«La gente mayor no tiene por qué ir vestida como gente mayor».

«La gente mayor no tiene por qué ir vestida como gente mayor».

Durante el debate de ABC y Fundación la Caixa se destacaron los problemas que supone encontrar moda adecuada para el colectivo de mayores y cómo ha cambiado la forma de comprar moda en las últimas décadas.

Laura Peraita

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El concepto de persona mayor ha cambiado mucho en las últimas décadas. Así lo apuntó la diseñadora Ágatha Ruiz de la Prada en el último debate de Conversaciones de Mayores, celebrado bajo el título «¿Tiene en cuenta el mundo de la moda a las personas mayores?», al recordar que cuando su madre tenía su edad le parecía «mayorcísima» y ahora que Ágatha tiene esa misma edad se siente muy joven. «Las personas mayores tienen actualmente ganas de salir, de divertirse y, además, la mayoría dispone de tiempo y dinero para hacerlo. Por ello, es importante tener en cuenta a este sector de población como grandes clientes en el mundo de la moda».

Sin embargo, Lucía Ferrer, empresaria jubilada del sector de la moda, y ponente del encuentro organizado por ABC y Fundación «la Caixa», lamentó en su intervención que la industria textil no se ocupe de los mayores «cuando somos un potencial importante, ya que representamos casi el 20% de la población en España. No se tiene en cuenta que nuestro cuerpo cambia con los años y la ropa que hay en el mercado actual no se ajusta a nuestro físico. Nos cuesta mucho encontrar una indumentaria adecuada a edades más avanzadas».

Juan Banderas, jubilado de 85 años y ligado a la moda desde los 14, matizó que uno de los grandes éxitos de las tiendas que abrió en Badajoz «fue que tenía tallas grandes para la gente mayor que acudía porque no encontraba fácilmente en otro sitio prendas que le resultaran adecuadas y cómodas». Destacó, además, que «muchos hombres se visten como las mujeres quieren porque son ellas las que se encargan de comprarles la ropa, sobre todo cuanto más mayores son».

En este sentido, Ágatha Ruiz de la Prada matizó que aunque tener más edad no tiene que implicar estar grueso, «la gente mayor no tiene por qué ir vestida de gente mayor. Cuando llegas a esa etapa vital recuperas la libertad y puedes ir vestido como te de la gana. Por ello, me parecería una locura hacer una tienda para público mayor. Es más –concretó– un familiar muy cercano quiso abrir un negocio especializado en moda para personas de avanzada edad y fue un gran fracaso. Meterse en una tienda así es discriminarse a uno mismo. Un jersey o unas deportivas son para cualquier edad, ni para pequeños ni para mayores. Lo que no voy a hacer yo ahora es salir con minifaldas o enseñando mucho los brazos porque resulta ya menos elegante. Pero, lo que tengo claro es que los mayores y los jóvenes deben poder entrar en la misma tienda sin ningún tipo de problema».

Como una pequeña familia

Lucía Ferrer señaló, no obstante, que la forma de vender moda ha cambiado mucho en la actualidad. «Hace unos años, dentro de las boutique de las ciudades pequeñas se creaban un gran ambiente como una pequeña familia. Las clientas iban a comprar, pero muchas otras veces pasaban para saludar y charlar un rato. Sin embargo, ya no ocurre así. En Castellón se han cerrado casi el 80% de estas tiendas, y en Zaragoza estoy viendo lo mismo: muchos locales vacíos y tiendas de moda de franquicia».

Efectivamente, asintió, Ruiz de la Prada, «ha cambiado mucho la forma de vender. Antes había pequeñas tiendas donde iban las clientas y se creaba muy buen ambiente. Charlaban y se contaban cosas de su vida. En realidad, no había necesidad de comprar. Era una forma de relacionarse, sobre todo para las personas mayores que vivían solas. Una excusa para salir y tener amigas. Psicológicamente estas tiendas eran como una consulta del psiquiatra y suponían el planazo para pasar la tarde. Pero, poco a poco, ese pequeño comercio está desapareciendo porque hay tiendas más baratas y grandes que machacan los precios y, de este modo, se pierde esa magia de la tienda que se ocupa de los mayores de forma muy personalizada».

«Por eso mismo, –añadió Lucía Ferrer– siempre dije que si cerraba mi boutique Dafne, yo sería como una Elena Francis, confesora de todas mis clientas porque me han contado problemas que no han comentado ni a su propia familia. Eso pasaba en las tiendas; ahora, todo es diferente».

Compras más inhumanas

El cambio también ha venido marcado por las nuevas tecnologías. Coincidieron todos los ponentes de ‘Conversaciones de mayores’ en que la actual posibilidad de comprar moda a través de internet, a pesar de sus grandes ventajas, impide a las personas de más edad el plan de arreglarse para salir e ir a la tienda a charlar. «Eso se ha acabado —señaló Ruiz de la Prada–. Se ha terminado con una relación muy importante en las vida de las personas. Ahora se suple por una pantalla y, claro, para nada es lo mismo. Y el problema se agudiza para las personas mayores que no están familiarizadas en absoluto con las nuevas tecnologías. Al final, lo que se ha conseguido es una democratización de la moda a cambio de hacerse más inhumana».