17 Sep La experiencia de pasar un año sin probar el azúcar
* La familia ha decidido contar los resultados de esta complicada experiencia en un libro
* Aseguran que ahora se sienten «más sanos» cayendo enfermos menos tiempo del habitual
LUIS MANUEL RAFAEL
¿Podrías estar un año sin comer azúcar? La familia Schaub sí. Tras doce meses de pruebas, la familia cuenta esta complicada experiencia a través de un libro, ‘Year Of No Sugar’, y de una entrevista a ‘The Huffington Post’, mostrando los sorprendentes resultados de su decisión.
Parece complicado elegir un momento en el que cortar el azúcar de raíz, pero así sucedió. Un día, la periodista estadounidense, Eve O. Schaub, visionó, junto a su marido, un vídeo de un endocrino que hablaba sobre el azúcar, las funciones que realiza en nuestro cuerpo y lo presente que está en muchos alimentos en los que no la asociamos. «En todas partes veía azúcar, empecé a cuestionarme no sólo la cultura alimentaria americana sino la mía propia: ¿Qué le estoy dando de comer a mi familia?». El vídeo hizo tal mella en la conciencia de Eva que decidió, junto a su marido y sus dos hijas, vivir todo el año (2011) sin la presencia de ningún tipo de azúcar añadido en su organismo.
Como no podía ser de otra manera, las que más sufrieron la decisión fueron sus hijas. «Se pusieron a llorar», comenta. «Sabían que los cumpleaños y Halloween no serían lo mismo». No obstante, la familia tomó una pequeña moratoria y es que cada miembro podría permitirse una excepción regular que contenía una pequeña cantidad de azúcar. Eva optó por un vaso de vino tinto mientras que el resto tenía acordado un postre.
Aún así, Eva asegura que no fue fácil. Sorprendentemente, su hija pequeña, de 6 años, aceptó la situación de buen modo. Por contra, la mayor, de 11 años, no encajó bien la decisión, aunque finalmente acabó encantada con los resultados. Para evitar las tensiones, Eva aconsejó a su hija escribir un diario, y algunos de sus fragmentos se han rescatado en el libro.
Unos resultados sorprendentes
Pese a lo que pueda parecer, ni Eva ni su familia perdieron peso. «Siento que la gente está decepcionada con el resultado, pero yo no buscaba perder peso». Asegura que solamente quería comprobar como se sentía su cuerpo y su paladar ante la ausencia de azúcar. «Nuestros paladares comenzaron a cambiar con el tiempo. Las cosas dulces comenzaron a no gustarnos e, incluso, a parecernos repugnantes», señala, a la vez que comenta que aumentó la sensación de estar más sanos y enfermar menos.
Cuando terminó la experiencia, todos pensaban que una vez alcanzada la libertad, se volverían locos con el azúcar. «Eso no fue así en absoluto». Conforme pasó el tiempo, todo le resultaba extraño, «hasta ir al supermercado».
Eva asegura que una de las cosas más complicadas es precisamente encontrar estos productos sin azúcar. «Tuve que hacer mi propia mayonesa e incluso hornear mi propio pan». «Tuve que recorrer muchos kilómetros para comprar los diferentes productos sin azúcar», afirma.
Tras la experiencia, Eva recomienda a todo el mundo llevar a cabo esta práctica. «La gente no tiene que ser tan estricta como nosotros, pero les recomiendo que empiecen por ser más conscientes de la presencia de azúcar, para que tomen sus propias decisiones», pero lo que no me parece justo es que esta sustancia, que no es inocua, esté tan presente en nuestra comida sin que lo sepamos», sentencia.
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