Envejecimiento en marcha

Envejecimiento en marcha

Abandonar su hogar y sus casas representa perder su independencia

THE NEW YORK TIMES | Jane E. Brody

Cuando pregunté a los otros tres integrantes de mi grupo de caminata todos los cuales rondan por los 75 años y más, si tenían alguna inquietud con respecto arreglos para vivir en el futuro, cada uno dijo que no tenía ninguno pese al hecho que, como yo, viven en hogares particulares de varios pisos sin elevadores y, en dos casos, sin baños en cada piso.

Mi hijo en Los Ángeles me preguntó hace poco qué haría yo si ya no pudiera vivir en mi casa, y yo le contesté poco serio: «Me voy a vivir contigo». Las ventajas: Yo estaría rodeado por una familia cariñosa que me apoye, y el clima cálido es un beneficio para alguien como yo que se vuelve cada vez más intolerante al frío con cada año que pasa. Las desventajas: yo perdería una comunidad familiar y una diversidad de amigos, y su casa, a diferencia de la mía, está en una empinada colina sin tiendas en la cercanía; si yo no pudiera manejar ya, tendrían que llevarme a todas partes.

Es probable que mi mayor disuasivo fuera renunciar a mi independencia y al increíble número de «tesoros» que he amasado durante el último medio siglo. La basura sería fácil, pero deshacerse de las obras de arte y recuerdos sería como arrancarme el corazón.

Sospecho que la mayoría de la gente se muestra reacia a pensar en cambiar el lugar y la forma en que viven siempre que les esté yendo bien por el momento. Lisa Selin Davis informa en la revista AARP que «casi 90 por ciento de los estadounidenses de 65 años en adelante planea quedarse en su hogar conforme va envejeciendo». Sin embargo, para muchos, el diseño de sus hogares y comunidades no es apropiado para adultos mayores que carecen de la movilidad, agilidad y rapidez de los jóvenes.

Para aquellos que desean envejecer en su debido punto, los autores de «70 Velas: Mujeres prosperando en su octava década», Jane Giddan y Ellen Cole, enumeran atributos que se necesitan con frecuencia en casa como una ausencia de escaleras, amplias puertas para darle cabida a una andadera o silla de ruedas, pisos resistentes a resbalones, perillas estilo palanca, iluminación controlada remotamente, regaderas amplias para entrar, verjas, rampas y elevadores. Agréguese a esto un sistema de ayuda las 24 horas, teléfono móvil, cámaras de vigilancia y localizadores de GPS que permiten a familiares supervisar el bienestar de sus mayores.

En muchas comunidades, organizaciones voluntarias como Buenos Vecinos de Park Slope en Brooklyn y Staying India place en Woodstock, Nueva York, ayudan a residentes mayores a permanecer en sus hogares y llevar vidas más fáciles y más satisfactorias.

Si bien muchos adultos jóvenes optan por vivir y criar a sus hijos en los suburbios, cada vez más retirados con nidos vacíos se están mudando al centro de ciudades, donde pueden tener acceso al transporte público, ir de compras a pie para la comida y reuniones con amigos sin depender indebidamente de terceros.

Una de las razones por las cuales mis amigos y yo estamos incluso reacios a considerar la salida de nuestra comunidad en Brooklyn es nuestra capacidad para caminar a supermercados, bancos, cooperativas de comida, ferreterías, instalaciones de culto y recreativas, e ir prácticamente a todas partes en la ciudad a bajo costo y, normalmente, transporte público en verdad eficiente. No hace falta conducir.

Nosotros también nos regodeamos en los placeres de caminatas casi diarias en un grande y hermoso parque urbano, notando cada vez algún detalle de la encantadora vista: la luna, el amanecer, planetas visibles, nuevas plantaciones y vida silvestre residiendo ahí.

