familia. Hay que dejar las opiniones de lado», termina Tabbush.

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