07 Dic «La atención a las personas con discapacidad que han envejecido es una necesidad emergente».
Emilio Sola pone el foco en la «evolución» que están experimentando las personas usuarias de los servicios sociales, una realidad que requiere «especialización».
Carlos Mtz Orduna
Cerca de 21.000 personas tienen reconocida una discapacidad del 33% o más en Álava, alrededor del 6% de la población. No todas ellas son usuarias del sistema de protección social pero los perfiles cambian, y la discapacidad tiene un peso específico en esa evolución. A nivel presupuestario, Políticas Sociales prevé dedicar el año que viene a esta área 38,36 millones de euros, 1,35 más que en el ejercicio previo y cerca del 15% del total del departamento.
Han presentado un presupuesto «claramente inversor» para 2022, con muchos nuevos recursos y más plazas para las personas con discapacidad. ¿Se puede decir que esta área se había quedado, en cierto modo, ‘coja’ con el paso del tiempo?
–No, aunque este año sí se va a hacer un esfuerzo extra en materia de discapacidad. Y es, más que nada, por cómo vemos la evolución de las necesidades. Tenemos, por un lado, un incremento de los trastornos del espectro autista, con más de 400 personas con TEA solo en Araba. Y tenemos también un problema de atención a otra necesidad emergente, las personas con discapacidad intelectual y enfermedad mental que han envejecido, que antes no tenían esta expectativa de vida y ahora sí. Esto nos supone una especialización, porque es un perfil distinto a la persona mayor dependiente al uso. El centro de investigación e innovación en envejecimiento que hemos previsto también va a ir por ahí, porque en todo el Estado no hay investigación práctica en esta materia.
Yendo por partes, ¿dónde se va ubicar el nuevo centro de día para TEA y qué plazos manejan?
–Se va a ubicar en Zabalgana, en unos locales que la propia asociación TEAraba nos ha propuesto. La previsión es abrirlo para 2022.
Y respecto a esa «necesidad emergente», ¿qué se puede contar sobre el nuevo centro de día y la residencia para personas con discapacidad?
–La ubicación va a ser donde está ahora el CET Gasteiz, el antiguo centro de menores Sansoheta. Allí va a ir un complejo mixto: un centro de día para discapacidad intelectual con 25 plazas más 12 plazas residenciales, con camas, para personas con discapacidad intelectual envejecidas. Son personas a las que la atención que se les puede proporcionar en pisos con apoyos se les queda corta. Necesitan más intensidad de atención, por lo que requieren un recurso residencial.
¿Qué va asuponer para Álava tener ese centro de investigación e innovación sobre envejecimiento?
–Supone hacer un centro muy especializado e innovador, desde un liderazgo colaborativo, porque van a entrar sociedades científicas, empresas, tercer sector social diverso… y vamos a generar un conocimiento que ahora no existe. Tenemos que ver cómo envejecer de forma plena, fomentando la autonomía de estas personas pero, a la vez, viendo el factor diferencial que tienen respecto al resto de la población. En muchos casos, un envejecimiento prematuro cuyos factores hay que estudiar.
¿Cuáles serán los primeros pasos?
–Lo que vamos a hacer en 2022 va a ser un análisis a fondo de contenidos de innovación, de investigación y de generación de conocimiento y crearemos una oficina donde se irán configurando los contenidos que tendrá el centro de investigación –el recurso se ubicará en la residencia Arabarren II, en Salburua–. Es un proyecto muy ilusionante, pero no es el único.
¿Qué destacaría?
–El modelo de atención Gizarea, que nos sirve tanto en dependencia como en discapacidad, ha tenido hasta ahora un resultado brillante. Hemos empezado a pilotarlo en la residencia de mayores de Lakua, con una formación para profesionales, familias y también mixto, y en enero lo vamos a extender al centro Etxebidea. Es un modelo centrado en las relaciones, que supone implicar más a las familias y también de forma emocional a los profesionales. Las mejoras son evidentes para las personas usuarias y también para las otras partes. Y luego es un modelo que también se puede implantar en casa. Aquí tenemos el proyecto Etxean Bai, que busca hacer un seguimiento tanto telemático como presencial de las personas dependientes y con discapacidad en sus domicilios, con nuevas tecnologías y un centro de referencia en Gasteiz y otros secundarios en las cuadrillas. Es un modelo que va más allá de la atención centrada en la persona, que es lo que hasta ahora hemos estado fomentando, y que está siendo lo más puntero a nivel mundial, sobre todo en los países anglosajones.
Se va a crear la primera Oficina de Vida Independiente de Euskadi. ¿Será un servicio inminente?
–Esto parte de otro proyecto muy ilusionante, el modelo foral de apoyo a la vida independiente, que fue acordado con el tercer sector de la discapacidad. Uno de los hitos va a ser la creación de esta oficina, que va a procurar a las personas con discapacidad toda una gama de servicios y de prestaciones. La tendremos para 2022.
¿Qué va a suponer para su área, y en concreto para el ámbito de la discapacidad, la entrada de los fondos NextGeneration?
–Va a venir muy bien, desde luego, porque aparte del proyecto Etxean Bai, va a entrar también en estos fondos la renovación de los sistemas de comunicación en las residencias.
Van a incrementar un 30% el presupuesto para el servicio de atención temprana para niños con trastornos del desarrollo. ¿Están detectando un repunte de diagnósticos?
–Lo que vemos es que hay una mayor necesidad porque estos casos se diagnostican cada vez mejor y más pronto. Aumentamos el presupuesto más del 30% y nos vamos casi a los 1,2 millones. Nos parece fundamental porque aquí sí que hablamos de urgencia. No puede haber listas de espera. De hecho no las hay. La atención de los niños y niñas de cero a seis años tiene que ser inmediata, porque su necesidad también es inmediata. Ha crecido mucho la necesidad de logopedia, fundamentalmente, y también de psicoestimulación o terapia ocupacional. Es otra necesidad que no para de crecer, y conjuntamente con Salud y Educación tenemos que hacer un buen triángulo asistencial.
¿Qué es lo que más le ha quitado el sueño durante la pandemia en relación a este colectivo?
–Muchas cosas. Sobre todo, que no hubiera un deterioro cognitivo o un descenso en el estado anímico de estas personas, algo que también nos ha quitado el sueño con las personas mayores. Eso nos preocupaba bastante. También, cuando ha habido casos positivos en las viviendas y en los pisos, nos ha preocupado y mucho hacer bien los aislamientos.