12 Ago Las 8 pautas para conseguir la educación más exquisita que existe.
La psicóloga Ana Asensio explica cómo es posible educar a los hijos en amabilidad y firmeza.
Laura Peraita
Ana Asensio, psicóloga y doctora en Neurociencia, fundadora de Vidas en Positivo, no duda al asegurar que ser amable y firme con los hijos es posible. De hecho, «es la educación más exquisita que existe y por la que todos apostamos y soñamos cuando deseamos ser “padres ideales”, aunque a veces no nos salga del todo, y es importante permitirse errar y aprender, es necesario saber que si vamos a educar en amabilidad y firmeza, además de conocer las herramientas, se necesita entramiento y práctica».
¿Cuál es el secreto del éxito de esta dificil combinación de amabilidad y firmeza?
Para educar en amabilidad es muy importante aprender primero a ser amables con nosotros mismos. Es importante aprender a ser compasivos e indulgentes con uno mismo, de esta manera no veremos a nuestros hijos con ojos de exigencia continua y con atribuciones intencionales que son fácilmente reconducibles. Es muy común que en ocasiones nos sintamos desbordados, o que pensemos que nuestros hijos son exprimidores de padres o, en el caso de los adolescentes, que nos roboticen como cajeros automáticos o instrumentos para darles libertad. Es una parte más de la relación y de fondo hay algo más potente que es la sintonía y la conexión, y para poder educar con firmeza y amabilidad lo primero es estar en sintonía con nosotros y con nuestros hijos
El secreto del éxito es el cuidado personal, la escucha propia para aprender a escuchar, ir por la vida más despacio y saber ver entrelíneas. El éxito está en responder en lugar de reaccionar, en atender lo que sentimos para poder preguntar a nuestros hijos lo que sienten. El éxito está en aprender a hablar desde el “yo” desde cómo me siento, desde lo que me gustaría, desde el llegar a acuerdos, en lugar de actuar desde el tú y desde la acusación o el juicio atribuyendo cosas que, en muchas ocasiones, no corresponden a la realidad y hacen daño a las relaciones.
No es lo mismo decirle a nuestro hijo «eres un egoísta» que decirle, «esto que has hecho me hace sentir dolida, y me hubiese gustado X cosa, pero entiendo y respeto tu decisión».
¿Se debe educar así desde que nacen o es posible lograrlo cuando son más mayores?
Lo ideal sería que comenzáramos a educar así desde que son pequeños, porque ese es el aprendizaje que tendrían, pero si no se puede, no se conocen las herramientas, ha habido otros problemas o inconvenientes o, incluso, hemos llegado a conocer estos temas cuando ya son más mayores o adolescentes, puede que nos cueste un poco mas encauzarlo, sobre todo entrada la adolescencia, y más si esta es objeto de problema. Pero, recordemos, nunca es tarde. Con práctica, cariño y dedicación, con amabilidad como bien dice este tipo de educación y de estilo de vida, con firmeza; es decir, poniendo límites con amor, se consiguen muchas cosas maravillosas para nosotros y para nuestros hijos. Pero hay que recordar que es un trabajo más y es importante saber que la intención, la perseverancia y la constancia, además de las herramientas educativas, serán las claves del éxito.
¿Cuáles son las principales recomendaciones para los padres que quieran optar por este modelo de educación?
Son ocho:
1. Hablar desde el corazón: poner la razón al servicio del corazón
2. Establecer claros los limites: es importante desde pequeños poner los limites claros, establecer las normas y que estas sean parte de la educación de casa. Por ejemplo, al igual que damos por hecho que enseñamos a nuestros hijos a ir al baño a hacer sus necesidades y no hacerlas por casa el resto de la vida, de igual manera habrá unas normas en convivencia a respetar dentro de un hogar que deberán ser lo suficientemente consistentes, sin ser muy laxas o ser muy rígidas, para que la educación tenga unos mejores frutos.
3. Estar abierto a negociar: es importante que nuestros hijos poco a poco vayan aprendiendo a que tienen voz, que se les escucha, y más adelante esa voz también se convierte en voto, y si en la adolescencia no queremos que esto se convierta en guerra de imposiciones o normas incumplidas y castigos sin resultado, es importante en un momento dado comenzar a establecer negociaciones y cumplimiento por ambas partes. En este sentido, los contratos escritos suelen funcionar muy bien. A veces los padres pensamos que esto es perder poder o control y, al contrario, es soltar amarras de una manera natural, enseñando a nuestro hijo a ser adulto y a respetar sintiéndose a su vez respetado. Si en este aspecto sientes que vives en un tira y afloja, tranquilo, esto forma parte de la normalidad con un adolescente que intenta aprender a ser adulto.
4. Hablar mejor que gritar: la amabilidad, el respeto y la respuesta calmada y serena siempre es mejor que la reacción y el grito (que puede ser humano, pero nos lleva a sentirnos mal y no suele tener mejores resultados que la calma), por lo que cuidar esa serenidad en nuestro interior, aprender a respirar antes de estallar o saber cuando estamos sobresaturados para ponerle remedio es importante a la hora de educar. Y no sólo por nuestro estado, sino también por el modelo de vida que le damos a nuestros hijos de permitirse sentir, parar y no tener que ser perfectos en todo.
5. Cuidar el espacio personal de autocuidado para recargar la pila: para poder dar, uno tiene que estar lleno, tiene que tener. Y para poder educar y dar lo mejor a las personas que más queremos es importante que seamos conscientes del valor del autocuidado y de la responsabilidad sobre este tema. Es importante estar bien para cuidar bien. La educación y la crianza son actividades de alta demanda y exigencia, que bien entendidas pueden ayudarnos a crecer y a ser muy felices, pero que si nos sobrepasan pueden llegar a estresarnos y a sacarnos de nuestro centro y equilibrio. Por eso, es importante atender a la amabilidad y al cuidado con nosotros mismos como eje central del amor hacia los nuestros.
6. Cuidar las emociones y preguntar: una educación emocional siempre es un regalo.
7. Dar espacio a la comunicación: si desde que son pequeños creamos espacios de escucha, donde expresamos cada uno con sus preferencias, aunque no todas nos entusiasmen por igual, conseguiremos empatizar y acercarnos a su mundo y ofrecerles también cachitos del nuestro que ellos puedan comprender. Si trabajamos esta conexión comunicativa tendremos mucho camino ganado en la educación y en la sintonía con nuestros hijos.
8. Cuidar y atender a los valores: reconocer, aceptar, respetar y agradecer son valores fundamentales de vida, al igual que otros tantos como la generosidad, el perdón, la valentía, la voluntad, la fortaleza… Estos valores seguro que los queremos para nuestros hijos, además de para nosotros, por ello es importante ponerlos sobre la mesa, sacarlos a la luz, hablar de lo que en nuestro día ha habido de cada uno de ellos, dar nosotros ejemplo como padres cada vez que podamos y vivir en coherencia con lo que pensamos, sentimos, decimos y hacemos, esto será garantía de felicidad porque si hay algo que produce felicidad es vivir en coherencia con uno mismo y con la vida.