«La prensa nos presenta como una carga social. No es justo».

«La prensa nos presenta como una carga social. No es justo».

Durante la celebración del foro ‘Los medios de comunicación y las personas mayores’, de ABC y la Fundación «la Caixa», se incidió, entre otros asuntos, en la importancia de que los medios no caigan en el edadismo, cuiden su terminología al referirse a la población longeva y ofrezca contenidos que sean de su interés.

Laura Peraita

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No cabe duda de que la imagen que proyectan los medios de comunicación sobre la población más longeva va calando poco a poco en la sociedad y condiciona la percepción sobre este grupo de población. En muchos casos se ofrecen informaciones que contribuyen a la discriminación por edad, a mostrar personas muy vulnerables, que reciben una trato infantilizado… En definitiva, el edadismo, tal y como advierte la Organización Mundial de la Salud (OMS), tiene unos efectos negativos en este grupo de edad: menor esperanza de vida, peor salud física, mental y emocional, menor bienestar y calidad de vida, mayor aislamiento social y soledad, inseguridad económica, mayor riesgo de sufrir violencia y acoso…

Palmira González, profesora de hostelería jubilada, confesó durante el encuentro ‘Conversaciones de Mayores: Los medios de comunicación y las personas mayores’ -organizado por ABC y la Fundación la «Caixa»-, que «en absoluto» se siente representada en la prensa. «Se nos muestra como personas que no tienen nada que aportar, como una carga social. No se nos tiene en cuenta cuando, en realidad, tenemos mucho valor que ofrecer a la sociedad. No es justo».

En la misma línea se manifestó Paloma Alcubilla de la Fuente, periodista jubilada desde 2007, al asegurar que los mayores deberían tener más visibilidad en los medios y no de manera discriminatoria. «Tenemos un plus y es el de la experiencia vital. Nos hemos caído varias veces y nos hemos levantado con el aprendizaje que eso supone. Aún así, parece que somos molestos porque ya no queremos ser tan encantadores como lo éramos de jóvenes, sino que preferimos ser realistas y que todo funcione. Además, creemos en los valores porque nos han educado así, aunque hoy se trata de un concepto que la juventud prefiere sustituir por apariencia; según te muestres, así te califican».

Ángel Expósito, coordinador de informativos y presentador de La Linterna en Cope, no quiso perder la ocasión de hacer una autocrítica a los medios de comunicación, puesto que «si hacemos una media de la edad de nuestros oyentes, lectores y espectadores observaremos que es de 40 años para arriba, y cada vez más mayores porque vivimos más tiempo. Por eso, aunque solo sea desde el punto de vista comercial, permítanme decir que si no atendemos a esa franja de edad de nuestros clientes estamos haciendo el canelo».

Añadió que en las redacciones están incorporando a gente muy joven y con mucho potencial, «pero si les preguntamos por los padres de la Constitución, por quién era Tarradellas o a cuánta gente mató ETA, no lo saben. Es trascendental tener este ‘background’. Es decir, estamos perdiendo esa cultura, experiencia y conocimiento por ahorrar dinero porque estos jóvenes son más baratos que los trienios y la antigüedad de los veteranos. En este sentido, las empresas se están pegando un tiro en el pie».

Expósito quiso cuestionar al público asistente al acto qué significa ser mayor en la actualidad. «¿Dónde está el límite? ¿En la jubilación? -cuestionó-. Hay personas que consideran que tener entre 50 a 60 años, ya es ser mayor. Quiero pensar que estamos cambiando poquito a poco esta percepción. Quiero pensar que al igual que ya no decimos en antena el término ‘subnormal’, con la terminología empleada hacia los mayores también estamos cambiando».

Palmira González manifestó que le gustaría que no se utilizaran en los medios términos como viejos, pensionistas, jubilados, abuelos…, para referirse a los mayores de manera algo despectiva y metiendo a todos en el mismo saco. «Me molesta porque no todos somos iguales. El Estado y la sociedad nos considera mayores a partir de una edad, pero hay que tener cuidado con el término que se emplea».

De la Fuente apuntó que ella ha inventado un término para definir a los mayores: SS. «Somos sufridores silenciosos porque no podemos protestar. Sin embargo, ser mayor significa que tenemos curiosidad, porque en este mundo que avanza a grandes pasos no nos queda otra que ponernos al día, lo que ocurre es que no lo hacemos con la misma rapidez que cuando éramos jóvenes».

Palmira insistió en que «debemos hacernos más presentes en la sociedad. Me encanta cuando en una columna de un periódico o en un programa de radio cuentan con los mayores… Debemos participar porque si nos quedamos encerrados cada vez vamos a menos como personas. La capacidad intelectual que tenemos y el afán de curiosidad de los mayores tiene que ir creciendo día a día. No podemos estancarnos y pensar que nuestra misión se limita a cuidar de los nietos, porque, además de hacerlo, tenemos mucho más que aportar».

