08 Ago La bioconstrucción es salud
«Cada vez más gente solicita un espacio sano, que podemos hacer mejor que nuestros abuelos al disponer de conocimientos nuevos y tecnología»
«La edificación sostenible se duplicará entre los años 2016 y 2018»
EUROPA PRESS – SUANCES (CANTABRIA)
La responsable del departamento de eficiencia de Kursaal Rehabilitaciones, S.L., (Kursaal Green), Marta Epelde, ha defendido la utilización de materiales de bioconstrucción para garantizar la salud de las personas y el medioambiente, tras señalar que en este sector siempre «hay una alternativa» para elegir.
Epelde ha hecho este alegato en el seminario ‘Biología del hábitat: Introducción a la bioconstrucción’ en el marco de los Cursos de Verano de la Universidad de Cantabria (UC) que dirige Miguel Martínez, en representación del Instituto Español de Baubiologie (IEB).
La responsable de Kursaal Green defiende que la bioconstrucción no es «elegir unos cuantos materiales que nos suenen a ecológicos y que provengan de una fuente renovable», sino que hay que tener en cuenta «muchas» características, incluidas las técnicas, que garanticen la elección de «los mejores».
Al respecto, apunta aspectos a valorar como el origen sostenible del material; que no utilice energías fósiles; que no sea tóxico y que permita ambientes saludables; que posibilite que el ambiente interior sea capaz de ayudar a regular la humedad; o que tenga un olor «agradable» sin molestar al inquilino.
Para esta experta, la relación entre la construcción o la vivienda y la salud de las personas que van a habitarla es clara, dado que, al igual que en el ser humano, cuando falla un órgano, «la salud de todo el cuerpo se ve afectada», si dentro de un edificio hay un material que «no es sano», afecta a todo el edificio y a la salud de las personas que están dentro.
Factores de riesgo
Por ello, Epelde resalta la existencia de factores de riesgo. En concreto, tres, que la bioconstrucción estudia de «una manera más profunda», como los riesgos que supone los campos electromagnéticos, cómo nos afectan todo tipo de radiaciones, antenas de móviles o la electricidad; los tóxicos que genera, por ejemplo, una casa llena de muebles con cola de formaldehído; y los que crea la humedad y la condensación, como hongos o esporas de moho en las paredes.
Asimismo, reconoce que los materiales de bioconstrucción son «más caros» pero aseguró que tienen «una calidad exquisita», por lo que remarca que «hay que abrir un poco la mente», remarcando que estos componentes «no hacen daño» al medio ambiente y «mejora» la salud de las personas.
En definitiva, esta experta considera que, al final, la bioconstrucción «no deja de ser volver a los orígenes», en el sentido de utilizar los materiales locales y que están disponibles, pero «adaptándolos» a la técnica y a los conocimientos.
«En realidad, la bioconstrucción ha estado presente siempre. Las casas de nuestros abuelos se construían con las cosas que había a mano. Se trata, por tanto, de recuperar esos entornos donde nos sentíamos bien y, cada vez, más gente solicita un espacio sano de este tipo, que podemos hacer mejor que nuestros abuelos, al disponer de conocimientos nuevos y tecnología», explica.
Por su parte, Miguel Martínez aboga por una «mayor» difusión de la bioconstrucción, también en el ámbito universitario, y por empezar a sustituir los materiales contaminantes, que afectan a la salud de las personas y al medio ambiente, por materiales naturales, para conseguir dar el paso de la construcción convencional a este tipo de sistema «más respetuoso».
Martínez destaca que hace falta «un cambio de mentalidad» y lo argumentó en que «pasamos el 80 o el 90% de nuestro tiempo» en los lugares donde «vivimos, trabajamos y vamos de ocio», algo que tiene «una importancia muy grande» en la salud de las personas, a lo que añadió que los efectos en el medio ambiente de todo el sector de la construcción en general son «grandes».
Así, apostó por ir más allá de la eficiencia energética y por contar también con apoyo público, y afirmó que «si queremos empezar a construir» de cara a la salud de las personas y al medio ambiente, hace falta «un esfuerzo muy grande» de las instituciones y de los agentes que intervienen en la construcción.
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