04 Nov Esto es lo que me gustaría contarle a mi marido muerto
Paul Kalanithi escribió sobre su propio cáncer terminal, después de su muerte el libro se convirtió en un bestseller, y ahora su mujer se encarga de la promoción. Así se siente ella
LUCY KALANITHI – GUILLERMINA TORRESI
Hace poco más de un año que Lucy Kalanithi se quedó viuda. Su marido, Paul Kalanithi, fue diagnosticado de cáncer terminal de pulmón con tan solo 36 años. Casi ninguno de sus sueños se había cumplido todavía: después de 10 años de residente, estaba a punto de conseguir una plaza fija de neurocirujano; casado con el amor de su vida, nunca había sido un buen momento para tener hijos; y después de tantos años dedicados a la medicina, jamás había dado rienda suelta a su alma de escritor. Todo eso cambió el día que otro médico le dijo que le quedaban pocos meses de vida. Pasó de ser un doctor que trataba casos terminales a ser un paciente que luchaba por vivir.
En ese momento decidió tener una niña -Cady, que ahora tiene dos años- y escribir un libro, Recuerda que vas a morir. Vive (Seix Barral, 2016) -When Breath Becomes Air, su título original-, en el que narra cómo afronta sus últimos días y su propia muerte. Una historia que no correspondía a él terminar. Ha sido Lucy quien ha escrito el epílogo final, quien hace la promoción del libro y quien, ahora, aquí, en este escrito para La Vanguardia explica para todo lo que le gustaría decir a su marido muerto si tuviera la oportunidad de escribirle una carta.
Mi primer instinto sería decirle cómo está creciendo nuestra hija. Ahora tiene dos años. Tiene el pelo oscuro y ojos intensos, también oscuros. Le encanta la lectura; es divertida, fuerte y un poco traviesa. Me recuerda tanto a Paul… También me gustaría que él supiera que estoy muy orgullosa de él. Cuando el libro se publicó este año (10 meses después de su muerte), lo puse sobre su tumba con un gran ramo de flores. Entonces me senté y lloré. Siento mucha gratitud y tristeza al mismo tiempo.
Cada vez que veo algo que me recuerda a él -como una foto suya-, o cuando vuelvo a su tumba, o veo su libro en un aeropuerto…, beso el aire delante de mí, como en un acto reflejo. Cuando estábamos juntos en una habitación llena de gente solíamos hacer eso, como una leve inclinación de cabeza hacia arriba con un beso. Todavía lo hago mucho.
Hacerme cargo de su libro ha abierto un camino sorprendente para mí. Soy médico y profesora asistente en la Escuela de Medicina de Stanford, pero ahora me paso la mitad del tiempo de promoción y hablando en conferencias médicas o en librerías sobre la enfermedad, la muerte y la pérdida.
Es una conversación profunda sobre el significado, el amor y la resistencia y, por supuesto, cómo nuestra atención médica nos puede apoyar en la vida y en la muerte. Nunca pensé que iba a compartir cosas tan íntimas. Pero ha sido un sostén para mí y una experiencia maravillosa, sobre todo en un momento de dolor.
Esto también me mantiene conectada emocionalmente a Paul. Siempre lo amaré, incluso si me vuelvo a casar en el futuro.
A nuestra hija le diría que he aprendido que la resiliencia no significa volver de nuevo al punto donde uno estaba antes de un golpe emocional. Que jamás pretenda superar una dura pérdida de forma sencilla, porque no lo es. Es un recorrido complicado. De hecho, creo que el sufrimiento nos ofrece la mayor oportunidad de amar y ser amado. Debemos pasar por él para vivir la gama completa de emociones: la vida y la muerte, el amor y la pérdida.
Cuando Paul enfermó sus médicos le preguntaron cuáles eran sus objetivos, sus preocupaciones. Y esto lo llevó a preguntarse: ¿qué hace que mi vida valga la pena?
Los médicos sabemos que la vida significa algo más que mantenerse vivo. Es muy importante recordar esto: dar prioridad a la calidad, no sólo a la cantidad, de vida es una elección valiente y generosa. Al final de su vida, Paul rechazó prolongar el tiempo con máquinas y sedación. En su lugar, prefirió esperar a la muerte con nuestra hija en brazos (esto lo describo en el epílogo del libro).
Creo que en estos casos es importante hacerse estas preguntas. “Qué tipo de atención médica me ayudará a vivir mejor”. Porque hasta que mueres, estás vivo.
La gira de promoción del libro de Paul me ha enseñado mucho sobre el dolor; sobre cómo llevarlo. Cuando pierdes a alguien mucha gente tiene miedo de preguntarte cómo te sientes, creen que te va a poner más triste.
Según mi experiencia no es así: yo estoy triste de todos modos; hablar de ello no me hace sentir peor, sino más conectada con la realidad y más apoyada por los demás. Afortunadamente para mí, es todo lo contrario, me da la oportunidad de hablar de Paul. Y esa oportunidad ha sido siempre maravillosa.
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