31 May Gerald Holton, premio Fronteras del Conocimiento por sus estudios sobre la dimensión social de la ciencia.
El físico, uno de los pensadores más influyentes de los últimos años, ha sido galardonado por la Fundación BBVA por su estudio de la relación entre ciencia y sociedad.
Alberto Quero
Gerald Holton (Berlín, 98 años), profesor emérito de Física e Historia de la Ciencia en la Universidad de Harvard, ha sido galardonado con el Premio Fronteras del Conocimiento en la categoría de Humanidades y Ciencias Sociales que otorga la Fundación BBVA, por sus investigaciones sobre cómo el conocimiento científico influye en la construcción de la cultura y cómo esta, a su vez, condiciona la creación de teorías y modelos científicos. A lo largo de su carrera el investigador alemán ha abordado diferentes campos de estudio. Comenzó su labor de investigación clasificando el legado documental de Albert Einstein, ha combatido contra las pseudociencias (o lo que él llama anticiencia) e incluso ha indagado sobre el valor de la racionalidad y el conocimiento objetivo frente a la exaltación social que provoco totalitarismos, persecución de minorías y exclusión. En los últimos años de su trayectoria, el investigador se ha dedicado a profundizar en el papel de la mujer en la ciencia a través del llamado Project Access. El anterior ganador en esta categoría fue el lingüista estadounidense Noam Chomsky.
“La ciencia está entrelazada plenamente con su contexto”, ha asegurado el galardonado, quien ha defendido que la ciencia aporta racionalidad y herramientas a cualquier sociedad para resolver sus problemas, además de generar crecimiento económico y mejorar la eficacia tecnológica. “La ciencia debería atesorar la historia, y el estudio de la historia debería atesorar la ciencia”, ha remarcado. Si bien Holton no desmerece el papel del arte y la literatura como elementos de una cultura, considera que es imprescindible el rol que desempeña la ciencia a la hora de configurar formas de pensar y actuar, tanto a nivel individual como colectivo.
El rol que desempeña la ciencia es imprescindible a la hora de configurar formas de pensar y actuar, tanto a nivel individual como colectivo.
Se adentró en la obra de Albert Einstein poco después de su muerte en 1955, cuando un compañero le sugirió que preparase una historia de los descubrimientos del físico para una ceremonia en su homenaje. Durante esta tarea, Holton percibió que los estudios sobre la investigación de Einstein eran muy escasos, por lo que comenzó a clasificar y analizar los más de 40.000 documentos que se conservaban en el Instituto de Estudios Avanzados de Princeton, donde Einstein pasó la última etapa de su carrera. “Pensé que era mi obligación moral ordenar todo esto en un archivo que pudieran utilizar los investigadores”, ha comentado Holton en ocasiones.
Fue así como Holton identificó los themata, una serie de ideas generales que se muestran en el pensamiento de los científicos más importantes de la historia y que muestran la huella de la cultura en la ciencia. “Me di cuenta de que Einstein obedecía a una compulsión epistemológica, como tantos otros científicos, de ver la ciencia como si miraran a través de ciertas cerraduras, ciertas lentes”, explicó. “Los denominé themata – temas – es decir, ideas que están tan grabadas en sus mentes que quizás no eran plenamente conscientes de ellas. Estas ideas determinan la estructura básica que subyace a todo su trabajo”, añadió.
En varios trabajos, el investigador ha insistido en que, aunque la ciencia avance y la sociedad obtenga mejores tecnologías, eso no garantiza que la cultura general se desarrolle en la misma dirección. Como ejemplo, Holton señala el caso de la Alemania nazi, donde a pesar de los grandes avances científicos en numerosos campos, en la sociedad germinaron valores e ideas contrarias a la razón científica, basados en la exaltación y en las emociones. En su obra Ciencia y anticiencia (1993), el autor señala que la irracionalidad, mezclada con populismo y nacionalismo desemboca normalmente en corrientes y regímenes totalitarios.
Todos los grandes científicos tenían una serie de ideas generales que mostraban la huella de la cultura en la ciencia. A esas ideas, Holton las llamó “themata”.
Durante la última etapa de su carrera, Holton comenzó junto al sociólogo de la ciencia Gerhard Sonnert el llamado Project Access, que quedó plasmado en dos publicaciones. Una de las principales conclusiones de estos trabajos es que las científicas solían escoger problemas más complicados, pero dedicaban mucho tiempo al estudio, mientras que los hombres elegían problemas más sencillos y rápidos de resolver y por ello publicaban más. “Pedimos a un grupo de científicos y científicas que presentaran los que consideraban sus mejores trabajos, eliminando sus firmas, y pedimos a un grupo de distinguidos científicos que evaluaran su calidad. Comprobamos que, de media, los trabajos eran igual de buenos. […] Para los hombres lo importante era la carrera, mientras que para las mujeres pesaba más su vocación por la ciencia”, explicó Holton.
El propio Holton, hijo de un abogado y una fisioterapeuta, se vio obligado a huir de la Alemania nazi junto a su familia, algo que ha marcado sus investigaciones. Fueron acogidos en Inglaterra y más tarde en EE UU, donde se formó como físico e historiador en la Wesleyan University en Middletown (Connecticut). Durante la II Guerra Mundial, Holton fue invitado a participar en el desarrollo del Proyecto Manhattan para la creación de la primera bomba atómica, algo a lo que se negó. Su participación en la guerra se limitó a enseñar a usar el radar a los oficiales de la Marina. Una vez terminada la guerra, se doctoró en Harvard en 1947 gracias a su investigación sobre la estructura de la materia a altas presiones. Hasta el día de hoy, a sus 98 años, Holton sigue ligado a esta universidad.