01 Abr La triste mirada de la soledad
Un estudio revela que el hecho de vivir y sentirse aislado de los demás aumenta en hasta un 14 por ciento la posibilidad de fallecimiento prematuro en personas de la tercera edad
EUROPA PRESS – MADRID
Sentir una soledad extrema puede aumentar hasta en un 14 por ciento las posibilidades de muerte prematura de una persona mayor, según concluye una investigación realizada por el doctor John Cacioppo, profesor de Psicología en la Universidad de Chicago, en Estados Unidos.
Este trabajo demuestra que el impacto de la soledad en la muerte prematura es casi tan fuerte como la conmoción de la situación socioeconómica desfavorecida, que puede llegar a aumentar las posibilidades de fallecer prematuramente en un 19 por ciento. Un metaanálisis de hace cuatro años mostró que la tristeza causa el doble de fallecimientos tempranos que la obesidad.
Cacioppo expuso hace unos días sus hallazgos en un seminario sobre ‘La ciencia de la vejez resistente’ en la reunión anual de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia que tuvo lugar en Chicago, Estados Unidos.
Los investigadores observaron grandes diferencias en la tasa de deterioro de la salud física y mental con la edad. En este sentido, Cacioppo y sus colegas examinaron el papel de la satisfacción con las relaciones de las personas mayores para desarrollar su capacidad de resistencia, es decir, la competencia para recuperarse después de una adversidad y crecer a partir de las tensiones propias de la vida diaria.
«Las consecuencias para la salud son dramáticas porque sentirse aislado de los demás puede interrumpir el sueño, elevar la presión arterial, incrementar la tasa de la hormona del estrés cortisol por la mañana, alterar la expresión génica en las células inmunes y aumentar la depresión y disminuir el bienestar subjetivo general», señala Cacioppo, que impartió una charla titulada Conexiones gratificante sociales promueven un envejecimiento exitoso.
Este investigador apunta que las personas mayores pueden evitar las consecuencias de la soledad al estar en contacto con antiguos compañeros de trabajo, participar en tradiciones familiares y compartir buenos momentos con la familia y amigos, puesto que todo ello da a los mayores la oportunidad de conectarse con otras personas de las que preocuparse y también de que se preocupen por ellos.
«Retirarse a Florida para vivir en un clima más cálido entre extraños no es necesariamente una buena idea si esto significa que la persona estará desconectada de las seres queridos que suponen mucho para ella», señala Cacioppo, en referencia al Estado estadounidense agraciado por el calor y el sol.
Aunque algunas personas son felices estando solas, la mayoría de la gente se desarrolla a partir de situaciones sociales en las que se prestan apoyo mutuo y mantienen una relación fuerte. A su juicio, la mayoría de las humanos disfrutan de la compañía frente a la soledad.
Esta investigación ha identificado tres dimensiones fundamentales para unas relaciones saludables: uniones íntimas, que supongan tener a alguien en la vida que te haga reafirmarte en quién eres; conectividad relacional, es decir, tener encuentros cara a cara, ya que es algo mutuamente gratificante; y conectividad colectiva, que produce la sensación de que el mayor es parte de un grupo o colectivo más allá de la existencia individual.
No es la soledad o el aislamiento físico en sí, sino más bien la sensación subjetiva de separación la que el trabajo de Cacioppo muestra tan profundamente perturbadora. «Los mayores que viven solos no se sienten en ese estado si permanecen socialmente comprometidos y disfrutan de la compañía de los que les rodean. Algunos aspectos del envejecimiento, como la ceguera y la pérdida de la audición, sin embargo, ponen a las personas en un riesgo especial de estar aisladas y estar más solas que el resto», alerta.
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