14 May Las familias, preocupadas por la «vuelta a clase al 50 por ciento».
El anuncio de la ministra Celaá respecto al inicio del próximo curso ha pillado por sorpresa a la comunidad educativa.
N. Mira
Aún quedan cuatro meses para el comienzo del nuevo curso escolar, pero el ministerio de Educación ya está estudiando con las comunidades autónomas cómo organizar la vuelta a clase «guardando las imprescindibles medidas de seguridad sanitaria» en el caso de que no pueda haber grupos de más de 15 alumnos por aula.
Fue la titular de Educación, Isabel Celaá, quien adelantó este lunes que «si no hay vacuna, los colegios tendrán la mitad del alumnado en las aulas», y recordó que no hay fecha concreta para el comienzo de dicho curso, ya que es cada comunidad quien fija su calendario. Mientras, la comunidad educativa ha reclamado a Celaá medidas claras y precisas, así como garantías sanitarias, tanto para volver a las aulas durante la desescalada (alumnos de 4º de ESO y 2º de Bachillerato, menores de 6 años y educación especial), como para iniciar el siguiente.
Más medidas
El anuncio de que será la mitad de alumnos los que puedan volver en septiembre ha levantado ciertas dudas entre las asociaciones de padres y las familias, muchas temerosas de que se pueda perder el ritmo de las clases online. «Valoramos como positiva cualquier medida que vaya destinada a garantizar la seguridad de los alumnos, pero creemos que es un poco pronto para concretarla, porque de aquí a septiembre hay que trabajar junto con las autonomías para valorar la situación y conjugarlo con la conciliación de la vida familiar», cuenta Miguel Ángel Sanz, presidente de la Federación de Asociaciones de Padres y Madres de la Escuela Pública de Aragón (FAPAR).
De momento, a las asociaciones de padres aún no han llegado ni esta ni ninguna otra propuesta por parte del ministerio. «Nos enteramos por la prensa», informa Sanz. Lo que más preocupa es la brecha digital (la falta de acceso a internet o de equipos por parte de algunos alumnos), ya que, según informan desde FAPAR, ese ha sido «el gran problema al que se han enfrentado durante la cuarentena», por lo que «las medidas que se propongan se tienen que trabajar, insiste, de aquí a septiembre, y tendrán que ponerse todos los medios para que ningún alumno se quede descolgado».
En principio, desde FAPAR están de acuerdo con esa reducción del aforo de las clases, insisten, pero entendiendo «que la medida debe estar recogida dentro de otras más amplias», sin descartar ninguna opción e, insisten, trabajando con las autonomías.
«Se pueden encontrar soluciones, el trabajo online se ha desarrollado a una velocidad supersónica, y hay gente que podrá quedarse en casa trabajando. Hay que procurar que se queden en casa los chicos con más autonomía para el trabajo online», cuenta Alfonso Aguiló, presidente de la Confederación Española de Centros de Enseñanza (CECE). Incide en que «hay chicos que pueden hacer el trabajo online bien y sus padres los pueden cuidar», pero habrá «otros que no y tendrán que estar de manera presencial. Y me parece que cada escuela tendrá que buscar la solución, sin pretender que sea todo en base a las grandes reglas generales para todo el país».
«Habrá que hablarlo y buscar una solución, porque habrá casas en las que el abuelo tenga que echar una mano y otras a las que pueda no importarle que el niño siga las clases a distancia, pero también alumnos con mayor dificultad a los que esto resulte imposible», cuenta el presidente de CECE. Respecto a la posibilidad de contratar a más profesores y establecer turnos, añade que «no es una cuestión tanto de recursos, pues a todos nos gustaría tener más, pero la pregunta es si el país lo puede financiar, busquemos soluciones buscando el bien de todos».
Incertidumbre entre familias y profesores
Mientras, las familias, se enteran de esta posible medida con escepticismo. Manoli, que tiene dos hijos mellizos en primero de ESO y en la misma clase, espera que, de tener que repartirlos, al menos les toque en el mismo turno. «Con su padre y conmigo trabajando y el hermano pequeño en la guardería, lo peor que nos puede pasar sería que cada día fuese uno al instituto. Si ya de por sí es complicado y tenemos que tirar de la familia para que no se queden solos, no quiero imaginar cómo será un inicio de curso al 50%».
«Si pones la mitad de alumnos en una clase me parece perfecto, es lo necesario. Lo que no es normal es, por ejemplo, una clase en Infantil con 25 alumnos. Si me pones 12 es lo suyo, pero claro, eso debería suponer que contrates a más maestros o habilites más aulas, porque ¿cómo vas a dejar al resto en su casa?», se pregunta Rocío, maestra de Educación Infantil.
En esta discriminación hace hincapié Javier Rodríguez, director general del Foro de la Familia: «Es injusto para los trabajadores que tienen cargas familiares y se ven en la tesitura de o bien renunciar a su puesto de trabajo, o bien a incrementar el gasto familiar para poder trabajar por el mismo (o menor, en la mayoría de los casos) salario». En su opinión, el Gobierno «debería escuchar a los expertos antes de anunciar medidas que transmitan seguridad y confianza, y no todo lo contrario, como hasta ahora», dice en referencia al anuncio que sorprendió de la ministra, que sorprendió a todos los miembros del sector.
La brecha digital, asignatura pendiente en Educación
Ocho de cada diez alumnos, según informaba el Ministerio de Educación el mes pasado, se incorporaron, con el fin de las clases y el inicio del confinamiento a la «enseñanza online». Maestros, profesores, alumnos… todos tuvieron que adaptarse a los nuevos métodos. Mientras tanto, «una minoría» (en palabras de la ministra Isabel Celaá) de estudiantes, que se estima entre el 10 y el 15 por ciento del total, quedaban aislados del sistema al no disponer de los recursos TIC que necesitan (conexión a internet, ordenador…). Oenegés como Red ONGD de Madrid o Save The Children alertan de las terribles consecuencias que podría tener la desconexión para los alumnos con menos recursos.