La violencia contra las mujeres y los niños es una de las principales amenazas para la salud global.

La violencia contra las mujeres y los niños es una de las principales amenazas para la salud global.

El impacto en la salud mental y física incluye depresión, ansiedad, adicciones, lesiones y enfermedades crónicas.

2025. El Periódico

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La violencia sexual contra los niños y la violencia de pareja contra las mujeres son dos de los desafíos de salud más devastadores pero poco reconocidos, y se encuentran entre los principales riesgos de mortalidad y morbilidad en todo el mundo, según una investigación global.

Un nuevo análisis derivado del Global Burden of Disease (GBD) 2023 coloca la violencia contra las mujeres y la violencia sexual en la infancia entre las principales amenazas para la salud pública mundial, con un impacto mucho mayor del estimado hasta ahora. Así lo indican los científicos en un nuevo estudio publicado en The Lancet.

El enorme coste en salud de la violencia contra mujeres y niños

El estudio atribuye más de 50 millones de AVAD (Años de Vida Ajustados por Discapacidad) a este tipo de violencia: 32,2 millones por violencia sexual en la infancia y 18,5 millones por violencia de pareja íntima. Los AVADs (o DALYs en inglés) son una medida que cuantifica la “carga” global de una enfermedad, integrando los años perdidos por muerte prematura (YLL) y los años vividos con discapacidad o mala salud (YLD) en una única cifra, que representa un año de vida saludable perdido.

Según una nota de prensa del Institute for Health Metrics and Evaluation de la Universidad de Washington, en Estados Unidos, el impacto en salud mental y física incluye depresión, ansiedad, adicciones, lesiones y enfermedades crónicas, entre otras consecuencias. Las cifras reubican a estas formas de violencia en el centro de la agenda sanitaria internacional.

Los autores estiman que, en 2023, alrededor de 608 millones de mujeres de 15 años o más habían sufrido violencia física o sexual por parte de una pareja en algún momento de su vida, y que más de 1.000 millones de personas habían experimentado violencia sexual en la infancia. Estas magnitudes traducen la violencia, habitualmente tratada como un problema social o de justicia, en una causa medible y masiva de morbilidad, discapacidad y muerte prematura.

Convertir la prevención de la violencia en política sanitaria clave

El impacto sanitario no se limita a las lesiones físicas. El análisis del GBD liga la violencia de pareja y la violencia sexual infantil a múltiples consecuencias en la salud: trastornos de ansiedad y depresión, consumo problemático de sustancias, autolesiones y ciertas enfermedades crónicas e infecciosas. Entre los efectos atribuibles, los trastornos mentales, especialmente la depresión mayor y la ansiedad, figuran entre los principales responsables de los AVADs asociados con la violencia.

Otro punto central es que la violencia contra mujeres y niños aparece como una causa particularmente relevante entre las personas en edad reproductiva: para las mujeres de 15 a 49 años, la violencia de pareja y la violencia sexual infantil se ubicaron entre los factores que más años de vida saludables le restan a esta franja etaria, compitiendo con riesgos tradicionales considerados prioritarios en salud pública. Esta reconceptualización plantea que la prevención de la violencia no es solo una cuestión de derechos humanos, sino una inversión directa en salud pública.

Los investigadores advierten que estas cifras podrían incluso subestimar la realidad: las estimaciones solo consideran tipos de violencia y consecuencias con evidencia suficiente para vincularlos causalmente, por lo cual formas adicionales de violencia y efectos a largo plazo podrían quedar fuera de las estadísticas. Por eso reclaman ampliar las auditorías, mejorar la recolección de datos y financiar intervenciones preventivas y de apoyo integral a las mujeres y niños.