La OCDE alerta de que la difícil transición de los jóvenes a una vida adulta independiente lastra el potencial de España.

La OCDE alerta de que la difícil transición de los jóvenes a una vida adulta independiente lastra el potencial de España.

El organismo advierte de que el sistema público de empleo no tiene suficientes orientadores y muestra su preocupación por el 66% de personas entre 25 y 29 que siguen viviendo con sus padres.

Ana Torres Menárguez 25/10/2023

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El arranque del capítulo dedicado a los jóvenes en el último informe de la OCDE sobre España proyecta un panorama sombrío. Aunque España es hoy un país más rico, saludable, abierto y libre que el que vivió una generación anterior, los jóvenes tienen más difícil que los de otros países de su entorno la transición a una vida adulta “independiente, productiva y feliz”. El desempleo juvenil está entre los más altos de los países de la OCDE, y aunque han mejorado los indicadores de temporalidad, los salarios continúan siendo bajos y las condiciones laborales mediocres, destaca el capítulo Incrementando las oportunidades para la juventud en España, publicado este miércoles. Es la primera radiografía sobre los jóvenes desde que la OCDE empezó a publicar en la década de los setenta monográficos sobre la situación económica de España con carácter anual. “Pese a ser la quinta economía de la Unión Europa, la problemática con la que se encuentra la juventud hasta emanciparse no deja en buena situación a España con respecto al futuro”, señala Aida Caldera, jefa de división del departamento de economía de la OCDE a cargo de España y coatura del estudio.

El documento, elaborado siguiendo el espíritu del informe Recommendation of the Council on Creating Better Opportunities for Young People ―publicado por la OCDE en 2022 para ofrecer directrices sobre políticas de juventud a los países miembros―, señala que cerca del 50% de los jóvenes españoles entre 15 y 29 años aseguró en 2021 sentirse satisfechos con su vida, una valoración que bajaba al 40% cuando se les preguntaba por sus perspectivas de futuro, y al 30% cuando se les preguntaba por su situación económica. Ese mismo año, el 16% reconoció haber sufrido algún trastorno mental, más del doble que en 2017, y solo la mitad de ellos buscaron ayuda profesional. “Además del gasto en bienestar, estos indicadores son un lastre para el potencial de crecimiento de España, ya que las personas que reportan problemas de salud mental tienen muchas más probabilidades de estar desempleadas, y hay una evidencia clara de que una mala salud mental está asociada con la pérdida de productividad”, indica el documento, que recoge datos e indicadores sobre juventud ya publicados y hace un comparativa con la situación en otros países europeos del organismo.

El diagnóstico que se hace de la situación general de los jóvenes ―los que tienen entre 15 y 29 años representaron el 15,6% de la población total de España en 2022― es que la alta tasa de desempleo (un 28% en menores de 25 años), la mala calidad de los trabajos, la complicada transición de la vida académica a la laboral y las dificultades para abandonar la vivienda familiar, hacen que “la vida de los jóvenes españoles sea peor que la del mismo colectivo de edad en otros países europeos de la OCDE”, pone de manifiesto el informe.

Puesto que las políticas públicas de juventud son responsabilidad de diferentes ministerios, y gobiernos regionales y locales, los autores del informe consideran clave que las administraciones se alineen en cuanto a objetivos prioritarios y cooperen para el intercambio de datos y experiencias con el objetivo de que los planes tengan mayor impacto.

Difícil transición al mercado de trabajo

Los jóvenes en España se enfrentan a una “difícil transición” de la etapa formativa al empleo, indica el informe de la OCDE. “La proporción de estudiantes españoles que pasan directamente del estudio al desempleo es la más alta de los países europeos de la OCDE ―este dato está representado en el gráfico en color rojo―, lo que da como resultado una tasa de desempleo de hasta el 35% entre los recién graduados”, explica Adolfo Rodríguez-Vargas, economista de la OCDE para España y Chile y coautor del estudio. (Nota: en el gráfico se muestran los resultados de una encuesta de Eurostat de 2021 en la que se preguntó a jóvenes recién graduados cuál era su situación tras haber obtenido su título. En el gráfico no están representados los que aseguraron continuar estudiando).

“Para entender quiénes son los que van directamente al desempleo, hay que mirar qué han estudiado, y si está adaptado a las necesidades de las empresas. Para reducir esa proporción con respecto a otros países europeos de la OCDE hay que establecer mejores conexiones entre el mercado laboral y las universidades”, considera Aida Caldera. Eso pasa por un trabajo conjunto a la hora de diseñar los nuevos grados y por revisar los ya existentes, como hacen países como Holanda y países nórdicos. También, por ofrecer más información a los estudiantes sobre las salidas profesionales, desgrana la experta.

“Cerca del 40% de las personas entre 15 y 34 años afirmaron en 2022 que su nivel educativo alto no les ayudó a conseguir su trabajo actual, una de las tasas más altas de la Unión Europea”, indica Adolfo Rodríguez-Vargas. Alrededor del 36% de los titulados universitarios españoles están sobrecualificados para su primer empleo. Cuatro años después de graduarse, una cuarta parte de los graduados universitarios todavía desempeñan trabajos para los que están sobrecualificados. Como solución, los autores citan ejemplos como el de Dinamarca, donde la Ley de Universidades exige que los empleadores asesoren a las instituciones educativas sobre acreditación, evaluación de la calidad de los planes de estudio y diseño de nuevos programas de estudio. “Vemos que en España la Ley de Formación Profesional ha sido un acierto al incluir más a las empresas en el diseño de los programas. A nivel universitario se debería hacer lo mismo”, sostiene el analista de la OCDE.

