01 Abr La Junta instalará detectores de humo y gas en domicilios de personas mayores
Se suma a las voces que apuestan por el uso de estos dispositivos que, por un coste medio de 20 euros, hubieran salvado 21 vidas en lo que va de año en todo el país
L. B. / A. A. / Burgos / Palencia
Un pequeño desembolso que puede salvar la vida. La reciente tragedia de Tordómar en la que fallecían seis personas a causa de un incendio es el doloroso ejemplo que sirve estos días para aconsejar la colocación de detectores de humo en viviendas y espacios públicos. Esos aparatos, con un precio medio de 20 euros, podrían haber evitado el fatal desenlace y, según los datos recabados por el jefe de Bomberos de Burgos, Julio Estébanez, hubieran ahorrado 21 víctimas mortales en lo que va de año en todo el país. Y es que esa es la cifra de fallecidos a causa de un fuego en su domicilio durante la noche.
La memoria anual del Servicio de Emergencias detalla que en 2013 hubo 128 intervenciones por incendios en viviendas. Aunque no se precisan las consecuencias de estos sucesos, el dato orienta sobre la cantidad de escenarios en los que los detectores hubieran sido de vital utilidad. A ellos habría que sumar las intoxicaciones registradas por monóxido de carbono a consecuencia de una mala combustión de la caldera, 9 el año pasado.
Tal es la preocupación reinante que la Junta de Castilla y León ha decidido intervenir. Al menos así lo anunciaba la consejera de Familia, Milagros Marcos, a partir de la propuesta lanzada por la Diputación de Palencia, que estimaba la necesidad de colocar 1.500 controles en su provincia. Marcos recogía el guante y aceptaba el reto de instalar detectores de humo y gas en los domicilios de personas mayores de la Comunidad para evitar incidentes.
El despliegue se va a realizar en colaboración con las corporaciones locales y los centros de acción social, según adelantó la consejera, que no pudo avanzar el número total de domicilios beneficiados porque «habrá que hacer un análisis pormenorizado de las necesidades de los usuarios».
Se centrarán, eso sí, en personas de edad avanzada. Y comenzarán por aquellas adscritas a servicios de ayuda a domicilio y teleasistencia, que son los que están identificados y tienen mayor riesgo. Luego podría extenderse a todos los domicilios con sistemas de calefacción de combustibles sólidos. Un alto porcentaje aún, según precisó Marcos en torno a un 9%. Estas viviendas tienen mayor riesgo de incendio e intoxicaciones por inhalación de monóxido de carbono por mala combustión de chimeneas, estufas o braseros, según revela un estudio nacional realizado por la Fundación Mapfre, que cifra los afectados directos por estos incidentes en más de un centenar al año en la región.
Aumenta la demanda
La Asociación Profesional de Técnicas de Bomberos, por su parte, alerta de que solo el 1% de las viviendas españolas están provistas de un detector de humos, por lo que España es uno de los países europeos «peor preparados» para prevenir los daños ocasionados por los incendio.
Los profesionales del sector lo saben y por eso no se cansan de animar a los ciudadanos a que extremen las precauciones. Y el mensaje, al hilo del infortunio en Tordómar, empieza a calar.
Las ferreterías dan fe. Sin registrarse una avalancha de demandas, todos los establecimientos consultados confirman que esta semana han tenido que realizar pedidos de estos dispositivos. «No los tenemos en la tienda porque rara vez se venden, aunque cuestan 12 euros, y en pocos días han sido varias personas las que se han interesado por ellos», explica Rosa Benito, de ferretería El Cid. «Tiene que pasar algo para que la gente se interese», lamenta a continuación y pone de ejemplo el detector de fugas de todo tipo de gas que lleva tiempo en su escaparate sin que nadie se interese por él a pesar que en ambos tipos de dispositivos «la instalación es facilísima».
«Un adhesivo o un par de tirafondos» bastan para colocar el detector en el punto de la casa que se prefiera. Lo explica Íñigo Sánchez, dependiente de Veyfra, comercio en el que ofrecen aparatos de distintas gamas, de 29 a 49 euros, en función de las prestaciones que se requieran. Sánchez añade que los clientes que se han interesado por ellos suelen manifestar que lo instalarán en viviendas en pueblos, en las que son frecuentes las chimeneas o las viejas estufas de gas.
La venta de estas últimas además registra un repunte a consecuencia de la crisis y el elevado precio de la electricidad y el combustible. «Han pasado de apenas venderse a demandarse bastante», explica Sánchez.
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