La publicidad que engorda… y enferma

La publicidad que engorda… y enferma

Una investigación pone de manifiesto que los niños reciben una presión excesiva de anuncios de alimentos de bajo nivel nutricional, lo que influye en sus demandas y, al final, en su salud.

SARAY ENCINOSO

Ver la televisión en exceso desde la infancia ayuda a subir de peso. Los niños están más tiempo sentados en el sillón y menos en movimiento, pero, además, muchos de los mensajes que reciben a través de los anuncios los incitan a consumir alimentos de bajo valor nutricional. Es el resultado de una investigación -auspiciada por la Universidad de Barcelona y publicada en la Revista Española de Nutrición Humana y Dietética- que ha analizado la evolución de los anuncios de alimentos procesados y ultraprocesados en la televisión en España, aplicando el modelo de Semáforo Nutricional de Reino Unido. Que los menores pidan cereales y galletas poco saludables no es casualidad: el estudio demuestra que la presión comercial que reciben a través de un canal infantil para consumir productos de este tipo puede llegar a ser el doble que un adulto que opta por un canal generalista.

Poner coto a estos anuncios no es una idea descabellada. La Organización Mundial de la Salud ya ha propuesto controlar el consumo de sal, grasas y azúcares en alimentos elaborados para reducir la incidencia de enfermedades asociadas a la alimentación, pero también minimizar la publicidad de alimentos de bajo valor nutricional.

La publicidad tiene capacidad de influir en los comportamientos alimentarios de todos los estratos sociales y en todas las franjas de edad de la población, especialmente entre los niños, lo que afecta a sus solicitudes de compra y hábitos de consumo.

El estudio realizado por los investigadores analiza los anuncios de productos procesados y ultraprocesados emitidos en los cuatro canales generalistas y en el canal infantil con publicidad y mayores audiencias (Telecinco, Antena 3, La Sexta, Cuatro y Boing). El análisis se desarrolló un día entre semana y otro de fin de semana en las dos franjas horarias de mayor audiencia media en abril de 2016.

La evaluación se llevó a cabo utilizando el sistema del Semáforo Nutricional de Reino Unido, una herramienta que funciona en el país desde 2007 y que consiste en establecer colores -rojo, ámbar o verde- en el etiquetado de los productos para que los usuarios puedan identificar con facilidad los alimentos más saludables.

Este código contribuye a mejorar los hábitos alimentarios, particularmente entre las personas mayores y con menor nivel de estudios. No es obligatorio, pero la mayoría de las compañías ya ha incorporado este código.

Para este estudio sobre la publicidad, los autores identificaron 2.616 anuncios y detectaron que 514 -el 19,6%- se correspondieron con alimentos procesados y ultraprocesados (uno de cada cinco). Sin embargo, el verdadero riesgo lo localizaron en el canal infantil Boing, que fue el que más anuncios de este tipo emitió (38,6%, es decir, dos de cada cinco), ya que duplicó la media de los canales generalistas (17,4%).

El Semáforo Nutricional (SN) mayoritario del conjunto de canales fue rojo para grasas y grasas saturadas y verde para azúcares y sal. Boing presentó el peor perfil nutricional, ya que obtuvo rojo en todos los nutrientes analizados, excepto para la sal, que fue ámbar. Telecinco, en cambio, presentó los mejores datos: obtuvo color verde en todos los nutrientes estudiados.

Con independencia del color que establezca el semáforo nutricional, los anuncios de alimentos procesados y ultraprocesados más frecuentes fueron de cereales de desayunos, galletas y bollería; golosinas y snacks; chocolates y cacaos; refrescos, bebidas energéticas y deportivas, zumos y néctares; derivados lácteos; y pan y pasta.

Félix A. Morales, divulgador científico nacido en Tenerife, es uno de los autores de este estudio. Para él, las conclusiones más significativas que se desprenden de la investigación son, por un lado, la preocupante presión comercial que reciben los niños. «Por cada cinco anuncios que se emiten en canales generalistas, uno es de alimentación. En Boing, en cambio, es el doble», señala. Y, por otro, que la calidad nutricional de los productos anunciados «es mucho peor en el canal infantil que en el resto». Es decir, «no solo están sometidos al doble de presión, sino que la publicidad es peor desde el punto de vista nutricional».

A pesar de la limitación temporal que pueda tener el estudio, hay algo que queda claro: los resultados ponen de manifiesto la necesidad de que España -en realidad la UE- adopte medidas legislativas más eficaces para evitar que los más pequeños sigan tragándose semáforos en rojo.

Esa sospecha tuvo que ver con que Morales, periodista, fisioterapetua y divulgador, diera un rumbo a su vida profesional. Hace tres años nació su hijo y empezó a interesarse cada vez más por la relación entre el consumo, la ciencia y la salud. De ahí nació su proyecto Concísate, una iniciativa desde la que promueve hábitos saludables a través de recursos educativos, divulgativos y comunicativos. El objetivo, más semáforos en verde para todos y, por tanto, más calidad de vida.

www.eldia.es/sociedad/2018-01-28/5-publicidad-engorda-enferma.htm



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