15 Abr Enfermedades de la retina: prevenir para preservar la visión.
Silenciosas y traidoras, las patologías de la retina progresan rápidamente y no dan síntomas hasta que el daño puede ser irreversible. Pero los expertos son optimistas: las revisiones periódicas facilitan un diagnóstico precoz y un pronóstico favorable.
María Corisco
De todos los sentidos, el de la vista es probablemente el que más nos conecta con el mundo, el que mejor nos sitúa en el espacio y el que con más facilidad nos permite reconocer tanto nuestra identidad como la de quienes nos rodean. Nos ofrece mucho, pero nos pide algo a cambio: que estemos atentos a su salud, pues son muy diversos los problemas visuales que pueden surgir y que pueden dañar irreversiblemente nuestra capacidad de ver.
De esos problemas, algunos son tan comunes como las cataratas o la presbicia; pero hay otros, como las patologías de retina, que entrañan un riesgo mucho mayor y que, habitualmente, reducen significativamente la calidad de vida de las personas que las sufren. Son enfermedades que afectan a una de las zonas más sensibles del ojo –la retina–, una capa de tejido nervioso cuyo correcto funcionamiento es de vital importancia para la visión. Se calcula que, en Europa, estas dolencias están detrás del 67% de los casos de discapacidad visual y afectan a más del 30% de la población mayor de 50 años.
Se trata de enfermedades traidoras: no avisan y, además, progresan con rapidez. “Son patologías que no suelen dar síntomas hasta que no están en una etapa avanzada”, explica la doctora Marta S. Figueroa, directora de la Unidad de Retina de Clínica Baviera. “Además, al afectar a zonas muy importantes del ojo (la retina la retina y, en concreto, en su porción central, llamada mácula), suelen tener un impacto muy negativo en la visión, provocando un alto grado de dependencia en quienes las padecen. Un diagnóstico precoz mejora notablemente las perspectivas del tratamiento”.
La importancia del diagnóstico a tiempo
La retinopatía diabética, la degeneración macular asociada a la edad (DMAE) o los desprendimientos de retina son las enfermedades que más comúnmente se detectan en esta zona del ojo. Todas ellas pueden provocar importantes deficiencias visuales, que se agravan a medida que el diagnóstico se retrasa. La clave es, por tanto, la prevención. “Detectarlas precozmente es fundamental –señala la doctora Figueroa–. Por eso se recomiendan las revisiones oftalmológicas periódicas, sobre todo a partir de los 50 años”.
Para prevenir los daños que provocan estas enfermedades, no hay que esperar a ver mal; cuando eso sucede, habitualmente ya es tarde: la patología ha avanzado y sus daños pueden resultar irreversibles. Por eso es necesario evaluar periódicamente la retina mediante una exploración oftalmológica completa que incluya una dilatación de la pupila para detectar lesiones tanto en el área central como en la más periférica. “En la evaluación de la zona más central, la mácula, es esencial la tomografía de coherencia óptica (OCT), que nos permite ver lesiones sobre, dentro o debajo de la retina”, añade la experta.
Un diagnóstico precoz facilitará que el tratamiento se inicie de forma temprana y, así, el pronóstico sea favorable. Hay distintas opciones terapéuticas que pueden frenar el avance de estas patologías, y será el oftalmólogo especialista en retina el encargado de, tras analizar exhaustivamente las características de cada paciente, decidir qué tratamiento es el más adecuado para él.
En la actualidad se cuenta con tratamientos quirúrgicos, médicos y farmacológicos que permiten manejar estas enfermedades de una manera mucho más eficaz que hace unos años. Entre los últimos avances disponibles, la doctora Figueroa destaca “la administración de fármacos que se aplican directamente dentro del ojo, lo que permite mejores resultados a nivel local y menores efectos secundarios en el resto del organismo”.
DETECTARLAS PRECOZMENTE ES FUNDAMENTAL. POR ESO SE RECOMIENDAN LAS REVISIONES OFTALMOLÓGICAS PERIÓDICAS, SOBRE TODO A PARTIR DE LOS 50 AÑOS
Atentos a estos síntomas
Las patologías retinianas más habituales afectan al mismo tejido, pero tienen causas, síntomas y tratamientos diferentes.
• Desprendimiento de retina. Se produce por la separación de las capas interna y externa de la retina. Entre sus factores de riesgo están: ser miope, tener antecedentes familiares, sufrir retinopatía diabética o haber sufrido un traumatismo ocular. Normalmente se presentan síntomas como la aparición de moscas volantes, de destellos luminosos o de defectos en el campo de visión, a modo de telón o cortina negra. Su tratamiento suele ser quirúrgico, con técnicas como la vitrectomía o la cirugía escleral.
• Retinopatía diabética. Se produce por una descompensación en el metabolismo de las personas con diabetes. Esta subida del nivel de azúcar puede dañar las paredes de los vasos sanguíneos que nutren la retina. Es fundamental que los pacientes diabéticos se revisen la vista periódicamente y acudan al especialista con urgencia si aparecen síntomas como visión borrosa o con sombras, mala visión nocturna o moscas volantes. Entre los tratamientos, se cuenta con las inyecciones intravítreas, el láser y la cirugía.
• Degeneración macular asociada a la edad (DMAE). Se trata de una enfermedad degenerativa ocular que afecta al centro de nuestro campo visual y a la visión de los detalles. El principal factor de riesgo es la edad. Entre sus posibles síntomas, visión deformada de los objetos y cualquier pérdida repentina de la visión central. Existe una DMAE seca o atrófica, para la que no hay tratamiento, y otra DMAE húmeda o exudativa, que se trata con inyecciones intravítreas de fármacos antiangiogénicos.