El periodista de Cope puntualizó que el primer trabajo del periodista es elegir el tema del que va a hablar. «Si nuestros receptores y clientes, como decía al principio, son de más de 40 años y hasta los 100, y resulta que elijo temas de salud no tienen que ver con las enfermedades neurodegenerativas, con la alimentación para la degeneración ósea, con la rehabilitación, etc., ¿qué esperamos? Tendré que elegir asuntos que interesen a mi audiencia. Y positivos. Estamos hartos, yo por lo menos -matizó-, de dar malas noticias sobre una u otra guerra, la economía… ¿No hay noticias positivas todos los días en ciencia, medicina, en avances…? Elijamos cuestiones que nos ayuden a vivir y a ser un poquito más felices. La culpa es nuestra, de los periodistas, por retroalimentarnos siempre con lo malo».

Palmira González no ocultó que «nos asustan los medios de comunicación porque continuamente nos dicen ‘protéjase, no salga, cuídese, no sea ingenuo, no se deje engañar para ser víctima de engaños, robos..’.. No se dan cuenta de que nosotros también tenemos nuestros recursos. ¡No somos tontos! Este tipo de informaciones también se tienen que cuidar porque a algunos mayores les angustia escuchar estas noticias cada día».

Así lo asintió también Paloma Alcubilla de la Fuente cuando puntualizó que «después de ver las noticias sales a la calle como una valiente porque te presentan un panorama terrorífico. ¿Es que no hay nada positivo? No obstante, cuando yo quiero enterarme bien de una información acudo a la prensa escrita que requiere que te sientes cómodamente a leer de forma calmada, mientras que en internet se consume muy rápidamente todo. La radio es maravillosa porque, aparte de que la voz acompaña muchísimo, te permite hacer a la vez otra serie de cosas».

«Por su puesto -añadió Ángel Expósito-, pero es que, además, la radio te marca el horario porque según al periodista que escuches sabes si es por la mañana, por la tarde o por la noche. Pero no hay que olvidar que con la prensa escrita se lee y, yo no soy nadie para dar consejos y menos a ustedes, pero no dejen de leer lo que sea. Una cosa es la actividad intelectual y mental de oír, escuchar e interpretar lo que se está oyendo o viendo, y otra muy distinta leer. La lectura tiene una importancia enorme».

Sin embargo, Palmira González reconoció que hay gente que llega a casa y lo primero que hace, aunque no la vaya a ver, «es encender la televisión porque es ruido que acompaña». «Efectivamente -aseguró Expósito-, pero la radio te acompaña de verdad. Vas en el coche y pones tu emisora favorita con la música o noticias. Lo mismo cuando te duchas, haces la comida, cuando sales a caminar con los cascos puestos… porque la radio va contigo allá donde vayas. Con el periódico tienes que estar sentado y con la tele tienes que estar viéndola».

Con referencia a la televisión, Palmira González reconoció que ve muchas entrevistas a personas mayores a las que dejan con la palabra colgando. «Plasman su imagen como si no tuvieran nada que aportar y se van corriendo a entrevistar a otra persona. Y, además, usan cada vez más muchísimos anglicismos. En prensa escrita se puede entender el significado por el contexto, o porque se busca en el diccionario, pero cuando pasa en la televisión te quedas pensando qué ha querido decir porque no se comprende».

Respecto a las informaciones que les gustaría leer, ver u oír, González confesó que hacen falta programas que despierten la curiosidad, como los de viajes a diferentes países que amplían el conocimiento. No obstante, aseguró que los concursos son positivos porque favorecen que la gente mayor participe y piense y se involucre.

Durante el debate también se hizo mención a la influencia que tiene la edad de los presentadores. Los ponentes coincidieron al asegurar que si comparamos a los que hay en nuestra televisión con los de otros países, veremos que fuera de nuestras fronteras sí hay una apuesta por contar con presentadores de más edad. Ángel Expósito recordó que hace unas semanas falleció José María Carrascal a la edad de 96 y el secreto de su éxito en los últimos años «estaba en que era mayor y le resbalaba todo porque era libre. Los mayores son mucho más libres que nosotros. Además, si nos fijamos en programas y documentales de televisión que son comprados en el extranjero cuentan con presentadores de 70 años o más. Fuera lo hacen. Y lo vemos. Aquí vivimos la tiranía de los jóvenes. En Estados Unidos hay muchos telediarios con gente mayor presentando; en España, no. Prefieren presentadoras que podrían ser modelos».

El periodista de Cope no se manifestó muy optimista frente a la posibilidad de contar con presentadores de mayor edad en un futuro próximo. «Se mira demasiado la nómina y el edadismo es una catástrofe. Es un defecto de los medios de comunicación y de las empresas en general que miran más los 1.200 euros que pagan a los jóvenes que la cultura y valía del personal. Para mí, por ejemplo, son grandes referentes y me aportan mucho más periodistas como Luis del Val, que tiene 88 años, o Ignacio Camacho, con sesenta y tantos, que un chaval de 25 que seguramente escribe de oídas sobre el argumentario de un partido. La libertad de un periodista mayor no la tiene uno joven», concluyó.