27 Ene “La fragilidad tiene un componente reversible y depende del ejercicio físico y de la nutrición”
Entrevista a Javier Martínez Peromingo, geriatra del Hospital Rey Juan Carlos de Móstoles.
J.V. – MADRID
Ejercicio físico y nutrición es un binomio que da grandes resultados en el entorno hospitalario a la hora de abordar la fragilidad de los pacientes. EG y Nestlé Health Science profundizan en ello en esta entrevista con Javier Martínez Peromingo, geriatra del Hospital Rey Juan Carlos, de Móstoles, y coordinador Sociosanitario de los Hospitales Públicos de Madrid del Grupo Hospitalario Quirón.
Pregunta. ¿Es posible prevenir o abordar la fragilidad en el entorno hospitalario?
Respuesta. Sí. La fragilidad tiene un componente reversible y parte de ello depende del ejercicio físico y de la nutrición. La cuestión es que a menudo la posibilidad de realizar ejercicio físico en los hospitales resulta como algo raro. Si buscamos en Google ancianos y hospital, en todas las imágenes aparecen mayores en la cama. Esta realidad es muy perjudicial para los pacientes. Cualquier tipo de medida que se tome para prevenir el deterioro funcional en mayores asociado a la hospitalización puede ser efectiva.
P. ¿Qué peso tiene la fragilidad en pacientes mayores?
R. Depende mucho del entorno en el que se mida. En residencias, por ejemplo, la prevalencia es altísima. Es más baja en los pacientes que residen en su domicilio. En la población con la que nosotros trabajamos, por encima de 75 años, entre el 10 y el 20 por ciento de los pacientes cumplirían estos criterios de fragilidad.
P. ¿Con qué tipo de herramientas se cuenta para frenarla?
R. En el entorno hospitalario contamos con un programa para movilizar a los pacientes de forma precoz y además cuantificando. Se hace una valoración de la función física y se realiza una prescripción de ejercicio físico, para lo cual empleamos un programa implantado por Nestlé. Cuando ingresan en la unidad, se les coloca un smartwatch para medir la distancia que caminan. Consideramos que debe ser una constante que hay que medir, al igual que la tensión arterial o la temperatura. No basta con decirle que tiene que caminar, hay que decirle cuánto y explicarle todo para que tengan unos objetivos específicos. Los ejercicios, además, se han de continuar al alta.
P. ¿Y desde la perspectiva de la nutrición?
R. Seguimos un protocolo. El problema real es la malnutrición oculta de los pacientes que vienen desde su domicilio. Al ingreso pasamos un test de screening para detectar de forma precoz la malnutrición e intervenir sobre ella durante la hospitalización. Al alta realizamos otro test para evaluarla.
P. ¿Qué evidencia científica avala la importancia de este tipo de intervenciones?
R. La evidencia científica es abrumadora. Otra cosa es que en la práctica diaria no lo tengamos tan claro. Pocas cosas son más efectivas que el ejercicio físico para reducir la mortalidad. Hay artículos desde los años 50 que lo avalan. En pacientes mayores se ha refrendado que es incluso más importante que en jóvenes y más importante que el cuánto es el cómo se realiza.
P. ¿Se han evaluado resultados?
R. Llevamos desde el 1 de enero con la Unidad de Fragilidad. A finales de mayo hicimos un estudio comparativo para ver qué ocurría con los pacientes que ingresaban en la planta en comparación con aquéllos que deberían ingresar en la unidad pero por cuestiones de disponibilidad u organización lo hacían en otros servicios. Nuestro objetivo era medir cuántos pacientes perdían la funcionalidad al alta. Nuestra sorpresa es que la diferencia fue muy grande no solo con respecto a la capacidad funcional, que en nuestra unidad fue de un dos por ciento de pacientes que la perdieron, frente al 20 por ciento en el resto de las plantas. Lo mismo sucedió al medir la continencia urinaria. Lo más llamativo es que se redujo la estancia media en más de un día y disminuyó significativamente la mortalidad. Nuestra conclusión es que depende, básicamente, de los cuidados de enfermería y de la forma de trabajar.
P. ¿Cómo reciben los pacientes vuestras indicaciones?
R. Con bastante normalidad. Con los dispositivos sucede algo parecido a lo que le ocurre al paciente joven. Si te regalan un smartwatch y observas los pasos que caminas, lo habitual es que se intente dar una vuelta más que el día anterior para superarlo. Es una motivación.
P. ¿Cuándo se empiezan a observar los resultados?
R. Durante la hospitalización la pérdida de masa muscular comienza a las 48 horas del reposo en los mayores. En nuestra unidad, se ha corregido, porque desde el primer momento los pacientes se movilizan. No se pone pañal, se les acompaña al baño, etc., una serie de medidas encaminadas a que se mantengan activos. Los resultados son excelentes.
P. ¿Cuál es el perfil de paciente que requiere esta intervención especial?
R. Cuando los mayores llegan al hospital se les aplica la escala de Barthel, que mide la situación funcional. A los pacientes que muestran una tendencia entre leve y moderada se les considera susceptibles de mejora. Están en el límite y se interviene sobre ellos. Desde enero hemos incluido ya a más de 1.200 pacientes en estas actuaciones. Entre los cuatro hospitales, la Fundación Jiménez díaz, Villalba, Valdemoro y Rey Juan Carlos llevamos más de 4.000 pacientes.
P. ¿Cómo se lleva a cabo la intervención nutricional?
R. Habitualmente, la malnutrición que detectamos es protéica. Los pacientes ingresados reciben suero, no se les da de comer, y eso hace que en mayores disminuya mucho la proteína y la albumina. En esos casos, ponemos suplementación hiperproteica e hipercalórica. En función de la edad y de la situación del paciente se mantiene también al alta hospitalaria.
P. ¿Qué tipo de ejercicio se indica?
R. Son ejercicios fundamentalmente de fuerza. En algunos centros a nivel nacional cuentan incluso con máquinas de pesas. El ejercicio pautado es intenso e incluso se recomienda tomar los suplementos al igual que los culturistas en el gimnasio, inmediatamente después de realizarlo. La imagen de los mayores sentados en una silla y moviendo los brazos no sirve para nada.
P. ¿Qué les aporta el programa R+Activa y la web de NHS?
R. Es un programa fantástico que contempla una parte de evaluación nutricional y una valoración del ejercicio físico. Se evalúa la función física del paciente y se plantea un programa de prescripción de ejercicio activo específico y progresivo. La web también es una buena herramienta. Hay que mejorar la formación de los médicos en esto. Muchas veces no se prescribe ejercicio por desconocimiento y herramientas como las desarrolladas por NHS ayudan a hacerlo de forma rápida y segura.
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