02 Abr La tribu sin médicos donde la gente vive 100 años y aparenta 80: «Siguen cinco reglas para la longevidad».
El valle de Hunza, en Pakistán, es conocido como el oasis de la juventud. Allí la gente «parece desafiar todas las probabilidades médicas».
2024. La Razón
L. Cano
En una zona montañosa poco conocida, situado en el extremo norte de Pakistán, hallamos una delicia geológica llamada valle de Hunza. Un lugar remoto conocido en el mundo como el ‘oasis de la juventud’, donde «la gente parece desafiar todas las probabilidades médicas», tal y como relata Samantha Shea, la fotógrafa de viajes estadounidense que se adentró en esta escarpada región para conocer a sus gentes.
Llegar por carretera es toda una hazaña: Karimabad, la capital de Hunza, está a más de 2.000 metros de altura. Para llegar a ella hay que recorrer 500 kilómetros desde Islamabad, y se tarda dos días en llegar. Sin embargo, el trayecto merece la pena con tal de ver este espectáculo de la naturaleza. No solo hablamos de su paisaje, sino de los curiosos habitantes que pueblan sus aldeas: las tribus de los burusho y los wakhi, que durante siglos han sobrevivido y prosperado en estas tierras alejadas de la mano de Dios.
Allí, la gente trabajando los campos sin ningún tipo de ayuda mecánica. Cuentan con los servicios mínimos y las infraestructuras sanitarias son muy rudimentarias. A pesar de ello, son conocidos por la increíble vida que llevan sus habitantes, quienes «según los estudios llegan en promedio a los 100 años y tienen una apariencia muy joven«, cuenta Shea.
A caballo entre el mito y la realidad, la longevidad de sus habitantes ha suscitado interés desde que, en la década de 1920, un médico escocés llamado Robert McCarrison estudiara a los Hunza durante siete años. El explorador estudió su dieta y afirmó encontrar que «ninguno de ellos padecía de dolencias que eran comunes al resto de los seres humanos del planeta y su longevidad es sorprendente».
La joven fotógrafa estadounidense decidió comprobar por sí misma si las afirmaciones de McCarrison tenían algo de cierto. «Mi marido nació y creció en Hunza, y pertenece a la comunidad indígena burusho. Después de casarnos, me fui de Estados Unidos y nos establecimos en la parte central del valle», cuenta Shea. De sus vivencias, escribe en un artículo publicado en la CNBC, donde relata «algunos curiosos hábitos que ayudan a los habitantes de Hunza a vivir más años«.
1. Comen aceite de albaricoque
La alimentación de los Hunza es eminentemente vegetariana, e incluye en un lugar muy especial el albaricoque, tanto fresco como seco. El albaricoquero es uno de los cultivos locales más importantes del valle y todas las familias tienen al menos uno. «Esta fruta tiene un alto poder antiinflamatorio y antioxidante, que ayuda a prevenir el envejecimiento celular que provocan los radicales libres y las enfermedades degenerativas», indica Shea.
Además de comer la fruta, de su semilla se extrae un aceite muy preciado que se usa para cocinar, para las lámparas y para el cuidado de la piel. Casi todos los platos tradicionales de Hunzai incluyen aceite de albaricoque. «Mi suegra me contó que hace 50 años era lo único que se utilizaba para cocinar, incluso carne. Las versiones secas de la fruta también ayudan a combatir el mal de altura y se hierven para hacer sopa en invierno», cuenta Shea.
2. Nunca dejan de moverse
«Aquí la gente está sana y activa toda la vida, hasta bien entrada la vejez. Es muy común ver a gente de más de 80 años fuera, incluso en invierno. Los miembros mayores de la familia siguen pastoreando sus vacas y ovejas, recogiendo leña y realizando otras tareas domésticas», explica la estadounidense. También participan en actividades comunitarias como el «rajaki», que consiste en limpiar los canales de agua elevados cuando llega la primavera. Lugareños de todas las edades montan en bicicleta, patinan y practican a diario deportes como el fútbol y el críquet.
3. Beben agua de glaciar
Hunza está llena de docenas de glaciares, todos los cuales se derriten durante el verano. «El agua de Hunza, un líquido brillante de color gris oscuro, ha despertado desde hace tiempo el interés de los científicos. A diferencia de otras fuentes de agua, esta agua glaciar está filtrada de forma natural por capas de hielo y roca y contiene minerales como el cuarzo que en su cultura son potentes antioxidantes», dice Shea.
4. Rara vez comen alimentos procesados
Casi todos los trozos de carne que se comen en Hunza proceden de animales recién sacrificados en la zona. «La gente rara vez come alimentos procesados, y desde luego aquí no encontrará ningún sitio de comida rápida. Las comidas suelen prepararse frescas en casa todos los días, y casi todos los hogares cultivan algún tipo de verdura. Las espinacas son especialmente populares, y otras favoritas como los tomates y las patatas se cultivan local y orgánicamente.
5. Tienen fuertes valores comunitarios
«Los barrios y pueblos están muy unidos y los habitantes de Hunza se cuidan unos a otros, sobre todo los más ancianos. Aquí no existen las residencias de ancianos. Los ancianos son muy respetados y atendidos por sus familias», cuenta la fotógrafa.
Además, cuenta con una delincuencia prácticamente nula: «Los niños pasean solos, incluso a edades tempranas. Es probablemente uno de los últimos lugares donde se juega más al aire libre que con el iPad. Después de haber vivido aquí durante los dos últimos años, puedo decir felizmente que nunca había tenido el privilegio de experimentar una sociedad tan colectiva como esta», concluye Shea.
En su opinión, la vida sana, el ejercicio físico obligado por la orografía, el agua que beben (proviene directamente de los glaciares) y una dieta escasa en carne han llevado a que la población sea de interés para los científicos por su llamativo buen estado de salud, sobre todo de la gente anciana.