La brecha de género se intensifica en el medio rural, con mayor precariedad laboral.

La brecha de género se intensifica en el medio rural, con mayor precariedad laboral.

Un estudio de CaixaBank señala que el coste de oportunidad de la brecha de género asciende a 38.500 millones el 3,1 % del PIB de España en 2019

N.M.J / ICAL.

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El último informe del clúster ClosinGap, elaborado por CaixaBank en colaboración con Analistas Financieros Internacionales (Afi), señala que el coste de oportunidad de la brecha de género en el medio rural asciende, como mínimo, a 38.500 millones de euros, es decir, el equivalente al 3,1 por ciento del PIB de 2019, y que en el caso de Castilla y León, supondría el 70 por ciento de su PIB.

Así lo indicó la consultora de Economía Aplicada de Afi, Verónica López, durante la presentación de este informe en un acto que tuvo lugar en la Casa del Cordón de Burgos, y en el que participaron también la directora territorial de CaixaBank en Castilla y León, Belén Martín; la directora de Cultura y Desarrollo Directivo de CaixaBank, Anna Quirós; el director de AgroBank, Sergio Gutiérrez; y la directora general de la Mujer de la Junta de Castilla y León, María Victoria Moreno Saugar.

«El informe se ha centrado en aquellas dimensiones de la vida cotidiana que están muy relacionadas con la empleabilidad, entendiendo que el empleo es una condición necesaria para el bienestar de las personas», explicó López. En este sentido, el informe se ha encargado de analizar las brechas de género en el empleo, la formación, la toma de decisiones en el ámbito agrícola, la titularidad y gestión de las propiedades agrícolas, así como la gestión del tiempo.

En esta línea, el estudio apunta que las mujeres en el medio rural se enfrenta a una «doble desigualdad». La primera está asociada a su entorno de residencia en términos de oportunidades laborales, acceso a servicios y conectividad física y digital; y, la segunda, provocada por el hecho de ser mujer. Así, las barreras que genera la primera se ven magnificadas cuando interactúan con la variable género, en particular en tres aspectos: mayor precariedad en el empleo, infrarrepresentación en la toma de decisiones en el ámbito rural y mayor desequilibrio en la conciliación.

Como consecuencia, «su participación y contribución plena a la generación de las rentas del trabajo se ve limitada, lastrando el desarrollo económico y el bienestar de las personas tanto en el entorno rural como en el conjunto de la sociedad», señala el informe.

Durante su intervención, la directora territorial de CaixaBank en Castilla y León señaló que «la población rural en España ha disminuido en 4,3 puntos porcentuales en las últimas décadas, desde el 42,7 por ciento en 1998 al 38,4 por ciento en 2020» y que «la incidencia de municipios en riesgo de despoblación en España sigue siendo muy elevada en el contexto europeo, situándose por encima de la del conjunto de la eurozona».

«Si lográsemos revertir o frenar la despoblación, el efecto económico en el mundo rural sería muy importante. Con este estudio queremos contribuir al debate social sobre este tema desde la perspectiva del impacto de las desigualdades entre hombres y mujeres. El informe nos ayuda a dimensionar una situación especialmente difícil para la mujer en un medio masculinizado y donde existe un envejecimiento más prevalente para ella y, como consecuencia, una mayor tasa de dependencia», explicó.

La realidad demográfica

La consultora de Economía Aplicada de Afi explicó que, además de la despoblación, los municipios rurales en España están sufriendo una «mayor masculinización del medio rural», porque las mujeres nacidas en medios rurales abandonan sus lugares de nacimiento con mayor frecuencia que los hombres. «Por cada cien mujeres que nacen en el medio rural, 33 abandonan el medio rural, frente a 28 hombres que lo hacen», indicó.

Según el estudio ‘Coste de oportunidad de la brecha de género en el medio rural’, la pérdida de peso de la población rural en los últimos años en España se debe, en gran parte, al menor crecimiento de la población femenina rural que, entre 1998-2020, creció a una tasa anual compuesta de 0,27 por ciento frente al 0,34 por ciento de los hombres rurales, lo que se ve reflejado en una «mayor masculinización». A esto contribuye la menor tasa de permanencia femenina en el mundo rural.

En este contexto, el envejecimiento de la población femenina en el ámbito rural es más intenso: si en zonas urbanas las mujeres de 65 años o más representan el 21,3 por ciento, el porcentaje aumenta hasta el 22,1 por ciento en el medio rural (frente al 18,2 por ciento de los hombres rurales). Este mayor envejecimiento de la mujer en el entorno rural impacta en una mayor tasa de dependencia, es decir, la carga soportada por la población en edad de trabajar para mantener a las personas mayores de 64 años. Así, por cada mujer en edad de trabajar en entornos rurales hay 0,35 mujeres mayores, mientras que en el caso de los hombres rurales esta cifra baja hasta 0,28.

Precariedad laboral agudizada

Ante esta realidad demográfica, el estudio de CaixaBank y Afi profundiza en qué medida la masculinización, el envejecimiento y el éxodo rural inciden en las brechas de género en el empleo, la toma de decisiones y la conciliación en el mundo rural.

La primera conclusión, tras analizar las condiciones laborales de las personas ocupadas, es que la situación de precariedad se acentúa en el medio rural cuando se mide con perspectiva de género, siendo la temporalidad (entendida como duración del contrato) y la parcialidad (jornada laboral completa o parcial) de los contratos mayor para las mujeres que para los hombres.