Empleo

Sobre la temporalidad, que ha pasado de afectar al 27% de la población general al 17% desde que se aprobó la reforma laboral en 2021, Aida Caldera señala que “es un hito importante, pero hay que ser cautos a la hora de valorarlo y esperar, al menos, cinco años para ver si la tendencia se consolida”. Un tercio de los contratos temporales que se hicieron permanentes en 2022 fueron para jóvenes menores de 30 años, y la proporción de jóvenes con contratos permanentes creció más de 16 puntos porcentuales en 2022. Siete de cada diez menores de 25 años con un empleo en 2021, tenían un contrato temporal, una situación que “ha empezado a mejorar”, añade Caldera.

“En agosto de 2023, la tasa de desempleo en menores de 25 años había vuelto a niveles similares a los de antes de la crisis (27%), pero la tasa sigue estando tres veces por encima de la media de la OCDE (11%)”, apunta Caldera. El informe subraya las “importantes” diferencias entre autonomías: el desempleo se situó cerca del 20% en Cataluña y el País Vasco, y por encima del 35% en Andalucía y Extremadura. De los que tenían un contrato a media jornada, el 40% era de forma involuntaria, una de las tasas más altas de los países europeos de la OCDE. “La gente joven es más proclive a aceptar horarios inestables, como trabajar por la noche o los domingos”, indica el documento.

¿Cómo podrían mejorar los programas de empleo? El informe señala que en España, la proporción de solicitantes de empleo que contactan de forma regular con los servicios públicos de empleo es de las más bajas de la OCDE: España está en el 25% (solo por delante de Italia, con un 18%), mientras que Francia está en el 52% y Lituania en el 86%, y la media de los países europeos de la OCDE está en el 53%.

Sobre el funcionamiento de esos servicios, el documento indica que “es necesario que haya suficientes orientadores en el servicio público de empleo, cosa que no ocurre ahora (en España), y que estén bien formados para guiar eficazmente a los solicitantes de empleo hacia ofertas y programas adaptados a su situación”. A este respecto, Caldera sostiene que en España los orientadores no cuentan con una base de datos potente sobre los indicadores del mercado laboral, a lo que se suma que la calidad del asesoramiento que ofrecen “no es muy buena”, hecho que han podido constatar en diferentes visitas a las oficinas de empleo. Como ejemplo de buenas prácticas, Caldera cita a Holanda, donde se realizan análisis muy detallados del perfil de los solicitantes de empleo, de sus puntos fuertes y sus necesidades de formación. “Les ayudan a posicionarse en un sector determinado, no se centran solo en poner un visto y vuelva la semana que viene”, lamenta la analista. “Ofrecer un buen servicio es caro”, añade, y recuerda que España destina un 10% del PIB per cápita por cada desempleado, siete veces menos que Dinamarca y la mitad de la media de los páises europeos de la OCDE.

Vivienda

“La difícil transición del sistema educativo al mercado laboral, sumado a la falta de viviendas asequibles, suele significar una difícil transición a una vida independiente para los jóvenes españoles”, destaca el informe, que precisa que solo el 22% de los que tienen entre 15 y 29 años vive exclusivamente de sus ingresos, mientras que el 36% son completamente dependientes de otros y no se independizan hasta los 30, casi cuatro años más tarde que la media de la OCDE, “una situación que va empeorando con el tiempo”. Hace cinco años, la mitad de los que tenían entre 25 y 29 vivían con sus padres, un porcentaje que ha subido al 66% en 2022. “De acuedo con diferentes encuestas, el motivo principal es la falta de estabilidad económica”, expone el informe.

“Es chocante un porcentaje tan alto de los jóvenes sigan viviendo con sus padres pasados los 25 años. No se trata de una elección voluntaria o cultural”, apunta Caldera. El 65% de los que vivían con sus padres en 2022, aseguraron querer dejar el hogar familiar. ”En otros países ha funcionado un parque de vivienda social de alquiler sostenido en el tiempo ―España solo dedica un 1% del total a vivienda social, frente al 7% de media de la OCDE―. La solución pasa necesariamente por tener un stock de rentas bajas de alquiler que permita a los jóvenes ir ahorrando para, posteriormente, adquirir una vivienda. Sirve como una primera forma de independizarse, es lo que ha funcionado en países como Holanda, Austria, Dinamarca. Francia o Reino Unido”, dice Caldera.

El informe recalca que la media de los precios de los alquileres ha subido en España un 40% en la última década, mientras el incremento en los salarios de los jóvenes ha estado por debajo del 10% en ese mismo periodo. Por ello, los autores consideran “relativamente bajo” el umbral máximo de 900 euros fijado para poder ser perceptor del Bono Joven del Alquiler en comunidades como Madrid. “El alquiler mensual de un piso de tamaño medio en Madrid se acercaba a los 1.100 euros en 2022. Se estima que sólo el 10% de los potenciales beneficiarios podrán acceder a la medida”, continúa el documento, que pone de relieve que los jóvenes soportan peores condiciones de vivienda, como ruido, mayor contaminación o falta de espacio.