07 Ene España solo tiene 6 expertos en salud mental por cada 100.000 habitantes.
“No faltan profesionales, faltan contrataciones”, critican los expertos.
Domingo Marchena
El azar ha querido que el adiós de Verónica Forqué coincida con una ofensiva contra la pandemia de suicidios que registra el mundo, unas 800.000 muertes al año, más que todas las guerras juntas que desangran a la humanidad hoy. La fundación Anaed, que lucha contra la depresión, una de las principales causas de suicidio, se sumó ayer al coro contra el silencio en un acto celebrado en la antigua cárcel Modelo de Barcelona.
- 900 92 55 55 (Ayuntamiento de Barcelona)
- 717 00 37 17 (Teléfono de la esperanza)
- 900 20 20 10 (Fundación Anar)
- fundacionanaed.org
“El silencio mata”, dijo Víctor Pérez. Este psiquiatra, que acudió a la presentación en nombre de la Generalitat, preside el plan de Salud y Adicciones del Govern y denunció que “los medios profesionales son muy limitados y las terapias muy precarias”. Y eso es muy grave. ¿Por qué? “Porque el 15% de las personas que lean este párrafo tienen, han tenido o tendrán depresión”, explica el doctor Pérez.
Pero a pesar de la importancia creciente de esta enfermedad y del trampolín que ha supuesto la pandemia de coronavirus, las cifras son demoledoras. España tiene una media de seis especialistas en salud mental por cada 100.000 habitantes, cuando la correlación en Europa es de al menos el doble (y de 18 especialistas en muchos países). “El primer paso es hablar”, es el lema de las jornadas de ayer.
Pero para hablar hacen falta profesionales, estrategias, campañas. Si se atienden las depresiones a tiempo, se evitan suicidios. De cada 100 personas que se suicidan, 78 son hombres. Ellas lo intentan tres veces más, pero ellos emplean métodos más letales. “Muchos suicidas ni siquiera sabían que tenían depresión y, por lo tanto, cura”, advierte Anaed (siglas de asistencia nacional de ayuda a enfermos de depresión).
“No es un problema de falta de profesionales cualificados”, asegura José Ramón Pagés-Lluyot, coordinador de la fundación Anaed, que define así: “Una fundación de pacientes voluntarios”. Él mismo ha tenido depresión y es hijo de una señora que también la padeció. Pero de la depresión se sale. Ese era el mensaje de ayer, que va en la misma línea de lo que decían hace unos días en estas páginas expertos del hospital Parc Taulí.
O en la línea, también, del reciente informe del Observatorio del Suicidio en España, que ha denunciado que el 2020 se convirtió en el año con más sucidios (3.941) desde 1906, cuando empezaron a registrarse estas estadísticas. “No es un problema de falta de profesionales cualificados”, repite José Ramón Pagés-Lluyot. “Es un problema de falta de profesionales contratados por la sanidad pública”.
Por eso, quienes se lo pueden permitir, y no todas las familias pueden, acuden a la sanidad privada. Una de las actividades de la fundación Anaed consiste precisamente en subvencionar hasta un 70% las terapias de personas sin capacidad económica para acudir a la sanidad privada. El acto de ayer pretendía reivindicar la labor de esta y otras entidades altruistas. “Somos como la depresión: nadie habla de nosotros”.
Y, hay que repetirlo una vez más, “el silencio mata”. Para romper el muro de silencio, la fundación ha realizado cinco cortometrajes, los primeros de una serie, cuyos resúmenes se pueden ver en esta información. Las obras quieren “lanzar un mensaje de esperanza a las personas que sufren depresión y a sus familiares”. Otra especialista que apoya el proyecto es la psiquiatra Adriana Fortea, del hospital Clínic de Barcelona.
La doctora Fortea recordó que el confinamiento y la crisis sanitaria por la covid han disparado un 30% los trastornos y la ansiedad. “El impacto más visible de este incremento se da en jóvenes y mujeres”. La depresión, agregó, “es una enfermedad del sistema nervioso central que afecta al 15% de la población. No es una cuestión de voluntad. Ni de debilidad o pereza. Nadie elige ser depresivo”.
Eso explican también los cortometrajes que se presentaron ayer, realizados por la productora Daristóteles. Los y las protagonistas no son actores. Son personas que saben qué es la depresión por experiencia propia. “Durante mucho tiempo fui una muerta en vida. Ahora soy yo”, dice una de las mujeres que ha puesto cara y ojos al problema. Otra, Mar, añade: “Hablar de la enfermedad es fundamental. Y pedir ayuda”.
Escuchando a estas mujeres, la atleta olímpica Raquel González dijo que “superar la depresión era un reto mayor que prepararse para unos Juegos Olímpicos”. Pero se puede hacer. El deporte “es una gran herramienta de salud física y emocional. La depresión “es un problema sanitario, pero no solo sanitario. Exige un abordaje multifuncional”, sostiene el psiquiatra Víctor Pérez. Ayer se pusieron cinco granitos de arena.
Estos cinco documentales abordan diferentes problemas, relacionados con la salud mental y la adolescencia, la tercera edad, la violencia machista, el sida y el cáncer. Los protagonistas de las filmaciones, con planos cortos y mirando muy de cerca de la cámara, explican cómo han podido vencer a la depresión con un mensaje de esperanza. Como ellos dicen, hay que “saber que se puede”.