24 Ene España, cada vez más envejecida.
El censo del INE constata que la edad media ha pasado de 40 a 41,5 años en diez años. Solo hay dos personas en edad de trabajar por cada una en situación no activa.
Raquel Vidales – Madrid
Por cada dos personas en edad de trabajar hay ya una en situación no activa. Es el dato más preocupante que se extrae del último censo elaborado por el Instituto Nacional de Estadística (INE), publicado hoy con datos de 2011, que revela que la edad media de la población española ha aumentado en 1,5 años en la última década, de 40 en 2001 a 41,5 en 2011. Eso significa que también se ha incrementado la tasa de dependencia, que es la relación entre ciudadanos no activos (menores de 16 y mayores de 64) y los considerados no activos (de 16 a 64), que en 2010 se situaba en 0,485 y en 2011 subió a 0,500. Es decir, que ahora solo hay dos personas en edad de trabajar para mantener a cada menor o jubilado.
El dato, que ya sería preocupante en un contexto de bonanza económica, puede generar alarma en este momento de crisis. “Hace cinco años, cuando los ingresos del Estado eran altos, las arcas públicas podían compensar este aumento de la tasa de dependencia para mantener las pensiones. Pero ahora ya no es así, con lo que la carga para los trabajadores es cada vez mayor”, asegura Jeroen Spijker, investigador del Centro de Estudios Demográficos (CED) de la Universidad Autónoma de Barcelona. Si a esta coyuntura añadimos la evidencia de que el gasto sanitario y en dependencia aumenta con el envejecimiento y que el Gobierno está recortando precisamente en estas partidas, el panorama pinta aún más negro.
No obstante, según advierte el experto del CSIC Antonio Abellán, hay que analizar con cuidado la tasa de dependencia. «El riesgo es que se utilice para asustar: demasiados mayores para que cuadren las cuentas. La sostenibilidad del sistema de protección depende por supuesto de la demografía, pero también de la productividad de los que están trabajando y del número de ocupados. Es decir, habría que poner el acento más en crear empleo para esos activos que no pueden trabajar y lo desean, y en aumentar la productividad, que en mirar hacia el grupo de personas mayores y su abultada cifra.
Dos razones claras explican de manera general este proceso. Por un lado, el continuo descenso en la tasa de fecundidad, que en este momento se sitúa en 1,35 hijos por mujer, según los últimos datos del INE. Y por otro, el aumento de la esperanza de vida, cifrada en 79,1 años para los hombres y 84,9 para las mujeres. Y una tercera causa explica el agravamiento en la última década: el envejecimiento de la generación del baby boom español, nacida entre los años 40 y 70 del siglo pasado.
No hay perspectivas de que el proceso se vaya a detener en los próximos años, fundamentalmente por la mejora de la salud y porque la gente mayor envejece de una forma cada vez más activa. Por otro lado, habrá que esperar a ver qué efecto tienen algunos cambios de hábitos de las mujeres en las últimas décadas, especialmente porque la generación que ahora es mayor no fumaba. “Posiblemente esta variable reduzca la diferencia de esperanza de vida entre hombres y mujeres, aunque no sabemos si esta llegará a modificar el parámetro general”, comenta Spijker.
Las zonas más envejecidas son el noroeste peninsular, mientras que las más jóvenes se encuentran en las islas y el sureste. Destaca Asturias, con una edad media de 46,3 años. Desde 2001, la comunidad que más ha envejecido es Canarias, seguida de Galicia, Extremadura y Asturias.
Inmigración masiva. Ni siquiera la importante entrada de extranjeros en la última década, mayoritariamente más jóvenes, ha podido frenar el envejecimiento. Según los datos publicados hoy, el 1 de noviembre de 2011 la población española alcanzó los 46.815.916 habitantes, casi seis millones más de los que registraba el censo anterior del INE, elaborado en 2001. Esto supone un incremento del 14,6%, el mayor en una década registrado en España, que en realidad no se debe al aumento de españoles sino a la llegada de miles de inmigrantes.
En concreto, la población extranjera creció en más de tres millones y medio, hasta alcanzar los 5,2 millones. Destaca el incremento de rumanos y marroquíes en términos absolutos y el de paraguayos, bolivianos y rumanos en términos relativos. En cambio, el número de españoles subió mucho menos: de poco más de 39 millones en 2001 a 41,5 en 2011.
El noroeste crece menos. El incremento de población se ha producido en todas las comunidades, aunque se ha distribuido de una manera muy desigual. Las islas y el Levante han registrado un mayor incremento, mientras que en el noroeste peninsular ha sido menor.
En cuanto a las provincias, Guadalajara con un incremento del 47% ha sido la que más ha crecido seguida de Girona con un 33% y Tarragona con un 32%. Solo cuatro han perdido población: Zamora, Ourense, Lugo y Palencia.
Auge de las ciudades medianas. Los datos muestran también una tendencia ya observada en el censo de 2001: que la población disminuye en los municipios pequeños, pero también en los grandes, mientras que aumenta en los medianos. Los de 50.000 a 100.000 son los que presentan el crecimiento más acusado, con un incremento de población del 38,4%.
Los municipios donde más ha descendido la población en cifras absolutas son Cádiz, que pierde 9.349 habitantes, Ferrol (A Coruña), con 6.260 menos, y Mieres (Asturias), que pierde 5.294. Los que más han crecido en términos absolutos son Madrid (+259.922 habitantes), Barcelona (+107.129) y Palma de Mallorca (+68.243).
El éxodo rural continúa. La población en los municipios de menos de 2.000 habitantes bajó un 6,2%, de un total 2.997.457 en 2001 a 2.811.268 en 2011. La mayor pérdida la registraron los de 1.000 a 2.000 habitantes, con un descenso del 7,9%. Los de menos de 100 habitantes son una salvedad: su población aumentó en casi 8.000 personas, un 12,9%.
https://elpais.com/sociedad/2012/12/14/actualidad/1355484360_092670.html