Las diferencias entre hijos por el cuidado de los padres mayores, el conflicto más extendido

Las diferencias entre hijos por el cuidado de los padres mayores, el conflicto más extendido

La Fundación Atyme y el Ministerio de Sanidad presentan la guía «Adultos, mayores y mediación» donde explican el servicio.

CARLOTA FOMINAYA – MADRID

Cómo repartir entre los hermanos los cuidados de un padre o de una madre dependiente o con discapacidad, un reparto de herencia que no satisface a todos los hijos por igual, unos abuelos a los que no dejan ver a sus nietos, hijos que sobreprotegen a sus padres… Los problemas entre mayores adultos que llegan a Fundación Atyme, pionera en ofrecer programas de resolución de conflictos a través de la mediación en nuestro país, se incrementan exponencialmente desde 2011, año en que el Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social aprobó este servicio. Por este motivo, ambos organismos han presentado la guía «Adultos, mayores y mediación», donde explican la casuística de este servicio, que entre sus características más destacables está el hecho de ser voluntario y gratuito.

Resolución pacífica

Este tipo de mediación, recalca Trinidad Bernal, directora técnica de la Fundación Atyme, «está dirigida a personas ligadas entre ellas por lazos de parentesco –aunque también relación de amistad o relaciones muy cercanas–, que tengan desacuerdos y quieran resolverlos de forma pacífica». El hecho de vivir más años y en mejores condiciones, apunta Bernal, ha dado lugar a un nuevo escenario familiar donde surgen conflictos ocasionados por la convivencia entre generaciones distintas, con intereses y valores diferentes, que ponen en peligro la armonía familiar.

En este contexto, añade esta experta, «es muy fácil que las familias se encuentren en un punto donde las partes involucradas en un conflicto ya no escuchan, y donde cada uno piensa que el otro tiene que comprender su punto de vista y vive la opinión del otro como un ataque del que tiene que defenderse. No se entienden y resulta complicado llegar a acuerdos, dando lugar a que el conflicto crezca en intensidad y extensión».

Sobreprotección

Así, desde Atyme han observado que la principal fuente de consulta telefónica se debe a los problemas surgidos de la sobreprotección de los hijos hacia los padres mayores, a los que «no dejan ser autónomos». Todos los casos que han pasado por los mediadores de esta organización tienen en común que, en un principio, «nadie se ocupó de consultar qué es lo querían hacer los mayores». «Los hijos no se dan cuenta pero al tratarlos como a niños los están metiendo en una urna de cristal que va a conducirles a una situación de baja autoestima, a tener peor concepto de sí mismos… Es un error, porque les acompañan a la dependencia», advierte Bernal.

«No quieren que vayan solos al médico, que conduzcan, les controlan la toma de pastillas… Podríamos decir que hay amores que matan», resume Ramón Mayo, vicepresidente de Fundación Atyme. «Poco a poco vamos tomando decisiones por ellos, y contribuyendo a que baje su autoestima. Familia y sociedad debemos trabajar por que los mayores mantengan las riendas de su vida durante el máximo tiempo posible», apunta. Sobre todo, añade, «porque percibimos que se trata de personas que pueden tener mucha edad, pero que se encuentran bien, mental y físicamente. La sobreprotección por exceso de cariño de los hijos está conduciendo a situaciones familiares rocambolescas», determina Bernal.

Cuidado de los padres

De hecho, la principal derivada de la sobreprotección son los conflictos entre hermanos por las diferentes formas de entender cómo hay que llevar a cabo el cuidado de los padres mayores. «Suele haber diferencias entre lo que entienden por las atenciones requeridas. Es habitual que unos crean que deban hacerse en una institución, otros en casa de los padres, o en la de los hijos… Estas discrepancias se acentúan cuando vivir más va acompañado de cierto deterioro y se producen respuestas diferentes de los hijos ante esta situación», explica Bernal.

La circunstancia puede verse agravada, añade, «por la manera en la que los cuñados o las parejas de los hermanos se comportan ante estas situaciones, creando verdaderos enfrentamientos familiares que ocasionan, en algunos casos, una ruptura de la comunicación entre hermanos, que acaba por repercutir en la estabilidad emocional de los padres y en el empeoramiento de su salud».

Las personas mayores, remarca Félix Barajas, subdirector general de Familias del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, «no son menores de edad, aunque quizá tengan limitaciones en los cuidados, en la atención… pero mientras tengan capacidad jurídica plena hay que tratar de mantener su autonomía». El reto de las administraciones públicas, corrobora Mayo, «no está en ayudar a vivir más, sino en ayudar a vivir mejor. En dar vida a los años que quedan».

Objetivo final

«Empezar a eliminar ideas negativas en torno a la vejez, y a cambiar estereotipos, además de presentar los nuevos conflictos de las familias que se producen por vivir más, y cómo solucionarlos a través de la mediación son los objetivos que persigue la guía de Atyme», resume Bernal. Es verdad, prosigue, «que los conflictos son inherentes a la vida de las personas y, por tanto, también de la vida de los adultos mayores y de quienes se relacionan con ellos. La mediación no siempre va a poder eliminarlo o detenerlo pero es de gran importancia para este colectivo contar con herramientas que les den capacidad para gestionar los problemas de su vida de forma constructiva».

Por eso, la mediación enfocada a adultos mayores es muy útil «porque logra que estos sean protagonistas de sus propias decisiones, incluso en relación a las personas con discapacidad. Este sistema es una manera renovada de entender la justicia, considerando a este colectivo ciudadanos de pleno derecho, capacitados para tomar decisiones. Es una forma eficaz de resolver los conflictos en lugar de la imposición o la judicialización», insiste.

En definitiva, concluye Trinidad Bernal, la mediación «es muy útil para abordar conflictos en el mundo actual de las familias, con nuevos problemas que requieren nuevas vías de solución, fórmulas que ayuden a gestionar los conflictos de forma constructiva y promuevan el que las personas mantengan en la medida de lo posible el control en las decisiones que les afecten. Fórmulas, como este sistema, que fomenten la seguridad personal, eleven la autoestima y garanticen la capacidad de autodeterminación de las personas mayores».

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