16 May La mujer que aprendió a levantarse porque no podía caminar.
En Togo las personas con discapacidad enfrentan múltiples retos, y especialmente las mujeres, pero algunas como Enyonam Mary Sleysor son el ejemplo viviente de que para tener una vida plena no hay que poder, solo querer.
Lola Hierro
Cuando era muy pequeña, a Enyonam Mary Sleysor le tocó el limón más amargo. Y con él se hizo una limonada. A los tres años era una niña sana y corriente, pero un día se puso enferma, la llevaron al hospital y allí le suministraron una inyección que le afectó a los nervios de las piernas. Eso le cuenta su madre, que fue la primera que se dio cuenta de que su hija ya no podía incorporarse y, mucho menos, caminar.
Pero Sleysor logró ponerse en pie, en sentido literal y figurado. Hija de familia polígama y con 14 hermanos en casa, sus padres nunca permitieron que se sintiera de menos. Ella sería una más, como los demás. “Mi familia me amaba tanto que incluso me olvidé de mi discapacidad”, afirma, orgullosa, en este vídeo.
Estudió Sociología en la universidad y hoy trabaja como asistente de proyecto de Aprofehto, una organización sin ánimo de lucro fundada en 1997 en Togo que trabaja para que las personas con algún tipo de diversidad funcional gocen de los mismos derechos y libertades que el resto de la sociedad. Hoy tiene 329 miembros en el país, está presente en seis ciudades y dirigen sus esfuerzos a mujeres y niños, especialmente.
Sleysor no considera haberlo tenido más complicado que otras personas, pero es consciente de los problemas que los ciudadanos con alguna limitación física tiene que abordar en una ciudad como Lomé. Y en el país en general, ya sea por falta de infraestructuras adecuadas como por el estigma que aún sufren por parte de la sociedad que piensa que su condición es fruto de maldiciones.
Otra dificultad añadida es la ausencia de políticas sociales en el país, algo que fomenta la exclusión de este sector de la población, pues acaban siendo consideradas una carga para sus familias. “En consecuencia, los derechos de estas mujeres apenas se reconocen y muchas de ellas viven en contextos de pobreza extrema: apenas acceden a los servicios sociales básicos, generalmente son analfabetas y no disponen de recursos económicos para subsistir”, explican desde fundación española Anesvad, que desde 2022 destina una parte de su financiación a apoyar los proyectos de estas mujeres.
Por eso, Sleysor y sus compañeros trabajan en múltiples frentes: por una parte, con la población togolesa para que cambien de mentalidad y dejen de discriminar a quienes no se ven como ellos; por otra, insisten mucho a sus asociadas para que se convenzan de que ellas –o sus hijos, si es el caso– pueden lograr cualquier cosa, independientemente de su condición física. “Eres una mujer discapacitada y tienes que luchar porque en la vida, si no luchas, no llegarás a nada”., proclama Sleysor.
También facilitan el acceso a servicios sociales básicos, sobre todo en lo que se refiere al suministro de ayudas tan necesarias como bastones, triciclos, sillas de ruedas… Pero también a educación y medios de subsistencia. En este sentido, están acompañando a las afiliadas para que se atrevan a iniciar actividades económicas, –generadoras de ingresos, en lenguaje técnico–, que les permitan ganar autonomía financiera. Para que ya sí que no tengan ninguna cadena más que romper y vuelen tan alto como ellas quieran.