De esta forma, la tasa de temporalidad de las mujeres agrícolas (MR) es del 60,9 por ciento, mientras que la de los hombres agrícolas (HR) es del 52 por ciento. Además, la tasa de parcialidad de las mujeres rurales es del 13,9 por ciento frente al 5,3 por ciento de los hombres rurales. En este sentido, la brecha de género en la temporalidad de las actividades agrícolas es de 8,9 puntos porcentuales (frente a una media nacional de 1,8 puntos porcentuales), mientras que en el caso de la parcialidad se sitúa en 8,6 puntos porcentuales (p.p)

Esta mayor precariedad de la mujer rural se da en un contexto de mercado laboral agrícola nacional en las posiciones de cola en Europa en cuanto a inclusión del talento femenino. En concreto, España es el quinto país europeo con la tasa de actividad rural femenina más baja (73,0 por ciento, con una brecha de género de 8,8 p.p.); es el tercero de Europa con la tasa de empleo rural femenino más baja (64,0 por ciento, con una brecha de género de 9,9 p.p.); y el segundo con mayor tasa de paro femenino rural (12,9 por ciento, con una brecha de género de 2,7 p.p.).

En cuanto a nivel educativo, el estudio desvela que el porcentaje de mujeres del ámbito rural con alto nivel educativo (22,8 por cineto) es superior al de los hombres del mismo entorno (15,6 por ciento). «Constatamos que las mujeres rurales están mucho más formadas, con un porcentaje mayor de mujeres rurales con titulación universitaria, frente a los hombres», indicó López.

Aun así, observando el comportamiento de las personas ocupadas en el sector agrícola, destaca cómo las mujeres desempeñan en mayor medida ocupaciones más básicas que los hombres y ocupan, en menor medida, puestos de dirección pese a que los hombres tienden a realizar tareas para las que no están suficientemente cualificados (el porcentaje de infracualificación de los hombres rurales es mayor que el de las mujeres: 39,6 por ciento frente a 35,6 por ciento).

Infrarrepresentadas

Los datos del informe de ClosinGap muestran que, a día de hoy, las estructuras de género siguen «especialmente arraigadas» en el trabajo agrario y la mujer sigue estando infrarrepresentada. De los 1,6 millones de personas empleadas en explotaciones agrarias, el 65,4 por ciento son hombres. En el caso de los titulares de explotación, existen en torno a dos hombres por cada mujer. Además, según explica el informe, ellas se encuentran alejadas de la toma de decisiones: «hay aproximadamente tres hombres que son titulares-jefe de la explotación por cada mujer en esta misma posición». Estos resultados indican que la mayoría de las mujeres titulares no realizan las funciones de gestión de su propia explotación y, cuando lo hacen, dirigen explotaciones más pequeñas que los hombres

Sin embargo, una actividad empresarial en la que las mujeres rurales demuestran liderazgo es el turismo rural, ya que representan el 59,5 por ciento del total de personas propietarias de alojamientos rurales, con una tendencia en aumento. La mayoría de estas mujeres gestionan de forma independiente y sin personas empleadas su alojamiento rural (75,4 por ciento), mientras que un 16,9 por ciento tiene personas empleadas a su cargo.

Conciliación, asignatura pendiente

En relación a la conciliación laboral, el estudio señala que la doble jornada de la mujer se intensifica en el mundo rural. Mientras que el promedio nacional muestra que las mujeres dedican a actividades relacionadas con el hogar y la familia 4 horas y 29 minutos al día, la mujer en el ámbito rural incrementa este tiempo hasta 4 horas y 43 minutos diarios. En comparación con el hombre rural, las mujeres rurales dedican 2 horas y 7 minutos más al día, lo que eleva el cómputo total a 32,5 millones de horas dedicadas por las mujeres rurales (frente a los 14,7 millones de horas de los hombres rurales).

La brecha de género que supone además que las mujeres rurales dediquen más tiempo que los hombres rurales a estas tareas, genera un coste de oportunidad de más de 38.500 millones de euros, es decir, el equivalente al 3,1 por ciento del PIB de 2019.

Asimismo, las conclusiones de este informe señalan que el potencial del teletrabajo para revertir la despoblación del medio rural es muy «relevante», ya que el eventual retorno al medio rural en modalidad de teletrabajo de las personas que migraron a zonas urbanas, especialmente mujeres, supondría un «importante impacto económico». Se estima así que 13.300 personas podrían retornar al mundo rural de extenderse o facilitarse esta modalidad de empleo. Esto generaría además un efecto económico agregado de más de 170 millones de euros, el equivalente al 0,3 por ciento del PIB de una comunidad autónoma como Castilla y León, con gran presencia de municipios rurales.

«Si potenciamos políticas públicas y privadas para fomentar el teletrabajo, no ya solo para que regresen los que una vez partieron del entorno rural, sino para incentivar y animar a otros a establecerse en ese medio, estaremos generando un impacto agregado muy positivo para nuestra economía y contribuyendo a crear más y mejores oportunidades para las mujeres de nuestro país» remarcó Belén Martín.

Por su parte, la directora general de la Mujer de la Junta de Castilla y León, María Victoria Moreno Saugar, quiso trasladar el compromiso de la Administración regional con el mundo rural, y el objetivo de conocer «de primera mano» los datos sobre la brecha de género que existe en el entorno rural, y trabajar sobre ello para «mejorar la vida de las mujeres en el medio rural».

«El comprimo de la Junta es con las mujeres. Nuestra idea es seguir mejorando por el bienestar de las mujeres y el compromiso firme con ellas», aseguró a preguntas de los medios acerca de si cambiará algo tras la llegada del nuevo Gobierno a la Junta.



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