28 Sep La soledad, la ansiedad o la depresión pueden influir en el desarrollo de Covid persistente.
Según el estudio, estos factores se asociaban con un riesgo entre 32% y 46% mayor de desarrollarlo.
María Bonillo
Factores psicológicos, como la ansiedad, la depresión, la preocupación, la soledad o el estrés, sufridos antes de la infección por Covid-19, puede estar asociado con un mayor riesgo de Covid persistente, según investigadores de la Escuela de Salud Pública TH Chan de Harvard y publicado en JAMA Psychiatry.
En concreto, los investigadores detectaron que factores como la angustia estaba más fuertemente asociado con el desarrollo de Covid persistente que otros factores físicos, como asma, obesidad e hipertensión. “Nos sorprendió la fuerza con la que la angustia psicológica antes de una infección por Covid-19 se asoció con un mayor riesgo de Covid persistente”, explicaba Siwen Wang, investigadora del Departamento de Nutrición de la Escuela Chan de Harvard y directora del estudio, en un comunicado publicado en la Escuela de Salud Pública TH Chan de Harvard.
En torno al 20% de los adultos estadounidenses que han pasado el Covid-19 han desarrollado Covid persistente después, según los Centros para el Control de Enfermedades de EE.UU. El Covid persistente se caracteriza por diversos síntomas que experimenta una persona durante más de cuatro semanas tras superar el Covid-19, como fatiga, problemas respiratorios, cardíacos, confusión mental u otros síntomas neurológicos o digestivos. Estos síntomas afectan la calidad de vida de la persona y pueden durar meses o años.
Estudios anteriores sugerían que la salud mental puede afectar los resultados de algunas enfermedades. En esta ocasión, para determinar cómo influían diversos factores psicológicos antes de la infección por Covid-19 al desarrollo de la enfermedad, los investigadores analizaron los datos de más de 54.000 participantes, que contaron cuál era su situación psicológica en esos momentos. En el transcurso de un año, más de 3.000 participantes contrajeron Covid-19. Tras analizar sus síntomas y la duración de estos, compararon quienes desarrollaron Covid persistente, y detectaron que la angustia mostrada antes de la infección, así como la depresión, ansiedad, estrés, preocupación o soledad, se asociaba con un riesgo entre 32% y 46% mayor de Covid persistente. Lo que a su vez se asoció con un riesgo entre un 15% y un 51% mayor de que esa angustia psicológica deteriorase la calidad de vida de la persona.
«Hasta donde sabemos, este es el primer estudio prospectivo que muestra que una amplia gama de factores sociales y psicológicos son factores de riesgo para la larga duración de la COVID y el deterioro de la vida diaria debido a la larga duración de la Covid», explicaba Andrea Roberts, científica investigadora sénior en el Departamento de Salud Ambiental de la Harvard Chan School y autora principal del artículo. En su opinión, es necesario considerar la salud psicológica, además de la salud física, como un factor de riesgo de Covid persistente, ya que «estos resultados refuerzan la necesidad de aumentar la conciencia pública sobre la importancia de la salud mental y de brindar atención de salud mental a las personas que la necesitan, lo que incluye aumentar la oferta de médicos de salud mental y mejorar el acceso a la atención».
«Un elevado número de casos de Covid persistentes son psicosomáticos»
Respecto a estas conclusiones, Rafael Toledo (@alfwarrior), catedrático de Parasitología de la Universidad de Valencia, explica a 65YMÁS que el problema que hay en torno al Covid persistente es que «se juntan demasiadas cosas», mezclando datos reales con otros consecuencia de una infección, Covid o cualquier otra, y datos con un componente psicosomático de gran relevancia. «Cuando alguien pasa una infección, la que sea, como una gripe, se cura en unos cuatro días. Pero evidentemente le queda un malestar durante un tiempo: tos, somnolencia, cansancio…, síntomas de que te estás recuperando. Y eso pasa también con la Covid-19″. Hace referencia a toda la presión que se ha ejercido con el tema del Covid, aludiendo a ese componente psicosomático que no se puede pasar por alto, y que provoca que en algunas ocasiones se «magnifiquen determinaos síntomas post-infección, que son completamente normales».
«Lo que pasa con el Covid es que, con toda esa presión, cualquier pequeño síntoma, que va desde la somnolencia a un poco de tos, por ejemplo, se asocia con el Covid persistente«, añadía, explicando que aquella persona que tiene problemas psicosomáticos «es más propensa a tener Covid persistente, porque esta magnificando síntomas comunes tras pasar una infección viral. De hecho, el síndrome de fatiga post-viral es un fenómeno descrito desde el siglo XIX».
Aclara que esto no significa que algunos casos, «pero un pequeño porcentaje«, pueda tener síntomas o complicaciones por una infección por Covid, como ocurre con otras infecciones. «Lo que esto prueba es que el componente psicosomático es muy importante en el desarrollo de síntomas de Covid persistente», concluye. «No todos los casos de Covid persistente son psicosomáticos, pero sí que hay un número elevado de casos que lo son, generados por ejemplo por ansiedad, al igual que ocurría con las vacunas, que cualquier síntoma que aparecía se achacaba ellas. Así, para saber cuáles se pueden relacionar con la infección previa, habría que «regularizarlo y ver qué síntomas son debidos y cuáles no«.
Es algo en lo que coincide Manuel Muro, jefe de Servicio de Inmunología de Hospital CU Virgen de Arrixaca, que considera que «es normal que personas con estos problemas tengan más complicaciones post-infección». «No sé qué tiene que ver el estrés con una enfermedad que parece consecuencia de una inflamación crónica de vasos sanguíneos y de pequeños trombos. Puede ser una relación puramente accidental«, opina a su vez Salvador Macip, investigador de la Universidad de Leicester, en Reino Unido.