A lo largo de Estados Unidos, las comunidades están siendo modernizadas para darle cabida al tsunami de adultos mayores que, se prevé, vivirán allá conforme envejece la generación de Posguerra. Cambios como alterar las señales de tránsito y cruces en calles para darles más tiempo a los peatones de cruzar mejoran la seguridad de personas cuya movilidad está comprometida. LA Ciudad de Nueva York, por ejemplo, ha creado Distritos de Mejora por Envejecimiento, hasta ahora en el este de Harlem, el Upper West Side y Bedford-Stuyvesant, para ayudarles a personas mayores «a vivir con tanta independencia y comprometidos en la ciudad como sea posible», escribieron Giddan y Cole. En el oriente de Harlem, por ejemplo, comerciantes han facilitado la lectura de letreros y suministrado sillas plegables para adultos mayores que deseen descansar antes y después de ir de compras.

En Filadelfia, una organización sin fines de lucro, Amigos en la Ciudad, se hace llamar una «comunidad sin muros», diseñada para acercar más a integrantes de la ciudad entre sí y a los recursos de la ciudad. Ofrece a gente de la tercera edad una variedad diaria de programas para adaptarse a muchos intereses culturales y recreativos.

También en evolución está el concepto de compartir hogares, en el cual varias personas mayores que no necesariamente se conocían se unen para comprar una casa en la cual vivir y comparten responsabilidades para compras, cocinar, limpiar y reparaciones del hogar. Por ejemplo, las organizaciones Compartamos Vivienda en Oregón y Comparte Casa Ahora en Vermont tienen servicios en línea que conectan a la gente con necesidades similares, informan Giddan y Cole. Hay igualmente un servicio de citas en línea – Roommates4Boomers.com – para mujeres a partir de de 50 años en busca de compañeros compatibles para vivir.

Por supuesto, sigue habiendo muchos adultos mayores, viudas y viudos en particular, quienes por razones financieras o personales se mudan con la familia de un hijo adulto, a veces en un apartamento anexo o piso separado. Las familias de anfitriones pudieran ganar una niñera integrada, en tanto los niños pueden desarrollar una relación más íntima con la abuela o el abuelo.

Para aquellos con finanzas apropiadas, no hay escasez de comunidades de retiro con fines de lucro que ayudan a personas mayores mantener su independencia suministrándoles servicios de apoyo y una diversidad de comodidades y actividades. Algunos tienen extensas instalaciones recreativas y para ejercitarse, así como clubes del libro y de manualidades, grupos de discusión y oportunidades de voluntariado. Algunos llevan a los residentes a producciones teatrales y museos, así como en viajes a atracciones cercanas.

Confieso que las comunidades de retiro que albergan solo a adultos mayores no son mi estilo. No puedo imaginar la vida en una sitio donde yo no vea e interactúe con niños sobre una base diaria. Considero que nada me anima más que una sonrisa o comentario de un infante. Supongo que soy como mi padre, quien solía flirtear con cada niño que notaba en un auto cercano al suyo. Pero me doy cuenta de que, justamente de la forma que algunas personas son contrarias a los perros, no todos gozan de la compañía de un niño de mucha energía.

Para gente mayor con probabilidades de requerir ayuda con las actividades de la vida cotidiana, hay muchas instalaciones de vida asistida en las que los residentes pueden recibir más o menos ayuda, incluyendo ayuda con medicamentos, alimentación y ambulación, con base en sus cambiantes necesidades.

Además, si alguna vez tuviera que abandonar mi hogar, Giddan y Cole destacan que hay una nueva y creciente comitiva de organizadores profesionales y gerentes de mudanza para «ayudarle a la gente a poner en orden pertenencias acumuladas, distribuir y dispersar lo que no se necesitará en el nuevo ambiente, así como ayuda con todas las etapas de empacar, mudarse y después, desempacar, amén de preparar el nuevo hogar».

www.am.com.mx/2016/05/05/the-new-york-times/envejecimiento-en-marcha-281935