La cuarta parte de los ancianos de Castilla y León necesitan ayuda para moverse

La cuarta parte de los ancianos de Castilla y León necesitan ayuda para moverse

* La dependencia crece exponencialmente y en 2050, la tasa será del 62,4%
* Los abuelos son los principales cuidadores de las personas con alguna discapacidad o de su pareja y de los nietos al trabajar los padres

ANA SANTIAGO – VALLADOLID

Son el soporte de muchas familias. Económicamente con sus pensiones que han salvado en estos tiempos de crisis a más de un hogar; como cuidadores informales de su pareja o de algún hijo con discapacidad y de sus nietos –sobre todo antes de empezar la guardería– cuando los padres trabajan y se los ve a la entrada y salida de los colegios para recoger a los pequeños de la casa al menos con tanta frecuencia como a los padres, también a la hora de hacer la compra o preparar la comida. Un pilar sobre el que, en los últimos años, ha recaído mucho más peso que antes y muchas veces más de las deseables y no siempre en verdaderas condiciones para soportarlo.

Los más mayores también tienen, aunque poco conocida, su jornada, el Día de los Abuelos, 26 de julio, en la que se celebra la festividad de San Joaquín y Santa Ana, los padres de la Virgen María. Un pretexto para mirar, para repasar los datos de salud, situación y aficiones bajo el ya necesario contexto, ahora imprescindible socialmente, del envejecimiento activo.

En Castilla y León hay 569.834 mayores de 65 años y 155.783 son octogenarios y son más las mujeres que los hombres. El 23% de la población es mayor en una comunidad marcadamente envejecida, con fuerte peso rural donde más ancianos se acumulan y con gran dispersión geográfica. Todo ello complica la atención sanitaria y social. Castilla y León tiene asimismo un alto índice de sobreenvejecimiento –mayores de 84 años en relación a mayores de 64– del 17% .

Según los datos del Imserso, el 26,1% de las personas con más de 65 años necesita ayuda para alguna actividad cotidiana y el 18% tiene una dependencia importante. Cada vez más personas necesitarán más ayuda y consumirán más recursos porque sencillamente se vive más. Así, la población mayor supondrá ya en 2020 una tasa de dependencia, es decir, un peso sobre la población trabajadora, del 30% y del 62,4% en 2050.

Además, más del 32% de las personas mayores de 65 años tiene alguna discapacidad, mientras que entre las menores de 65 años la proporción de personas con discapacidad no llega al 5%. Aunque el aumento de la prevalencia es continuo conforme avanza la edad, a partir de los 50 años ese incremento se acelera de forma notable. Los datos que maneja el Imserso apuntan a un número mayor de mujeres que de varones con discapacidad (el 58,3% de la población con discapacidad son mujeres). Sin embargo, este predominio cuantitativo de ellas no se da en todos los grupos de edad. En edades jóvenes es mayor el número de varones que de mujeres, mientras que en las más elevadas se invierte esta tendencia. El punto de inflexión se da alrededor de los 45 años.

Es esta, además, una comunidad con una alta esperanza de vida, de 83,7 años, la tercera detrás de Madrid y La Rioja. Además, los mayores crecimientos de población se concentran en las edades avanzadas y una estructura demográfica cada vez más envejecida produciría un continuo crecimiento del número anual de defunciones. Si se mantiene en un futuro las actuales tendencias demográficas, la propia estructura poblacional llevaría a España a perder una décima parte de su población en 40 años. Las tasas de natalidad permanecen en niveles bajos sin reposición generacional.

La tendencia, y es algo que la Ley de Dependencia contempla de lleno en su faceta de promoción de la autonomía –concepto que lleva en el propio nombre de la ley–, es la de promocionar el envejecimiento activo. Demostrado está que mantener actividad física y ocupaciones intelectuales retrasan la dependencia, mejoran la calidad de vida y el bienestar emocional.

La dependencia en las personas mayores aparece en la mitad de los casos de forma brusca como consecuencia de una enfermedad aguda o un traumatismo, mientras en el otro 50% lo hace de forma progresiva. El porcentaje de personas dependientes aumenta lógicamente en los grupos de edad avanzada y predomina de forma considerable en los mayores de 80 años.

ATENCIÓN EN CASA

El problema de la falta de autonomía es doble, el del directamente afectado y el de su cuidador, la persona que de forma informal se encarga de atender al mayor o al discapacitado. Es difícil cuantificar este tipo de atención doméstica.

Los datos de la Consejería de Familia e Igualdad de Oportunidades sobre las prestaciones de la Ley de Dependencia recoge que hay 21.236 ayudas en la comunidad en este sentido; pero no necesariamente para ancianos y además, el cuidador puede haber optado por otro tipo de recurso como apoyo pero encargarse de buena parte de su atención y no figuran, por lo tanto, bajo este epígrafe. también pueden no haber recurrido a ninguna prestación.

Un estudio de la Red Centinela Sanitaria de la Junta, realizado en el día a día de las consultas de los enfermeros de los centros de salud, ayuda a poner marco a esta situación. Del mismo se desprende que el 74,5% de los cuidadores son mujeres y que la edad media es de 64,7 años. Son los familiares de entre 35 y 64 años sobre los que más recae esta carga emocional y física; seguidos del siguiente tramo de edad hasta los 79 años.

En cuanto al parentesco del cuidador con la persona no autónoma es muy variable. El 35% son los cónyuges; el 30,5% son hijos, el 22% el padre o la madre, el 3,8% son los hermanos y el 8,7% restante son otros miembros de la familia como nietos o sobrinos. Los problemas osteomusculares debido al esfuerzo físico que supone mover en la cama a un enfermo para lavarlo o cambiarle las sábanas o cargar con él para sentarlo o deambular u otras necesidades; así como los cambios frecuentes de ánimo, trastornos de sueño y depresiones o ansiedad son los daños más frecuentes detectados en este trabajo.

LA FUERZA DE LOS NÚMEROS

* 569.834 mayores de 65 años

* 23% del total de la población de más de 2,4 millones de habitantes

* 155.783 castellanos y leoneses son octogenarios; de ellos, 72.967 tienen más de 85 años.

Dependencia. La dependencia en las personas mayores aparece en la mitad de los casos de forma brusca como consecuencia de una enfermedad aguda o un traumatismo, mientras en el otro 50% lo hace de forma progresiva. El porcentaje de personas dependientes aumenta lógicamente en los grupos de edad avanzada y predomina de forma considerable en los mayores de 80 años.

30% será la tasa de dependencia en el año 2020 y del 62,5% en 2050. Este dato no es el porcentaje de personas dependientes entre los mayores sino en relación con la población que trabaja.

32% de las personas mayores de 65 años tiene alguna discapacidad, mientras que entre las menores de 65 años la proporción de personas con discapacidad no llega al 5%.

83,7 es la esperanza de vida en la comunidad que se sitúa entre las tres con mayores expectativas a la par que no hay relevo generacional. La tasa de mortalidad aumentará en los próximos años por sobreenvejecimiento.

www.elnortedecastilla.es/castillayleon/201507/26/cuarta-parte-ancianos-castilla-20150725101449.html



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