Frances McDormand, abanderada de la lucha contra el edadismo en Hollywood.

Frances McDormand, abanderada de la lucha contra el edadismo en Hollywood.

La ganadora del Oscar a mejor actriz es una activista contra la discriminación por edad.

María Bonillo

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La actriz estadounidense de 63 años Frances McDormand ha conseguido su cuarto Oscar (tercera como mejor actriz) por la película Nomadland, gran triunfadora de la noche, convirtiéndose así en la actriz con más estatuillas doradas (o «sujetapuertas» como ella las llama), y en la primera intérprete que gana el premio a mejor actriz y productora.

«Sabemos que la espada es nuestro trabajo», dijo durante su discurso en referencia a la obra de Shakespeare, MacBeth, una adaptación que su marido, Joel Coen, está dirigiendo y en la que ella es protagonista. «Y a mí me gusta el trabajo». Y, sin rodeos, cerró con un: «Gracias por saber eso. Y gracias por esto».

Su primera nominación al Oscar fue hace 32 años por Arde Mississippi. Más conocida ahora por sus papeles en Fargo y Tres anuncios en las afueras, películas en las que también se la galardonó en los premios Oscar como mejor actriz, hasta entonces solo había participado en películas independientes, pasando desapercibida. Pero fue después de Fargo, en el papel de una policía de Minnesota embarazada que resuelve crímenes, cuado comenzó a hacerse conocida, llegando a hacerse un hueco de forma discreta en lo más alto del cine.

Siendo ya una figura consagrada en Hollywood, asegura que su éxito se basa en su capacidad de decir «no» y tomar decisiones contra corriente. Es más, afirma que se niega a firmar autógrafos o a hacerse selfies con sus fans ya que considera que eso no es parte de su trabajo. «Les pregunto ‘¿cómo te llamas?’, los miro, conversamos. Tengo un intercambio real. No actúo porque quiera que me saquen fotos», explicó en una entrevista en The New York Times«Actúo porque quiero ser parte del intercambio humano».

La actriz se mantuvo fiel a sus principios, eligiendo un vestuario discreto y no maquillándose para la gala. Ya demostró en la gala de los Oscar de 2018 lo poco que le importaba encajar en la supuesta norma no escrita, pero asumida culturalmente, sobre el aspecto femenino en las galas de premios.

Así lo demostró en el discurso que dio ese año tras recoger su segundo galardón, en el que quiso agradecer a su director, Martin McDonagh, “el gran regalo que me hizo al dejarme respirar en este personaje irónicamente tan diferente a todas las mujeres que vemos en la pantalla, la respuesta a todas las injusticias de mi profesión”. Estas palabras provocaron un gran aplauso del público por reclamar un Hollywood más inclusivo.

«¿Por qué hacerse mayor no se percibe como un regalo?»

Famosa por sus críticas al edadismo de Hollywood y la presión sobre el aspecto de las mujeres, la actriz ha luchado durante toda su carrera por cambiarlo. «Nadie quiere hacerse mayor. La madurez no es un objetivo. No se percibe como un regalo. Algo ha pasado culturalmente: se supone que nadie debe envejecer a partir de los 45 (ya sea en tu talla, en la cosmética o en la actitud). Todo el mundo se viste como un adolescente. Todo el mundo se tiñe el pelo. Todos parecen obsesionados con un rostro sin arrugas«, comentaba con pesar en una entrevista a The New York Times en 2014.

Quiero ser un modelo a seguir no sólo para hombres y mujeres más jóvenes, y no solo de mi profesión. No hablo de mi trabajo. Creo que los arreglos cosméticos de mi profesión son solo un riesgo laboral. Lo digo en un sentido más cultural. Estoy muy interesada en empezar una conversación sobre envejecer con dignidadCreo que el edadismo es una enfermedad cultural, no personal», dijo en otra entrevista para NPR, en la que añadía: «Una de las razones por las que vuelvo a ofrecer entrevistas tras 10 años de ausencia es porque creo que siento la necesidad de representar públicamente lo que he decidido mostrar en privado: una mujer orgullosa y más poderosa que cuando era joven. Y creo que ese orgullo se puede admirar en mi rostro y en mi cuerpo».

Aplaude las arrugas

Y esta postura no hace más que reforzarse con los años. «Eres alguien que, a pesar de su pelo blanco, posee un historial de información válida», decía sobre Olive Kitteridge, la miniserie que protagonizó en 2014.

«Soy expresiva. Siempre me ha ayudado para bien y ayuda ser así, especialmente al hacerme mayor, porque todavía tengo mi mapa de carreteras intacto, lo puedo usar y lo usaré», comentaba en relación al tema de las arrugas en 2015 en el Rome Film Festival. «No es que no me mire la cara y no me sorprendan mis arrugas pero, ¿ves esta de aquí? (señalando su mejilla) Esta es por mi hijo Pedro, después de 20 años diciéndole sin parar ¡Hey!, ¡wow! o ¡oh, dios! Ese es mi mapa, mi mapa de carreteras en mi cara«, explicaba en otra entrevista el mismo año.

«Quiero que me veneren. Quiero ser anciana. Tengo algunas cosas que decir y con las que ayudar. Y si no puedo, no me sentiré necesaria».

Lleva años hablando de la necesidad general que hay para que cambie la percepción del envejecimiento y, en este sentido, se puede decir que ha conseguido dar una lección de cómo envejecer.

«Alguien como Frances McDormand, que es tan auténticamente ella misma, que no ha intentado borrar esas líneas de su rostro o taparlo para encajar en la industria; para mí, será relevante para siempre», comentaba la directora de Nomadland, Chloé Zhao, también ganadora de un Oscar a mejor directora.

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