La ONCE ha preparado a 2.000 perros guías para mejorar la autonomía de las personas ciegas

La ONCE ha preparado a 2.000 perros guías para mejorar la autonomía de las personas ciegas

La Fundación ONCE del Perro Guía (FOPG) ha proporcionado casi 2.000 perros guía en sus más de 20 años de vida a otras tantas personas ciegas o con discapacidad visual grave para ayudarles en su movilidad y autonomía personal.

SERVIMEDIA

Durante el año 2012, la Fundación proporcionó 147 perros, de los que 119 se formaron en el Centro de Adiestramiento propio, ubicado en la localidad madrileña de Boadilla del Monte, 22 proceden de la escuela de Rochester y seis de Guiding Eyes for the Blind, ambas de Estados Unidos.

Las instalaciones de la FOPG albergan los diferentes módulos necesarios en el proceso de formación de los perros: residencia, oficinas, aislamiento y perreras. Todos ellos dotados con los últimos avances para conseguir una máxima eficiencia en la calidad y sanidad de los perros guía, y un equipo humano y profesional sumamente vocacional y con una amplia experiencia.

Cada uno de los perros que la FOPG adiestra como guía de personas con ceguera supone un coste total aproximado de unos 35.000 euros hasta que está listo para realizar su trabajo.

El proceso que conduce a un perro a convertirse en guía se inicia con la exigente selección de sus padres. La experiencia ha determinado que son tres las razas más apropiadas y utilizadas: el Labrador Retriever, el Golden Retriever –o el cruce de ambas- y el Pastor Alemán, a las que en los últimos años se ha sumado la raza Flat Coat Retriever.

Al final del periodo, que dura entre 18 y 24 meses, sólo la mitad de los perros llegarán a ser guía. Antes, deben superar un proceso que tiene tres etapas diferenciadas: estancia con una familia (entre los dos y los 12 meses); periodo de adiestramiento (seis meses más) y adaptación a su usuario.
El periodo de adopción en una familia es la etapa de socialización del perro, donde aprende a convivir con personas próximas y extrañas y se acostumbra a situaciones, objetos y sonidos como el transporte público, las tiendas o el bullicio, además de aprender las primeras reglas. Entre los 12 y los 18 meses, el perro trabaja en su fase de adiestramiento, donde logra habilidades específicas, como caminar al lado de su usuario, señalar bordillos, bajar y subir escaleras o sortear obstáculos.

Al final, llega el momento de asignar el perro a aquel usuario de características más acordes con las del animal: en un cursillo de tres semanas, perro y usuario aprenden a trabajar juntos. Por delante quedan nueve o diez años de convivencia.

Los usuarios buscan un compañero capaz de integrarlos en la sociedad. Para ello, normativa de carácter europeo, estatal y de todas las comunidades autónomas ampara el derecho a deambular libremente en cualquier establecimiento público, o de uso público, o utilizar cualquier medio de transporte.
Esa misma legislación, obliga a los usuarios a mantener a sus perros en perfectas condiciones higiénico-sanitarias, con el fin de que nunca puedan representar un peligro para las personas que con ellos conviven, para lo que, cada seis meses, estos perros son sometidos a análisis y revisiones veterinarias.

Tras su jubilación, muchos de estos perros permanecen con sus dueños y otros son dados en adopción a personas que buscan en ellos un compañero educado y cariñoso. También participan en iniciativas como acompañamientos de personas mayores en residencias y otras que les permiten disfrutar de una jubilación placentera.

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